Muy probablemente la historia está cambiando ante nuestros ojos. Esto rebasa con mucho al tema de Ucrania. Tuvimos oportunidad de estar a distancia, como cada año, en el foro de seguridad internacional de Bratislava, organizado por el centro de pensamiento GLOBSEC. Este foro, muy vinculado a la OTAN, sobre asuntos internacionales vistos desde la óptica europea, reúne a gran cantidad de personas de distintos países que ocupan u ocuparon cargos cruciales como presidencias, primeras magistraturas, ministerios de defensa, puestos militares, en conversación con gente del mundo de la academia, el periodismo y think tanks. Personalidades como Macron o Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, participaron esta vez. El año pasado, el foro reveló una especie de autoculpa, así como la necesidad de un retorno al armamentismo y al militarismo. Este año, podríamos decir, observamos esa misma autoculpa—“estuvimos dormidos durante 30 años; Ucrania fue el reloj despertador”—pero recargada y sumada a un asomo de lo que se conoce como Guerra Total. Este tipo de foros exhiben por un lado las tendencias en el pensamiento de seguridad internacional que existen en Occidente. Pero por otro lado y por la relevancia de sus participantes, también influyen e impactan sobre esas tendencias. Resumo unos apuntes al respecto:
1. Ucrania en el foco. De manera natural, especialmente por la cercanía geográfica e histórica que Ucrania tiene con este foro, la invasión rusa a ese país se siente como una afrenta de casa y ocupó la mayor parte de las discusiones. Hubo una importante participación de funcionarios ucranianos en activo (algunos a distancia) quienes discutieron con distintos participantes de la OTAN, de otros gobiernos y sociedades sobre temas específicos de la guerra en curso. Se nos dijo que la esperada contraofensiva es inminente. Se exhibió la expectativa de una todavía muy larga guerra (en una encuesta interna a participantes, solo unos cuantos consideran que terminará este año o el que sigue; la mayor parte piensa que se prolongará por tiempo indefinido), y se habló de condiciones para la paz que abajo señalo.
2. La autoculpa. Esto, que ya había sido muy notorio el año pasado, fue incluso expresado con mayor contundencia esta vez. El ministro exterior de Austria (un país miembro de la UE, pero no de la OTAN) lo puso así: “nos dormimos”. En general, el mensaje fue más o menos este: Durante 30 años pensamos que haber sido “amables” con Rusia (y también con China) iba a producir condiciones de paz, cooperación y prosperidad para todos. Pero las señales estaban todas ahí (todas a lo largo de estos mismos 30 años) y “no las quisimos ver”. El General Allen, estadounidense excomandante de la OTAN y de las fuerzas de su país en Afganistán, indicó que Rusia viene enviando esas señales desde Chechenia en los 90, la invasión a Georgia en 2008, la toma de Crimea en 2014, la intervención en Siria y sus indiscriminados bombardeos en sitios como Alepo desde 2015, y que aún así, no se leyeron esas señales adecuadamente. “Nos dejamos vender”, dijo la presidenta del parlamento europeo, “por el petróleo y el gas barato de Rusia, y sacrificamos nuestros valores por ello”. Ofrecimos a Putin un lugar en todas las mesas, incluso después de su invasión a Georgia. Hasta proyectos conjuntos como el Nord Stream 2, el gasoducto ruso-alemán, fueron construidos, se dijo, después de la anexión rusa de Crimea. “Hoy estamos pagando todos los costos; debemos entenderlo, aprender de los errores, y prepararnos para lo que sigue”.
3. Narrativas en competencia, incluidas las narrativas en el sur global. Lo interesante, y esta ya es mi lectura, es que Putin plantea exactamente lo contrario. Para Putin, no hubo tal “amabilidad”; todo lo contrario. Desde los bombardeos de la OTAN en Belgrado, las intervenciones occidentales en Medio Oriente, hasta la imparable expansión de esa alianza militar atlántica, las decisiones de Occidente, en su visión, nunca tomaron en consideración los intereses rusos. Para Putin, la “operación” en Ucrania era la forma de expresar que tenía que actuar “defensivamente” en virtud de lo poco que los intereses rusos eran tomados en cuenta. Pero esto no se limita a Europa. Tanto el ministro de Austria como James Rubin, ex vicesecretario de Estado con Clinton, se mostraron sorprendidos de cómo en el sur global esa narrativa tiene éxito. “Rusia fue quien invadió a Ucrania, no al revés”, dijo Rubin, “¿qué parte de eso es la que no ven en África, América Latina o Medio Oriente?”. El ministro exterior austríaco dijo que Europa ha fracasado en convencer a esos países a pesar de “toda la ayuda que Europa les brinda”. “Nos siguen viendo como los invasores”, dijo. “Hemos perdido la guerra informativa”.
4. La política interna: la batalla por la opinión pública. Interesantemente, el foro inició con un bombardeo de preguntas (casi ataques) sobre Mark Esper, el exsecretario de defensa de Trump. “Es hora de afrontar al elefante en el cuarto”, le decían. Ese elefante salió a la luz a lo largo de todo el foro, y se llama Donald Trump (aunque también en otros países existen figuras y posturas similares). ¿Qué pasará si ese personaje llega nuevamente a la presidencia? ¿Cómo abordar la fatiga que existe entre ciertos sectores de las poblaciones occidentales por la ayuda a Ucrania? ¿Cómo convencer a las sociedades de ese esfuerzo? ¿Cómo librar las batallas políticas internas que vienen? Las respuestas tanto de Esper como de otros políticos que tuvieron que abordarlas iba en el sentido de que se trata de países democráticos, que la discusión siempre es sana, y que no se pueden silenciar las voces disidentes. Pero se reconoce un reto enorme. El General Allen fue brutal en su evaluación. Trump tiene buenas probabilidades de regresar a la Casa Blanca y si eso sucede, sin duda, todo cambiará pues Estados Unidos se comportará, para el tema ucraniano y en general, para la OTAN, de formas muy distintas que con Biden. Ya de esto hablaremos posteriormente.
5. La Guerra Total. Tengo que confesar que este foro me recordó a mis clases de licenciatura. La Guerra Total es un concepto que se puede rastrear al siglo XIX, el cual había sido atribuido a Clausewitz, aunque ese autor hablaba más bien de Guerra Absoluta, algo diferente que no abordo acá. La obra clásica del siglo XX sobre la Guerra Total es Der Totale Krieg de Erich Ludendorff, y se basa en la experiencia del autor en la Primera Guerra Mundial. En la Guerra Total (a diferencia de las guerras limitadas), todos los recursos disponibles de un país son empleados al servicio de un esfuerzo militar mayor. Todo, pero todo, en función de la guerra.
Este fue, en cierto sentido, el fantasma que dominó a este foro. La industria, las cadenas de abasto, los equipos, la tecnología, la ciencia, la investigación, las universidades, los presupuestos, la política para que esos presupuestos se aprueben, el rol de las empresas privadas, todo, debe estar alineado, decían los participantes, para enfrentar el reto que estos países sienten de frente. No es solo Ucrania y no es solo Putin. Es la necesidad, después del “reloj despertador” ucraniano, de preparar a las sociedades, pero en serio, hacia un esfuerzo militar mayor. “No lo vimos”, dijeron nuevamente, “pero nunca debimos parar pues la Guerra Fría nunca terminó del todo; no debimos parar y debemos saber que vienen varias décadas en esa dirección”. Debido a Rusia, a China, y a otros países como Irán y Corea del Norte. El presidente francés, Macron, en un duro discurso dijo que Europa no será secuestrada como en el pasado. Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea dijo que Europa se encuentra mucho más fuerte y unida que nunca en este esfuerzo.
Las discusiones de inteligencia artificial, por ejemplo, iban mucho más allá del ChatGPT, y mucho más en el sentido de cómo es que el hardware y el software deben emplear esa inteligencia artificial para ganar la carrera militar en términos de aumentar la velocidad y precisión de respuesta para procesar datos más rápidamente que tu enemigo, lanzarle misiles o generarle disrupciones, y, por tanto, cómo toda la industria tecnológica occidental debe alinearse con esas metas pues actores como China ya lo están haciendo velozmente. Discusiones sobre cómo activar el suministro de armamento, municiones, cómo abordar la logística global para ese suministro, cómo invertir y lograr esfuerzos de largo plazo en los cuales realmente se gane esa otra guerra tecnológica e industrial a China y a Rusia.
Y es que “solo así podemos evitar el conflicto”. Solo así podremos “estabilizar” la situación. Solo “exhibiendo fuerza se logra disuadir al enemigo” en esta macro empresa que tiene que entenderse como de larguísimo plazo.
6. La Paz. Bajo esta óptica, como se podrá entender, el concepto de paz se limita estrictamente a detener el conflicto armado, a callar las armas, garantizar la estabilidad, y hacer que quienes violen el orden rindan cuentas y paguen el costo. Pero, en la visión de quienes participaban en el foro, eso solo puede ocurrir bajo términos ucranianos, no bajo los términos rusos. Se recordó que, según estudios recientes, el 97% de ucranianos considera que ellos podrán recuperar todo su territorio y un porcentaje similar se niega a hacer cualquier tipo de concesión territorial. “Nosotros no tenemos derecho a hablar por los ucranianos y debemos respetar que solo se negociará cuando ellos así lo indiquen”.
La realidad es que ese discurso es muy esperado en este tipo de foros, pues reflejan (quizás con algunos matices) la postura de la OTAN y sus miembros. Lo que pasa es que esta vez, fue muy iluminador el sentimiento de que estos temas son de muy largo plazo, el sentimiento de culpa por no haberlo visto, y la necesidad de preparar a las sociedades enteras para un estado de alerta permanente, en el que tienen que participar los sectores públicos, privados y sociales de todos esos países, en función de la disuasión permanente. “Disuasión por negación” es el nuevo concepto de la OTAN. Todo esto mientras que, al mismo tiempo, hay una ausencia notable de discursos alternativos que puedan competir con aquél. Ausentes de estas discusiones están el rol de las instituciones multilaterales (que hoy por esos rumbos se sienten tan desprestigiadas) y sus necesarias reformas, la resolución pacífica de las controversias, el reforzamiento del orden, pero basado en el derecho internacional, también en la justicia, pero basada en la legalidad y en la rendición de cuentas, y en general en la construcción de pilares de una paz positiva que no solo entiende a la paz como la ausencia de guerra. Detectar y hacer conciencia de esas ausencias es tan importante como entender de dónde proceden las preocupaciones que dan lugar al discurso de la Guerra Total para quizás, en otro tipo de foros, establecer puentes entre ambos.
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