El día de ayer se cumplieron 32 años de la extinción de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).
El 25 de diciembre de 1991 Mikhail Gorbachov anunció su renuncia al cargo de Presidente de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, en su discurso explicó que “la sociedad se estaba asfixiando bajo el sistema burocrático de mando, condenada a servir a la ideología y soportar el terrible peso de la carrera armamentista; había llegado al límite de sus posibilidades… El sistema totalitario que hace mucho tiempo privó al país de la oportunidad de alcanzar el éxito y la prosperidad ha sido eliminado”.
Al día siguiente la URSS dejó de existir; se reconoció el derecho soberano de sus 15 repúblicas independientes en Europa del Este, los países Bálticos, el Cáucaso y Eurasia.
Esta gran nación es heredera del milenario imperio ruso, que ha sido gobernada por monarquías de príncipes, emperadores y zares, y durante 69 años vivió sometida a un régimen autoritario y represor inspirado en la ideología marxista leninista.
La sospechosa ayuda de proveer un tren blindado para Lenin en 1917 por parte del káiser Guillermo II y su ministro de Relaciones Exteriores, Arthur Zimmermann (de ominosa memoria en la Revolución Mexicana) fue el punto de partida que inspiró la Revolución Bolchevique.
La ejecución sumaria del zar Nicolás II y su familia dio un sangriento final a tres siglos de la dinastía de los Romanov y la creación de un gobierno con el ideal de la dictadura del proletariado.
El sistema político piramidal generó un modelo de gobierno de alta concentración del poder. En cuarenta años pasó de ser una economía atrasada agrícola a una economía industrial, de desarrollo científico y pionera en la carrera espacial.
El sistema soviético estuvo sustentado en un poder central, intolerante a la crítica, que impuso la censura y la dictadura. Con un sector militar obediente a una nomenclatura ideológica improductiva. Fue un régimen de abolición de los derechos políticos, proliferación de sindicatos de mansedumbre, represión de los derechos humanos, control estatal de todos los medios de producción, así como la decisión de imponer todo tipo de controles y metas en sus famosos planes quinquenales. Por su obsesión de no depender de occidente se convirtió en un modelo cerrado donde el avance tecnológico era resultado de espionaje industrial y copias de mala calidad.
La KGB todo lo vigilaba, con un sector militar de creciente poder como elemento de control interno y en el exterior era líder del sistema bipolar como la segunda superpotencia con el mayor arsenal nuclear.
Como suele suceder, todas las autocracias crean su propia y opulenta burguesía, generalmente con un nepotismo oculto, mientras una parte creciente de la población tenía que formar largas filas en los perores climas para obtener los mínimos recursos para su sobrevivencia.
La URSS fue un imperio fallido desde su interior, por sus dogmas, corrupción y una gran frustración social.
En 1991 Rusia ingresó a la globalización y al liberalismo económico, no obstante, las libertades políticas siguen pendientes. Actualmente Vladímir Putin se perfila como el jefe de gobierno ruso de mayor duración en el cargo después de Stalin que busca rescatar las viejas glorias de aquel imperio.
Rúbrica. Atento recordatorio. Mañana es día de los inocentes, solo mañana.