Hay una serie de cosas que sabemos y otras muchas que no sabemos acerca de los atentados ocurridos en Rusia el 22 de marzo. Pero partiendo de lo que sí se sabe, coloco acá algunos apuntes de contexto:
1. Sabemos que el terrorismo no es violencia material, sino violencia psicológica que usa la violencia material meramente como instrumento con el objeto de inducir un estado de shock colectivo o pánico masivo en terceros —aquellos quienes no vivieron el ataque, pero tuvieron contacto con la narrativa del mismo por medio de videos, imágenes, textos o relatos— y a través de ese terror, canalizar una serie de mensajes, reivindicaciones, o generar presión política, a fin de que el actor perpetrador avance en sus metas políticas, ideológicas o religiosas. Las lamentables víctimas inocentes de la sala de conciertos atacada en Rusia son solo eso, herramientas, para generar un efecto colectivo.
2. Sabemos también que, tras su intervención a gran escala en Ucrania en 2022, Rusia se encuentra en medio de una guerra mayor. Sabemos que, dado el fracaso de la contraofensiva ucraniana del 23, en los últimos meses Moscú ha recuperado la iniciativa de la guerra. Y sabemos que, en los últimos días, Rusia ha estado lanzando una serie de ataques masivos contra la infraestructura civil y energética ucraniana.
3. Sabemos también que Rusia es uno de los países que más ha sufrido el terrorismo islámico desde hace décadas. Más allá de los ataques del 2004, hacia 2012/2013 Rusia era ubicada como uno de los 10 países más afectados por el terrorismo (GTI, 2012/3). La mayor parte de atentados en esa época eran perpetrados por extremistas islámicos de la zona del Cáucaso con metas separatistas.
4. Sabemos también que Rusia es uno de los mayores enemigos de ISIS. Solo recordar que Moscú respaldó al presidente Assad y a Irán en su combate a esa organización y que, desde 2015, Rusia lanzó una intervención terrestre y aérea en Siria que fue clave para arrebatar a ISIS una buena parte del territorio que controlaba en ese país. Paralelamente, ISIS también era combatida por EU y sus aliados. En esta ecuación, como lo explicamos en su momento, no funciona la fórmula del “enemigo de mi enemigo es mi amigo”, y esas cosas. ISIS peleaba y pelea contra todos a la vez, es parte de la visión apocalíptica de su lucha.
5. Sabemos que, a lo largo de estos años, ISIS ha atacado o ha efectuado planes para atacar a sus muy distintos enemigos. Lo ha hecho a través de células, a través de sus filiales mayores, a través de su capacidad de inspirar ataques de actores solitarios, y también desde su centro operativo mayor ubicado en Siria y en Irak. Sin embargo, ese centro operativo perdió la mayor parte de sus capacidades precisamente porque era combatido por dos coaliciones mayores, la de EU y sus aliados y la de Assad y sus aliados (Rusia e Irán).
6. Sabemos, no obstante, que varias de las filiales mayores de ISIS ubicadas en África, Medio Oriente y Asia, han seguido enormemente activas. De todas ellas, una de las que más ha adquirido capacidades es la rama afgana de esa organización, conocida como ISIS-Khorasan, o como ISIS-K (también ISKP —la provincia oriental del “Estado Islámico”).
7. De acuerdo con reportes que monitorean continuamente los eventos de terrorismo (a pesar de que la mayoría de los medios no lo han hecho, dada la concentración de su atención en otros asuntos internacionales como la guerra en Ucrania o la de Medio Oriente), ISIS-K es quizás la filial de ISIS que no solo tiene las mayores posibilidades de cometer atentados a nivel global, sino que tiene toda la intención de hacerlo y lo ha estado haciendo. ISIS-K ha aprovechado el vacío generado en Afganistán (y en Pakistán) tras el repliegue de tropas de EU y la OTAN de la zona. Por ello, se ha trazado la meta de hacerlo, atacando uno a uno, a sus muy distintos enemigos. El objetivo último es avanzar, despacio, inspirar y expandir a la organización y a sus filiales, hasta lograr un califato a nivel global. El mensaje último es que el Estado Islámico, lejos de morir, sobrevive después de todos estos años, que tiene operaciones en toda clase de continentes, y que terminará por retornar y devolver a cada enemigo, los golpes recibidos.
8. Sabemos también que fue precisamente ISIS-K quien lanzó los recientes ataques terroristas en Irán, otro de sus enemigos, lo que, en ese caso, sí fue reconocido por las autoridades en Teherán y lo que orilló a ese país a lanzar los ataques de represalia respectivos.
9. Sabemos, por las propias autoridades rusas, que ISIS-K estaba planeando atentados contra sinagogas en Rusia, para mostrar solidaridad entre ISIS y el pueblo palestino, y sabemos que las autoridades rusas afirmaron haber desmantelado esos planes. Pero sabemos que la alerta no bajó puesto que, frustrada la idea original, ISIS podría mover sus blancos en Rusia. Los reportes que señalan que las autoridades en Washington conocían de esa alerta son correctos, pero quienes monitoreamos estos eventos, pudimos enterarnos de estas alertas desde muchas semanas atrás. No era ningún secreto, sino información pública.
10. Sabemos que ISIS reivindicó los ataques sin ofrecer pruebas, como es normal cuando los reivindica salvo en contadas excepciones, puesto que muchas de las células que trabajan en su nombre no informan o tienen contacto con la “matriz” o el centro operativo/informativo antes de efectuar sus ataques. Para ISIS lo importante es lo que ocurre después del ataque, es ahí en donde entra su vasto aparato propagandístico para apropiarse de éste y avanzar su guerra psicológica. El mensaje de ISIS siempre ha sido que ellos son omnipotentes y omnipresentes. Están en todos lados y siempre pueden atacar. Un mensaje altamente eficaz que nunca ha necesitado evidencias para cumplir con su objetivo, independientemente del rol material que la organización cumpla o no con los ataques reivindicados.
11. Por último, sabemos que para Ucrania era indispensable deslindarse del atentado del 22 de marzo. Lo mismo para EU, quien fue enormemente veloz en corroborar la reivindicación de ISIS. Esto se debe a la guerra informativa existente con Rusia, y a la posibilidad que, tras las sospechas que se tenían, Moscú pudiese encuadrar el evento como parte de su guerra en Ucrania.
11. Ahora bien, lo que no sabemos, al momento de este escrito (24 marzo 7 am) es la identidad de las personas capturadas por Rusia como responsables directos o como cómplices del ataque. Y no sabemos si efectivamente se trató de un plan de ISIS, como afirma esta organización y quienes respaldan su teoría, o si se trata de otro tipo de atacantes. Insisto, Rusia ha sufrido el terrorismo desde hace décadas, y las posibilidades de una gama de actores que quisieran atacar a su población civil siempre son amplias. Lo que sabemos en cambio, es que Putin afirmó que se trataba de extranjeros, que no hizo mención a alguna a ISIS en su discurso al respecto, y que, por el contrario, acusó a Ucrania de facilitar el ingreso de los atacantes a su territorio, culpándole implícitamente de complicidad. Podemos prever que esa narrativa continúe. Encuadrar estos hechos como parte de la “guerra defensiva” que Rusia se ve obligada a luchar, puede resultar lógico en este momento para Moscú, pues le permite seguir explicando a su población que su lucha mayor tiene sentido.
No abundo más en este punto, precisamente a falta de información. Pero lo seguiremos monitoreando.
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