Los reflectores globales, como bien sabemos, han sido acaparados por una serie de temas como la guerra en Ucrania o los sucesos en Rusia. No obstante, hay otras cosas importantes pasando. En este espacio intentamos, en la medida de lo posible, equilibrar la agenda, compartiendo análisis actualizados de temas aparentemente lejanos que, no obstante, podrían tener repercusiones de dimensión planetaria. Es el caso del conflicto en Sudán que inició hace algunas semanas. Tres aspectos importantes al respecto: el primero, las nuevas olas de personas desplazadas y refugiadas expulsadas por este conflicto; el segundo, la potencial emergencia de una compleja guerra civil con el involucramiento de actores internacionales; el tercero, el resurgimiento del islamismo radical con posibles consecuencias en temas como terrorismo transnacional.
(Nota, este es un texto de seguimiento; para un mayor contexto de cómo y por qué inicia este conflicto, lea estos dos artículos previos: https://bit.ly/3D1sRgh y https://bit.ly/3NJzAQO)
1. Como recordatorio, el más reciente conflicto en Sudán, el tercer país de mayor dimensión geográfica en África, comenzó a mediados de abril. Se trata de un choque entre el ejército, liderado por el general Abdel-Fatah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una milicia paramilitar comandada por el general Mohammed Hamdan Dagalo.
2. En solo diez semanas, la crisis humanitaria se encuentra en pleno proceso. La violencia ha provocado más de 3,000 muertes y el desplazamiento interno de aproximadamente 2.5 millones de personas. La capital, Jartum, y la región occidental de Darfur han experimentado la violencia más intensa, con gran cantidad de ataques dirigidos contra poblaciones no árabes.
3. La ONU está prediciendo que se generará más de 1 millón de refugiados internacionales como producto de este conflicto en los próximos meses. Por lo pronto, muchos de esos refugiados ya han huido hacia Chad, en donde la organización estima que el número de personas en busca de refugio ha aumentado de un cálculo inicial de 100,000 a 245,000. Otras personas se han estado refugiando en otros países vecinos. Mientras tanto, se ha informado casos de violencia sexual, incluyendo violaciones, en Jartum y Darfur, atribuidos principalmente a las RSF.
4. Todas las negociaciones de paz mediadas por Estados Unidos y Arabia Saudita han terminado por caer. Hasta ahora, se han declarado alrededor de diez ceses al fuego durante el conflicto, pero uno a uno de esos ceses ha colapsado. Las fuerzas del ejército son más numerosas, pero la capacidad de lucha callejera de ese ejército es limitada, mientras que las unidades ágiles de las RSF han ocupado áreas extensas de Jartum.
5. Por si ello no basta, enfrentamientos recientes entre el ejército sudanés y el Movimiento de Liberación Popular de Sudán-Norte han obligado a los civiles a huir a Etiopía, agravando aún más la crisis humanitaria.
El islamismo que persiste en Sudán
1. Miles de hombres que trabajaron como agentes de inteligencia bajo el expresidente Omar al-Bashir y tienen vínculos con su movimiento islamista están luchando a favor del ejército, según tres fuentes militares y una fuente de inteligencia, fuentes citadas por Reuters hace unos días.
2. El ejército ha negado durante mucho tiempo las acusaciones de vínculos con esos islamistas. El jefe del ejército, Burhan (una figura quien, aunque fue cercana a Bashir, no es islamista), ha negado públicamente las afirmaciones de que los islamistas están ayudando a sus fuerzas. Sin embargo, exoficiales de la desaparecida Agencia Nacional de Inteligencia y Seguridad de Sudán (NISS), una institución poderosa compuesta principalmente por islamistas, confirmaron la participación de esos islamistas en el conflicto.
3. Algunos exmiembros de la unidad de operaciones del NISS e islamistas que sirvieron bajo Bashir se unieron a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), mientras que otros trabajan junto al ejército proporcionando información de inteligencia sobre las tropas de las RSF.
4. Este factor añadido puede complicar las cosas, incluso pensando en la mediación internacional. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos habían visto la transición de Sudán hacia la democracia como una forma de contrarrestar la influencia islamista en la región, a la que consideran una amenaza. En cambio, la situación actual parece estarla haciendo resurgir.
5. Para entender la relevancia de este tema, considerar dos factores: (a) Sudán fue uno de los sitios en donde Osama Bin Laden operó durante años. El exdictador Omar al-Bashir concedió asilo al líder de Al Qaeda en 1990, y aunque Bin Laden fue expulsado de ese país en 1996, el arraigo de la ideología islamista radical tiene décadas en la zona, un tema que el exdictador supo canalizar a su favor, y (2) según la investigación, el mayor predictor de emergencia de terrorismo es el conflicto armado. Desde que el Índice Global de Terrorismo es publicado, más de nueve de cada diez actos terroristas ocurren o se originan en sitios en conflicto.
Guerra civil prolongada, dimensión transnacional e internacional
Los factores arriba descritos arrojan, entonces, un complejo panorama por los siguientes factores:
1. Podríamos estar ante la gestación de una compleja y prolongada guerra civil con altísimas consecuencias humanas que no solo extinguen la esperanza de la sociedad sudanesa que avanzaba a paso lento hacia su democratización, sino que hoy, en cambio, incluye múltiples muertes, atrocidades, abuso sexual y por supuesto, desplazamiento y refugio humano.
2. La ineficacia de la mediación internacional hace prever al menos dos elementos: el primero es la potencial fatiga de esos actores internacionales (como EU o Arabia Saudita) quienes, tras un número indeterminado de fracasos, podrían terminar por rendirse; y segundo, en la medida en que la guerra civil se siga prolongando, justamente estos y otros actores podrían comenzar a tomar partido.
Por ahora, en la dimensión internacional, podemos ya afirmar lo siguiente:
a. Distintos actores regionales como Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Irán han establecido vínculos en Sudán a lo largo de los años debido a su importancia política y factores geográficos.
b. EAU ha invertido en Sudán, especialmente en el sector alimentario y en recursos como el oro, y ha establecido una relación económica y política con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), lideradas por Hamdan.
c. Egipto respalda al ejército sudanés, liderado por Burhan, y ha fortalecido la cooperación militar entre ambos países, especialmente debido a preocupaciones compartidas como la construcción de la presa al-Nahda por parte de Etiopía.
d. Hay también evidencia del respaldo y suministro de armas a Hamdan (RSF) por parte del Mariscal Khalifa Haftar, una de las partes en conflicto en Libia.
e. Aunque Egipto y EAU han estado alineados en otros conflictos regionales, en el caso de Sudán parecen estar respaldando a actores rivales, lo que complica aún más el panorama.
f. Además, el grupo de contratistas privados ruso Wagner (hoy en el foco de todo) ha estado involucrado en Sudán durante años, protegiendo las minas de oro y estableciendo fuertes lazos con Hamdan.
g. La situación sigue siendo fluida y es necesario observar cómo se desarrollan las diferentes relaciones y alianzas en medio del conflicto.
3. Pero si además de ello añadimos el componente de la militancia islámica (específicamente potenciales procesos de radicalización entre miembros específicos de esa militancia), es posible que en los próximos meses observemos cómo este conflicto armado se va entretejiendo con la lucha de organizaciones criminales y terroristas transnacionales que operan ya en muy diversas partes de África, las cuales podrían encontrar un fértil caldo de cultivo para extender su actividad.
4. De estarse gestando una situación así (similar a lo ocurrido en Siria, Yemen o Libia en la última década), Sudán podría convertirse en un cóctel explosivo que incluye atrocidades, desplazamiento y refugio masivo e involucramiento de actores internacionales y transnacionales.
Un panorama como ese requiere urgentemente de una mayor intervención por parte de organismos y actores internacionales interesados, si no en la paz, al menos en que no se añada un componente adicional de inestabilidad global que puede complicar todo lo que ya está pasando en el planeta.
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