La guerra en Ucrania continúa y por ahora, no se le ve un final próximo. En este espacio hemos intentado dar el seguimiento a los aspectos más relevantes que siguen determinando la dinámica de la guerra, las posibilidades de que ésta finalice y las distintas repercusiones que estamos viendo desarrollarse en diversos ámbitos. Comparto unas notas actualizadas al respecto.

1 . La fatiga de las audiencias y la disminución de la atención global sobre el tema . De manera natural y esperada, tras seis meses, nos encontramos probablemente en los momentos en los que menos atención y cobertura recibe este conflicto después de una primera etapa de altísima intensidad, otra etapa de intensidad media, y luego, la que vivimos, notablemente baja. Esto que, si bien se puede comprender, tiene importantes repercusiones para el conflicto. Por ejemplo, la estrategia de desgaste y prolongación de la guerra (de la que hablo abajo), resulta beneficiada; la relevancia en las agendas de los gobiernos involucrados de manera indirecta puede disminuir pues otros temas comienzan a ocupar espacios, a preocupar a sus ciudadanías o a actores varios como los económicos, y esto puede impactar su toma de decisiones. Una de las señales que vemos de manera creciente, es que el gobierno ucraniano ha estado intentando desesperadamente hacer todo cuanto está en sus manos por mantener el tema lo más vigente posible.

2. La geografía del conflicto no se ha movido mucho en varias semanas. Rusia mantiene en su poder aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano. Los avances rusos que observamos a inicios del verano se han detenido ante la resistencia ucraniana. Pareciera que se han establecido líneas que, en lo general, ninguna de ambas partes ha logrado romper. Hace unas semanas, Ucrania estuvo telegrafiando que llevaría a cabo una contraofensiva, principalmente hacia el sur del país, pero hasta este momento, esa contraofensiva no se ha materializado como se pensaba. Kiev ha logrado retomar algunas ubicaciones menores, y ha conseguido, en efecto, mermar ciertas posiciones rusas mediante los sistemas de artillería de movilidad y alta precisión que Washington le ha provisto. Pero a su vez, Rusia ha estado desplazando a decenas de miles de tropas hacia el sur, intentando garantizar la defensa de sus conquistas en toda la zona en donde la contraofensiva ucraniana iba a tener lugar.

3. La rusificación de territorios . Paralelamente, Moscú está adoptando una estrategia de “rusificación” de las zonas conquistadas, lo que incluye el uso de su moneda, sus compañías de internet, el reparto de pasaportes, el despliegue de símbolos nacionales, entre otras medidas; esto podría culminar, según se piensa, en la organización de referéndums locales con el fin último de anexar determinados territorios ucranianos a la Federación Rusa como sucedió con Crimea en 2014.

4. Estas tácticas y dinámicas pueden concretarse o cambiar . Al final, lo que Rusia busca en el fondo, se mantiene: neutralizar lo que percibe como las amenazas a su seguridad nacional (amenazas que, en su visión, proceden esencialmente de EU y la OTAN), a través de garantizar su presencia en Ucrania, fragmentarla todo lo que sea posible, si eso es necesario, a fin de asegurar esa presencia, y lograr todo cuanto esté en sus manos para desmilitarizar a Kiev (en el grado de desmilitarización que sea viable), creando con todo ello una especie de amortización entre Rusia y el territorio OTAN. ¿Hasta qué punto Rusia está cerca o lejos de esas metas?

5. El desgaste. La respuesta a la pregunta anterior estará determinada por quién de los rivales sea más capaz de resistir ante el desgaste en el que esta guerra se ha convertido. Ha habido un amplio debate acerca de quién resulta más perjudicado y quién más beneficiado por la prolongación del conflicto. En la mayor parte de los análisis, el balance se inclina a favor de Rusia, ya que, incluso teniendo que soportar las sanciones y el aislamiento económico-diplomático al que Occidente ha sometido a Moscú, e incluso teniendo que absorber el costo de la guerra y las consecuencias por sus múltiples tácticas fallidas, la capacidad de resistencia con la que cuenta el Kremlin sigue siendo superior a la ucraniana. Más aún cuando decenas de países, incluidas economías tan importantes como China o India, han optado por no sumarse a las sanciones. El país invadido, el más bombardeado y con mayor destrucción, el país sometido a la mayor carga humana, psicosocial y económica, es Ucrania. Y mientras más tiempo pasa, y mientras este tema sigue perdiendo sitios en la escala de prioridades de muchos países, la situación descrita solo tiende a crecer. Aún así, cuanto más tiempo pase, las sanciones contra Rusia le irán golpeando más cada vez. Además, las circunstancias actuales de la guerra, especialmente cuando Moscú ha tenido que detener sus avances y se encuentra a la defensiva en ciertos puntos, no son por el momento, circunstancias que permiten a Putin obligar a Kiev a negociar bajo los términos que desea. Si ese punto se va a alcanzar o no, eso está por verse.

6. Las negociaciones. Eso nos lleva al siguiente tema: mientras las dos partes sientan que tienen algo más que ganar a través de seguir peleando, la posibilidad de negociar un cese a las hostilidades se ve lejana. Debido a la situación de la guerra que describimos arriba, la evolución de esta otra dinámica—las percepciones acerca de poder lograr más mediante la fuerza—tampoco ha cambiado demasiado en las últimas cuatro semanas. Mientras no haya un punto de inflexión en este aspecto específico, podemos esperar que las hostilidades continúen.

7. El riesgo de escalamiento . El tema de una escalada del conflicto ha perdido titulares en las últimas semanas, pero los riesgos no deben minimizarse. Esto se refiere al empleo de armas no convencionales por parte de Rusia (ya sea dentro de Ucrania o en contra de alguno de los países de la OTAN), o bien, el involucramiento (convencional) directo de algún otro país en el conflicto. La lógica indica que, en la medida en que Moscú sienta que, con las victorias que ha alcanzado tiene suficiente para conseguir sus metas, no necesitaría escalar las cosas más allá de donde están. Pero la guerra es fluida, y en tanto ésta se prolonga, hay una infinidad de variables en juego—que van desde errores de cálculo o accidentes, hasta la posibilidad de que las decisiones racionales se inclinen hacia la escalada—y, por tanto, es imprescindible no dejar de monitorear y evaluar esta serie de riesgos en todo momento.

8. De igual modo, necesitaremos mucho tiempo para realmente dimensionar las repercusiones y ramificaciones que la invasión rusa a Ucrania está teniendo en múltiples ámbitos, aunque algunas de éstas ya se encuentran a la vista. Esto va desde los rubros económico y financiero para países involucrados y para países no involucrados, hasta las repercusiones en política interna o política exterior para muchos gobiernos por decidir apoyar a uno u otro rival en esta guerra, o también por la decisión de mantener total o relativa neutralidad. En otro sentido, se pueden apreciar desde ya, las distintas formas como los actores en otros conflictos deciden conectar la guerra en Ucrania a sus propias situaciones, ya sea por los aprendizajes obtenidos, las advertencias exhibidas, el aprovechamiento de vacíos y distracciones, o por la necesidad de recibir respaldos por parte de Moscú, de Washington u otros. En fin, son solo ejemplos. Lo más delicado, probablemente, ha sido multicitado en este espacio: un sentimiento generalizado de ineficacia y desprestigio de las normas, los arreglos y las instituciones internacionales como herramientas eficientes para resolver controversias, para garantizar la estabilidad internacional y para funcionar como alternativas viables al uso de la guerra en la búsqueda de los intereses de los estados. En cambio, lo que vemos es la proliferación del armamentismo, el incremento de presupuestos y despliegues militares en distintas zonas del globo, y la convicción de que la única forma de evitar el conflicto o evitar el ser agredidos, es incrementar el poder material propio, y mostrar la disposición permanente a usar esa fuerza material sin importar los costos que ello conlleve.

En suma, estos seis meses están resultando en una guerra de desgaste, con un costo humano y material enorme, pero, sobre todo, en un mundo inmensamente diferente. Nuestra capacidad de dimensionar cuán diferente lo es, se encuentra limitada, primero, porque el conflicto sigue vigente y no deja de evolucionar cada día, y segundo, porque sus repercusiones apenas están comenzando a dejarse observar.

Twitter: @maurimm

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