No hay neutralidad en la democracia. La democracia como sistema es el método de sustitución de gobernantes y renovación gubernamental competitiva donde la ciudadanía determina la opción que mejor satisface sus aspiraciones.
Recuerdo con emoción la primera vez que puse una cruz en una opción de una boleta electoral. En aquellos años la edad mínima para ejercer el voto y tener la ciudadanía era a los 21 años. Ese 3 de julio de 1955 las mujeres votaron en una elección presidencial por primera vez, con el antecedente que en el sexenio de mi padre, el presidente Miguel Alemán Valdés, se dio el primer paso histórico para reconocer el derecho al voto de la mujer en las elecciones locales de 1947.
Desde entonces he tenido la oportunidad y la responsabilidad de ejercer mi derecho al voto en 12 elecciones presidenciales y las correspondientes para senadores, diputados y autoridades locales de mi estado natal, Veracruz. Han sido decisiones inspiradas en el progreso de un México con paz, prosperidad y justicia social. Si bien pasaron décadas con la preeminencia de un partido y un presidencialismo poderoso, México ha transitado de manera pacífica, y en un régimen de derecho, a un sistema de competencia democrática abierta que ha dado fortaleza institucional a nuestro sistema electoral. Mucho ha cambiado nuestro país desde entonces. Mucho falta aún por mejorar.
En la democracia se gana y se pierde, se propone y se rechaza, se promete y se cumple. Pero la democracia no es responsable de la forma como las candidaturas construyen sus argumentos para atraer votantes o dividir a la sociedad. Y aún no hay mejor alternativa como sistema de gobierno.
Amigos lectores, el próximo lunes 3 de junio, una vez superada la competencia política, agotada la confrontación ideológica, concluido el proceso electoral y conocido el veredicto de quien haya logrado la victoria, yo recomiendo acudir a ver a las amistades, parientes y demás personas con las que a lo largo de estos tiempos hemos discutido acaloradamente, debatido las candidaturas y sus partidos; a aquellos con quienes las pasiones hayan llegado a la ofensa o el insulto y, con la mirada serena y una sonrisa franca, estrecharnos las manos, abrazarnos fraternalmente como mexicanos satisfechos de haber dado un paso más en la consolidación de nuestro sistema democrático. A partir de entonces los ciudadanos seguiremos teniendo importantes responsabilidades.
Entonces será un nuevo punto de partida para superar las diferencias y reconocer que un país dividido no progresa. Será un nuevo punto de partida para compartir ideales y desechar para siempre la cultura del rencor. Será el punto de partida para aceptar que todos somos orgullosamente mexicanos. Será el punto de partida para aportar lo mejor de cada uno para hacer de este país la tierra fértil y generosa, donde rescatemos el valor del respeto a la dignidad y a la diversidad. Será el punto de partida para construir juntos un nuevo capítulo donde todos tenemos un lugar, una misión y una misma meta. Será un nuevo punto de partida para la reconciliación de México.
Rúbrica. Un expresidente en campaña en un juicio penal acusado de delitos electorales de origen sexual. Trump rechazó subir al estrado a declarar por la infranqueable dificultad de responder a tres preguntas: ¿Jura decir la verdad? ¿Toda la verdad? ¿Y nada más que la verdad?