“No preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregunta qué puedes hacer tú por tu país”. Es la frase emblemática que pronunció en su discurso el presidente John Fitzgerald Kennedy el 20 de enero de 1961, quien asumió el cargo a los 43 años de edad, como el presidente más joven y el número 35 de los Estados Unidos de América. Los siguientes 1,035 días del mandato de Kennedy dejarían una de las huellas más profundas en la historia de su país y del mundo.
Heredero de una dinastía, John F. Kennedy fue el segundo hijo de una familia de nueve hijos. Un personaje carismático y controvertido, con una vida personal llena de contrastes, grandes logros y tragedias.
El primer debate presidencial televisado contra el vicepresidente Richard Nixon es un referente obligado en la teoría de la comunicación política.
En los albores de la carrera espacial Kennedy expresó, en 1962, su compromiso por poner al hombre en la Luna y asegurar su regreso a salvo, antes de que concluyera esa década. Por ello el centro de lanzamientos espaciales de la NASA en Florida hoy lleva su nombre.
El fallido intento de derrocamiento de Castro en la Bahía de Cochinos dejó huellas significativas en la crisis más cercana a una conflagración nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética de toda la Guerra Fría, por el descubrimiento de instalaciones para misiles nucleares soviéticos en Cuba.
Kennedy, en 1962, visitó al presidente de México, Adolfo López Mateos, y asistió a una misa en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. El 19 de septiembre de 1963 Kennedy tuvo una afectuosa reunión con mi padre, Miguel Alemán Valdés, y mi hermano Jorge en la Oficina Oval de la Casa Blanca.
El 23 de noviembre se cumplen 60 años de su dramático asesinato. Para varias generaciones quedó grabado el lacónico anuncio del reconocido comentarista de noticias Walter Cronkite: “Desde Dallas, Texas, el flash noticioso aparentemente oficial. El presidente Kennedy murió a la 1:00 de la tarde horario estándar del centro”. Fue una noticia que cimbró al mundo.
El testimonio visual del magnicidio es el famoso segmento de película a color de 8 milímetros con duración de 26 segundos, tomado por un espectador llamado Abraham Zapruder. Donde se observan tres disparos en la cabeza y el cuello del presidente, y también fue herido el gobernador de Texas, John Connally, mientras Jaqueline Kennedy intentaba salir del auto y pedir ayuda a los agentes de seguridad.
La policía detuvo a Lee Harvey Oswald que fue asesinado por Jack Ruby, quien guardó silencio de sus razones y murió en prisión en 1967.
La comisión encargada de la investigación del asesinato de Kennedy publicó el conocido Informe Warren, donde concluye que Lee Harvey Oswald actuó solo.
La flama perenne en el cementerio de Arlington arderá como homenaje a su vida y como un recordatorio de la necesidad de esclarecer las verdaderas causas y a los responsables intelectuales de su homicidio.
Unos días posteriores a su muerte, Jackie Kennedy recordó: “No permitan que se olvide que una vez hubo un momento, un breve y brillante momento que fue conocido como Camelot. Habrá grandes presidentes después… pero nunca habrá otro Camelot”.
RÚBRICA. Destapes y enroques. Tan importante es contar con buenas candidaturas para las elecciones como preparar bien a los ciudadanos que los elijan.