Este texto corto no es un análisis, sino apenas una revisión somera de la agenda internacional para 2021. Una agenda que en lo sustancial sigue procesos que llevan sus propias dinámicas, no determinadas por el cambio arbitrario de calendario, si bien, hay ciertos temas como elecciones o tomas de posesión que sí obedecen a fechas específicas. La agenda internacional es, además, de particular interés para México dado su ingreso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Los siguientes son solo algunos de esos temas a los que, con toda certeza, estaremos regresando en este espacio:
Primeramente, habrá que seguir la evolución de la pandemia en el mundo, sus efectos económicos, sociales, políticos y geopolíticos, las campañas de vacunación y la velocidad con la que las distintas sociedades puedan ir retornando a algo que se parezca a cierta normalidad, incluido el intercambio comercial entre países, los traslados de personas y el restablecimiento de las interconexiones entre las economías. Estos factores serán determinantes para entender buena parte de otros temas y sus conexiones.
A inicios de año, estaremos atentos a las elecciones de los dos escaños restantes del Senado en EEUU pues eso influirá en buena medida en la capacidad de Biden para avanzar su agenda. Luego, por supuesto, observaremos la ratificación de los resultados electorales por el Congreso, donde, a pesar de posibles objeciones, se espera su confirmación. Estaremos pendientes también del arranque de su gobierno el 20 de enero, de sus primeros pasos, su gestión de las varias crisis que vive su país, y del inicio de su política externa.
En febrero vence el último tratado que queda entre Rusia y EEUU para regular sus armas nucleares, el Nuevo START. Habrá que seguir las conversaciones para su posible extensión o renegociación.
En el tema de Irán, como ya explicamos acá, Biden—quien intentará retomar conversaciones para un posible reingreso de EEUU al acuerdo nuclear—arranca bajo presión pues no solo hay elecciones próximas en Irán (en las que se espera un fortalecimiento de las posiciones más duras), sino que se ha aprobado una ley que ordena a Teherán acelerar su proyecto nuclear en varias de sus vertientes.
Este será solo uno de los asuntos que producirá tensiones entre Washington e Israel, país que ahora tendrá sus cuartas elecciones en dos años. Estaremos pendientes también del seguimiento que hará Biden al respecto de los acuerdos de normalización de relaciones entre Israel y algunos países árabes y musulmanes, varios de quienes están esperando el cambio de estafeta en Washington para decidir si continúan o no con esos procesos. Habrá que observar también si el nuevo presidente estadounidense puede o no contribuir a relanzar las conversaciones entre Israel y Palestina. Además, tendremos que seguir la evolución de los conflictos en Siria, Libia y Yemen. Muy pendientes también estaremos del rol que juegue Turquía en varios de éstos y su confrontación con varios de sus rivales regionales en esos temas y en otros relacionados como la explotación del gas en el Mediterráneo.
Seguiremos de cerca, sin duda, la situación en Europa que ahora mismo pasa momentos muy difíciles por la pandemia, la puesta en marcha del flamante acuerdo entre Reino Unido y la UE, sus fortalezas y debilidades, y el intento de Biden por reconstruir las alianzas de EEUU, especialmente con sus socios en ese continente, para enfrentar de forma más coordinada a sus grandes rivales, Rusia y China, con quienes no se espera una disminución de las tensiones, aunque probablemente sí un cambio en el estilo, las formas y los procesos para confrontarlos.
Además de ello, estaremos muy atentos a lo que viene ocurriendo en Asia. Por ejemplo, la mano dura de Beijing sobre Hong Kong, la dinámica Beijing-Taiwán, los conflictos entre China y sus vecinos por sus mares colindantes, los choques fronterizos India-China, las tensiones China-Australia, o incluso el potencial de nuevos choques entre India y Pakistán, entre otros varios temas calientes de la zona.
En 2020, el número de protestas sociales en el planeta se elevó por segundo año consecutivo, a pesar de la pandemia. Las manifestaciones masivas por causas muy distintas, manifestaciones que, por cierto, hemos visto con fuerza en varias partes de América Latina, no muestran señales de disminuir. Desde hace años lo monitoreamos a nivel global, y sin duda, 2021 dará mucho que hablar al respecto. Seguiremos también la evolución de la situación en Venezuela y varios países más de nuestra región, así como otros procesos interesantes en otras regiones que no alcanza el espacio para mencionar.
Termino solo con un tema por el interés particular que acá le hemos puesto, la evolución del terrorismo en al menos dos de sus vertientes: (a) la etapa del extremismo islámico posterior al “califato” de ISIS en Siria e Irak, que ahora mismo está mostrando signos muy preocupantes en países como Mozambique, Nigeria (y vecinos) o Afganistán (país que, además, se encuentra en pleno proceso de negociaciones entre Kabul y los talibanes y del que se esperan más retiros de tropas estadounidenses en los próximos meses, dependiendo de si Biden continúa o no con la política de repliegue de Trump), y (b) la continuación de la tendencia al alza del extremismo de derecha.
Vivimos tiempos de enormes retos, pero cierro con la esperanza de que sepamos aprender de ellos, y en especial, que haya vida, salud, luz en el camino, ojos para mirarla y para encontrar sentido, y gente cercana con quién compartirlo.
Analista internacional.
Twitter: @maurimm