En la era digital actual la imagen ha cobrado un protagonismo sin precedentes. Un viejo adagio decía que "nada pasa hasta que pasa por televisión", y así inició la era de la verdad representada como noticia a través de una imagen en sus orígenes cinematográfica y posteriormente en video. Hoy aquella idea de la presencia en medios como referente de prestigio se ha convertido en moneda de cambio regular en todas las latitudes y para todas las generaciones, predominantemente las más jóvenes.
Las generaciones nacidas en el siglo XXI conviven regularmente con las tecnologías digitales; el videojuego, el teléfono móvil, la búsqueda de popularidad y likes en sus cuentas de TikTok, Instagram, WhatsApp, X, etc. La actitud de las nuevas generaciones tiene un valor social creciente, de acuerdo al número de seguidores que sus segmentos de video les puedan generar.
Hoy las cámaras de televisión lo ven todo en la calle, el tráfico, la seguridad doméstica y, como vimos recientemente, en los estadios, donde ninguna pareja tiene vida privada. Todos somos protagonistas de la imagen, voluntarios o involuntarios, pasivos o creadores de contenido o influencers. Los jóvenes audaces buscan con sus actitudes, comentarios, actos temerarios o hechos graciosos alcanzar esos minutos de fama.
La evolución audiovisual tiene un nuevo componente en la modificación e invención de una realidad a través de la inteligencia artificial. Personas inexistentes con características físicas generadas por los algoritmos de la estética convencional surgen para protagonizar y, en su caso, competir con los seres humanos que ofrecen su ingenio en estas plataformas.
Los límites éticos, morales, legales y de prudencia entre la vida pública y la vida privada compiten con las series, los textos de contenido técnico, científico, literario, cultural e ideológico, que son gradualmente desplazados por segmentos de video que buscan ser las nuevas herramientas de educación, creación de conciencia o propaganda ideológica.
La veracidad de lo que se dice queda en entredicho y se acepta por la popularidad de quien lo dice. Hay padres que apoyan o quizá hasta obligan a los hijos a desarrollarse como protagonistas de la imagen digital, como creadores de contenido, y que su fama sea atractiva para la generación de ingresos mediante la promoción comercial.
Parejas que se conocen en plataformas de citas comúnmente alteran su imagen con filtros o actitudes que poco representan la realidad de la persona. Imágenes de vidas idílicas en parajes turísticos y actitudes exitosas son parte de los ritos de seducción de nuestro tiempo.
La búsqueda de la fama y la popularidad puede tener consecuencias profundas en la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y en la forma en que nos relacionamos con los demás.
Hoy la imagen de video, la declaración, el hecho registrado son las fuentes fundamentales de la noticia y las semillas hemerográficas de la historia de nuestros tiempos. En sus manos y sus imágenes quedará el testimonio de nuestra época.
Rúbrica. La desglobalización comercial. Que alguien le explique que imposición no es sinónimo de negociación.
Político y escritor. @AlemanVelascoM
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