El martes 5 de noviembre al elegir a su próximo gobernante, los votantes de los Estados Unidos tomarán una decisión de gran trascendencia en el futuro de su país, estructura económica, rigor moral, libertades sociales, grupos raciales y en la relación positiva o conflictiva con el resto del mundo.
Donald Trump y Kamala Harris representan los extremos del espectro ideológico político, económico y social de los Estados Unidos.
En cada elección una nueva generación de votantes ingresa al ejercicio democrático y lo hace aprendiendo las formas, lenguajes y agendas de su tiempo; entre ellas destaca la polarización y la ausencia de una oferta intelectual de alto nivel y el exceso de un lenguaje, vulgar y ofensivo.
Hoy el nivel del debate está lejos de los altos valores. Los discursos de ambos candidatos no logran expresar frases memorables o citas que inspiren ideales que trasciendan a su tiempo, se vive el peor ejemplo de lo que se concibió como el mejor modelo de gobierno.
Donald Trump, en campaña por tercera ocasión, según los especialistas tiene mas probabilidades de lograr la victoria. Para la historia quedarán los elogios a Vladimir Putin por la idea “genial” de invadir militarmente Ucrania y la conveniencia de aplicar decisiones semejantes en su frontera sur, así como la reciente expresión de necesitar “el tipo de Generales que tenía Hitler”, leales a la persona y no a las instituciones y leyes de la nación.
Por su parte, la candidata del Partido Demócrata; Kamala Harris llega tarde a la elección después de una confusa campaña, deplorable debate y tardía renuncia a la candidatura del presidente Joseph Biden.
Kamala Harris, en cumplimiento de los cánones políticos desempeñó una vicepresidencia discreta para permitir que el presidente luzca en sus decisiones. Esa ausencia de protagonismo, le ha exigido un esfuerzo adicional para posicionarse con ventaja en las preferencias electorales en donde aún abriga esperanzas de lograr una apretada victoria.
De esta decisión electoral se definirá el destino de las conflictivas zonas del resto del mundo.
No es menor la displicencia de Trump por los organismos internacionales y las relaciones distantes con las principales democracias europeas, así como su proclividad a simpatizar con gobernantes autoritarios en Rusia, China, Corea del Norte y Venezuela entre otros, lo que determinará, en gran medida la vigencia del modelo diplomático, democrático y de apertura económica que ha sido vigente en las últimas décadas.
Uno de los temas de la agenda electoral, afecta seriamente a México con el tema de la migración y el cierre fronterizo, así como las amenazas del presidente Trump de utilizar las barreras arancelarias contra China en la renegociación del TMEC o aplicar medidas agresivas contra el trasiego de sustancias tóxicas y adictivas.
Es evidente que la política exterior de Kamala Harris y de Donald Trump hacia el enfrentamiento bélico de Rusia contra Ucrania y en la búsqueda de un alto al fuego en la zona de Gaza y las tensiones de Israel con el resto de sus vecinos hostiles, ambos candidatos tienen agendas divergentes.
Ucrania y Gaza tienen implicaciones globales y día a día más que la distensión, se avanza en la tensión. Ambos teatros de operaciones bélicas, son hoy cruentos laboratorios donde se experimentan técnicas, se entrenan tácticas de combate y se prueban modernas armas operadas a distancia que dejan cerca de la obsolescencia a la Convención de Ginebra.
El vacío es tan grande que las potencias económicas y militares que construyeron con ideales la Organización de las Naciones Unidas con el objetivo de preservar la paz, son las mismas que hoy la ignoran, al tiempo que se imponen restricciones al comercio internacional y avanzan en una nueva carrera armamentista.
Los vientos de guerra avanzan. Hay dogmatismos que son precondiciones para que la sociedad vea el conflicto bélico como única opción. El mundo sabe que los gobernantes que inician los conflictos no son los mismos líderes que restauran la paz.
Las guerras del siglo XX, registran los enfrentamientos de democracias contra dictaduras, estadistas contra autócratas y libertades contra represiones. En el pasado han ganado los primeros, en el futuro, la moneda está en el aire.
RÚBRICA. ¿Me da mi calaverita? Una frase cándida de una tradición milenaria que debe perdurar.
Político y escritor