Estamos en un momento clave de las negociaciones entre Estados Unidos, Rusia y Ucrania. Hay muchas cosas sucediendo incluso en estos mismos instantes. Comparto estos apuntes para intentar aportar en la comprensión del punto en el que se encuentran estas conversaciones tras la reunión de Trump y Putin en Alaska.

1. El primer elemento a considerar es que, hasta el momento de este escrito, desconocemos muchos detalles de lo acordado entre Trump y Putin en Alaska, además de que varios puntos permanecen aún en negociación. Por lo tanto, este es apenas un análisis provisional: cualquier cosa que digamos al respecto está sujeta a esa serie de factores.

2. Dicho eso, lo que sí podemos afirmar desde ahora es que Putin logró su principal objetivo: convencer a Trump de que está dispuesto a efectuar concesiones y de que su intención de seguir negociando es seria. Insisto: más allá de los detalles de esas posibles concesiones, lo cierto es que el ánimo de Trump desde la cumbre en Alaska hasta este momento ha sido muy positivo. En lugar de salir de Anchorage con amenazas de sanciones o aranceles, Trump y su equipo aseguran que se alcanzaron acuerdos en la mayor parte de los puntos más difíciles.

3. Parte de lo que Putin consigue es persuadir a Trump de que no era necesario implementar un cese al fuego provisional —tal como lo había pedido el presidente estadounidense desde hace meses y como lo había acordado con los líderes europeos y Zelensky como prerrequisito para cualquier otra negociación—, sino que es posible, en su lugar, abordar directamente los temas de fondo y buscar un acuerdo definitivo. Así, la administración Trump justifica el no haber exigido a Putin detener las hostilidades antes de proseguir con las negociaciones, bajo el argumento de que en Alaska se logró avanzar en la mayor parte de los asuntos complejos y que, por tanto, no era necesario demandar ese alto al fuego.

4. Otro elemento que sí conocemos es que Putin reiteró en Alaska su ya célebre argumento sobre la necesidad de resolver “las causas raíz” del conflicto. Normalmente, esta línea apunta a las demandas originales y maximalistas del Kremlin, lo que a primera vista podría interpretarse como una negativa a efectuar concesiones respecto a los factores que motivaron la invasión rusa a gran escala en 2022. Sin embargo, esas demandas podrían adaptarse parcialmente e incluso, en ciertos aspectos, ser eliminadas. Eso es justamente lo que se está negociando ahora. Es decir:

A. La exigencia de un cambio de gobierno en Ucrania (con el objetivo de instalar una dirigencia más afín a Moscú) podría ajustarse a la simple demanda de que se celebren elecciones en ese país y que Zelensky no compita en ellas.

B. La exigencia de desmilitarizar a Ucrania podría transformarse en la demanda de una reducción relativa del tamaño de su ejército.

C. La exigencia de que Ucrania no forme parte de la OTAN se mantendría en lo esencial, pero se contemplarían garantías de seguridad para Kiev mediante acuerdos bilaterales u otros esquemas que obliguen a países de la OTAN a defender a Ucrania en caso de ser atacada, sin que ello implique su membresía formal en la alianza.

D. La exigencia de que no haya tropas de la OTAN en Ucrania podría adaptarse a permitir la presencia de fuerzas de países que son miembros de la alianza, pero desplegadas en Ucrania no como representación formal de la OTAN, sino dentro de un esquema distinto aún por definirse.

5. Si estos ajustes se materializan, no se trataría de concesiones menores en comparación con las demandas originales de Putin. Por ello es fundamental examinar con detalle qué está exigiendo él a cambio. Por ahora, Trump parece mostrarse favorable a lo que se empieza a dar a conocer.

6. Por lo pronto, sabemos que Trump ha hablado de “intercambios” territoriales, aunque en realidad se trata de una representación equivocada de lo que ocurre. El tema involucra únicamente territorio ucraniano, no ruso. Los posibles “intercambios” consistirían en liberar porciones de Ucrania actualmente bajo control ruso, a cambio de que Rusia retenga otras que aún no controla. Hasta ahora, Putin exige conservar prácticamente todo el Donbás (incluyendo partes todavía en manos ucranianas), además de Crimea, y a cambio Moscú liberaría zonas de Zaporiyia y de Kherson.

7. En principio, Zelensky no puede aceptar —al menos de manera oficial— ese tipo de concesiones territoriales. Ello implicaría que Kiev y la comunidad internacional aceptarían la posibilidad de que una potencia se anexione territorio mediante una invasión. Pero más allá de esa dimensión, la realidad política interna en Ucrania es que entre 70 y 75% de la población, según encuestas consistentes en los últimos años y meses, se opone tajantemente a ese tipo de concesiones. De aceptarlas, Zelensky sería percibido como un auténtico traidor.

8. Sin embargo, si se analiza el fondo de manera pragmática, la realidad es que parece poco viable que Ucrania logre recuperar por la vía militar ese 20% de su territorio hoy bajo control ruso. Para conseguirlo tendría que superar una serie de condiciones muy complejas: escasez de tropas, limitaciones de armamento, y la capacidad del ejército ruso para adaptarse a la guerra actual y resistir las ofensivas ucranianas.

9. Por lo tanto, el hecho de que Rusia mantuviera parte del territorio que hoy controla era prácticamente un escenario previsible si las negociaciones se daban en este momento del conflicto. La cuestión, nuevamente, es bajo qué esquema o marco se acepta esa realidad territorial. Para Ucrania, lo aceptable sería un cese al fuego y la congelación de las líneas actuales —similar al modelo de la Guerra de Corea en los años cincuenta— sin que ello suponga, ni para Kiev ni para sus aliados, reconocer oficialmente la soberanía rusa sobre esos territorios.

10. Por ahora, esos detalles permanecen indefinidos. Lo que sí es claro es que, en los últimos días, la presión política sobre Zelensky se ha intensificado, al grado de que él se ha visto obligado a reiterar públicamente que no cederá territorio. Como era de esperarse, esa postura ya está generando mayor presión por parte de Trump.

11. Mientras tanto, varios líderes europeos se encuentran en Washington buscando blindar al presidente ucraniano en sus reuniones con Trump, además de tratar de asegurar que los acuerdos con Putin sean lo más razonables dentro de lo posible.

12. Quizás el punto central a observar es este: para Putin, la guerra en Ucrania es sobre Ucrania, pero también es sobre mucho más que Ucrania. Si logra ahora mismo obtener una actitud favorable de Trump, los caminos que podría abrir esa relación son prácticamente incontables. Esta podría ser, en otras palabras, apenas una primera etapa que no solo le permitiría a Rusia un importante alivio en materia de sanciones y restricciones económicas, sino que también le abriría la posibilidad de negociar asuntos de mayor calado: desde detener la expansión y los despliegues militares de la OTAN, hasta la definición de zonas de seguridad y esferas de influencia.

Como dije, estos son eventos en desarrollo, les daremos seguimiento en estos días.

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