De manera paralela a los distintos conflictos armados activos (el de Gaza es el mayor, pero no el único), estamos viendo un enorme esfuerzo diplomático en Medio Oriente, yo diría quizás, el mayor en años. Este esfuerzo involucra no solo a Estados Unidos, sino a países árabes como Qatar, Egipto y Arabia Saudita, cada uno de ellos con sus propias agendas, pero que tienen hoy una meta común: estabilizar la región, idealmente hacia el largo plazo. Así que, además de seguir la evolución de las hostilidades, es indispensable monitorear en qué medida estos esfuerzos tienen éxito, con qué obstáculos se están topando—pues son muchos y muy complejos—y en todo caso, de qué forma es posible destrabarlos, pensando en ideas creativas y constructivas hacia el futuro. En el texto de hoy describo cinco rutas de negociaciones distintas que ocurren en estos mismos instantes, así como algunos de los obstáculos con los que se topan:
RUTA 1: Cese al fuego entre Israel y Hamás/Intercambio de rehenes por prisioneros
1. Este podría ser el primer resultado del que nos enteremos en los días o semanas que siguen. Hay conversaciones muy intensas en estos momentos, las cuales involucran a Estados Unidos, a Egipto y a Qatar, intentando lograr un acuerdo entre Israel y Hamás para detener las hostilidades durante un tiempo limitado. Inicialmente se habló de dos meses, posteriormente la duración del cese al fuego se ha reducido a seis semanas, y habrá que ver si ésta no se reduce más.
2. Algunos detalles de los primeros borradores han sido filtrados por la prensa (ver WAPO, 2024). El acuerdo consistiría de varias fases en las que inicialmente se liberaría a una parte de los rehenes israelíes por parte de Hamas, y a tres prisioneros palestinos que se encuentran en cárceles israelíes por cada rehén israelí liberado. Ello no involucraría en las primeras fases el repliegue israelí de Gaza, pero sí un alto al fuego en la franja. Los detalles de fases posteriores están siendo negociados pues Hamás está demandando garantías para un cese al fuego más duradero y el repliegue israelí de Gaza, cosa que Israel ha descartado por ahora.
3. Al respecto, ha habido muchas declaraciones que podríamos considerar maximalistas o que parecen echar por tierra todos estos esfuerzos. La mayor parte de ellas son en realidad distintos mensajes políticos hacia sus bases, cosa que también se necesita entender como parte de las negociaciones.
4. Hasta donde sabemos, se ha logrado algo de progreso, pero faltan muchos factores por definir.
5. Del lado israelí, Netanyahu está teniendo que equilibrar distintas fuerzas. Una de ellas es por supuesto la de Washington y la presión internacional por poner, al menos, una pausa a la guerra. La otra procede de un sector de su propia sociedad que le demanda priorizar la vida de los rehenes que Hamás tiene en sus manos. Pero también hay amenazas por parte de los componentes más radicales de su coalición que no desean un acuerdo y que adelantan que harán colapsar al gobierno de Netanyahu, lo que activaría un nuevo proceso electoral y muy probablemente su derrota. Esto, naturalmente, pone en jaque sus propias aspiraciones políticas.
6. A pesar de todo ello, es probable que el balance favorezca, eventualmente, algún tipo de acuerdo en el que el primer ministro israelí se verá obligado a efectuar concesiones que hasta ahora no ha estado dispuesto a efectuar.
RUTA 2: Administración posterior a la guerra en Gaza
1. Paralelo a lo anterior, y a pesar de que el gobierno israelí buscó prolongar este tema lo más que pudo, ya se está negociando el futuro de Gaza. De acuerdo con reportes de prensa, la pieza fundamental de estas negociaciones es Egipto (Barel, 2024).
2. Israel ha propuesto que Gaza sea gobernada por una “autoridad civil” que no sea la Autoridad Nacional Palestina (ANP), pero Washington ha sido muy insistente en que sea una ANP “revitalizada” o “reformada”, quien gobierne la franja (lo que se ajustaría a lo que había sido pactado en acuerdos previos al gobierno de facto de Hamás desde la guerra intrapalestina en 2006 y 2007).
3. Además de Qatar y Egipto, ya se está involucrando a Arabia Saudita y a Emiratos Árabes Unidos como parte de un acuerdo mayor que podría incluir una inyección de fondos muy considerables para la reconstrucción de Gaza.
4. Estas iniciativas se topan con enormes obstáculos, empezando por todo ese sector duro del gabinete de Netanyahu que no solo no aceptará un gobierno de la ANP en Gaza, sino que insiste en medidas como la “ocupación permanente” de la franja, por parte de Israel e incluso la “migración voluntaria” de palestinos. Washington está empujando con todas sus fuerzas en contra de esas posiciones. Eventualmente, para conseguir cualquier acuerdo, ese sector radical tendrá que ser neutralizado o quizás incluso, se tendrá que pensar en elecciones y en una nueva coalición de gobierno en Israel.
RUTA 3: Conversaciones Hamás-OLP
1. De manera más discreta, se ha dado a conocer que también Hamás está pensando en “el día de después” de la guerra. El ala política de esa organización parece muy interesada en formar parte de las conversaciones actuales y su interés está en integrarse a un gobierno de unidad con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la cual forma el componente principal de la Autoridad Palestina que hoy gobierna Cisjordania, y que podría gobernar Gaza en el futuro.
2. El tema, sin embargo, consiste en que para que esto pueda ocurrir dentro del esquema mayor que estamos planteando, Hamás tendría que integrarse a un gobierno que sí reconoce a Israel, y por tanto tendría que renunciar públicamente a la lucha armada y a la destrucción del Estado Judío.
3. Hay un sector pragmático de Hamás que sostiene que es ya hora de hacer eso y pensar hacia adelante. El sector más radical de la organización, no obstante, dio a conocer su postura a través de los atentados terroristas del 7 de octubre, fecha desde la cual ha indicado que “desea un estado de guerra permanente” o que “repetirán los ataques una y otra vez pues ese es solo el principio hasta la destrucción de Israel”. Ese sector, liderado por Yahya Sinwar, hoy está oculto en los túneles, luchando y resistiendo, y podría funcionar como “spoiler” ante cualquier acuerdo que se implemente.
RUTA 4: normalización de Israel con países árabes y Estado Palestino
1. En el seno de todo el ruido político que estamos viendo, hay una propuesta mayor en la mesa. En este caso, por parte de Arabia Saudita. Riad está ofreciendo a Netanyahu el premio mayor, un premio por el que ese primer ministro ha estado luchando desde hace años: la normalización de relaciones no solo entre Arabia Saudita e Israel, sino incluso el reconocimiento y normalización de Israel con varios países árabes.
2. A cambio de ello, Israel debe comprometerse finalmente al establecimiento de un Estado Palestino. Washington está empujando estas negociaciones hasta el fondo, no solo mediante elementos de presión, sino ofreciendo a Israel garantías a su seguridad nacional, quizás la más importante preocupación de Jerusalem.
3. No se espera que estas negociaciones transcurran rápido. Lo obstáculos que habría que salvar son enormes ya no solo por parte de los elementos más radicales del actual gabinete israelí, sino por parte del propio Netanyahu quien se ha opuesto a la misma idea del Estado Palestino desde hace años.
4. Lo que hoy parece ser diferente, sin embargo, es una convicción en todas partes del planeta—probablemente algo que yo no he visto en décadas de seguir estos temas—de que las negociaciones y decisiones acerca del establecimiento de un Estado Palestino son ya impostergables si eventualmente se quiere pensar en una región estable, por más complejo que sea ese proceso.
Este tema va a seguir en la agenda durante los meses que siguen, así que habrá que estar pendientes.
RUTA 5: Líbano y el conflicto Israel-Hezbollah
Hay más cosas ocurriendo.
1. Arabia Saudita e Irán actualmente desempeñan roles fundamentales al influir en cómo concluirá el conflicto vigente entre Israel y Hezbollah, así como en la elección del próximo presidente del Líbano. Irak ha comenzado conversaciones con Estados Unidos sobre la retirada de todas las fuerzas estadounidenses del país, una demanda que ha adquirido prioridad en su agenda diplomática bajo las circunstancias actuales, pero ese es otro asunto al que ahora hay que añadir los ataques y contrataques entre las milicias proiraníes y las fuerzas estadounidenses.
2. El esfuerzo que merece mención inmediata es el que ocurre en Líbano y que involucra al denominado Grupo de los Cinco (Arabia Saudita, Egipto, Qatar, Francia y Estados Unidos). Su objetivo es doble: resolver la crisis política en ese país y establecer la calma en la frontera entre Israel y Líbano.
3. En este rubro estamos viendo una cooperación de pocos precedentes entre Arabia Saudita e Irán, ambos de ellos cruciales para determinar el futuro de Líbano. Reportes de prensa que arriba cito, señalan que el embajador saudí en Beirut, Waleed Bukhari, recibió a los embajadores del Grupo de los Cinco en esa capital, antes de lo cual se reunió con el embajador de Irán Mojtaba Amani. Durante las conversaciones, se mencionaron nombres de posibles candidatos para los cargos de presidente y primer ministro libaneses.
4. Lo que la prensa destaca es el cambio de posición que Riad está mostrando en este esquema. Para contribuir a aliviar la grave crisis económica en Líbano, Arabia Saudita demandaba condiciones inviables como la eliminación y el desarme de Hezbollah. Hoy, en cambio, Riad está contribuyendo a negociar temas como el involucramiento de esa organización en el futuro gobierno, a cambio de que finalice sus operaciones contra Israel, se repliegue de la frontera libanesa con ese país y garantice la “calma y seguridad” en la zona.
5. Hay nuevamente enormes obstáculos que salvar. El último de ellos lo estamos viendo en estos momentos, tras el escalamiento de hostilidades entre Washington y los aliados de Teherán en la zona.
Aún así, lo que hay en el fondo parece ser una convicción generalizada de que, debido al tamaño de conflicto que se podría suscitar en la región—mucho más grande de lo que hasta ahora hemos visto—se requiere un esfuerzo diplomático exactamente de ese tamaño, monumental, para poder pensar en la estabilidad ya no solo de esa zona del mundo, sino del sistema global en su conjunto.
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