Estamos ya de lleno en la novena fase de una larga guerra, y eso solo si partimos de la invasión frontal rusa sobre Ucrania en febrero de 2022, sin contar las etapas previas. Aunque en el terreno las líneas de combate apenas se han movido, la fase anterior fue eminentemente política: consistió en el intento de Trump por detonar negociaciones para un cese al fuego entre Kiev y Moscú. Amparado en la promesa de que él resolvería el conflicto con rapidez, el presidente estadounidense ejerció toda la presión posible, pero se topó con una realidad mucho más compleja de lo que había previsto, y su entusiasmo se fue apagando poco a poco. Desde hace semanas, la Casa Blanca había advertido que, si esos esfuerzos no daban frutos, Trump enfocaría su energía en otros temas. Lo que no quedaba claro era qué implicaba eso para el respaldo estadounidense y para el rumbo que tomaría la guerra. La novena fase, en cambio, parece estar aportando claridad: Trump, efectivamente, está concentrado en otros asuntos. El tema ucraniano ha desaparecido de sus prioridades. En los medios, ocupa un segundo plano, si acaso. Pero la señal más contundente está en la suspensión parcial del envío de armamento desde Washington a Ucrania, una medida que, de concretarse, podría tener consecuencias enormes para lo que viene en esta guerra. Aquí algunos apuntes al respecto.

1. Retomo las fases de la guerra porque me parece importante no perderle el hilo. La primera fase fue la ofensiva relámpago rusa en febrero del 2022 sobre tres fronteras del territorio ucraniano buscando tomar velozmente el control de la infraestructura militar y política del país. Ello fracasó y dio pie a una segunda fase: el repliegue ruso de la zona de Kiev y su concentración en el este y el sur con algunas ofensivas relativamente exitosas para Moscú. La tercera, en el otoño del 22, fue una fase de contraofensivas ucranianas mediante las que ese ejército recuperó una parte del territorio que Rusia había conquistado, concretamente en el noreste y en el sur. En la cuarta fase, la fase del invierno del 22 al 23, Rusia reposicionó sus líneas de defensa hacia atrás, enviando a decenas de miles de tropas para la defensa de esas líneas, cavando trincheras, construyendo barricadas y apostando por el desgaste invernal que dificultaba cualquier operación. Paralelamente, Rusia se mantuvo bombardeando la infraestructura civil y energética de Ucrania. La quinta fase sobrevino con la primavera del 23 y consistió en ofensivas y contraofensivas tanto por parte de Rusia como de Ucrania. En especial, la contraofensiva ucraniana que inició en junio con altísimas expectativas por parte de Kiev y de Occidente, y que terminó hacia el otoño e invierno de ese año sin haber cumplido con esas expectativas. La sexta fase transcurrió, podríamos decir, de manera relativamente silenciosa, sin atraer demasiados reflectores a nivel global. Durante esa sexta fase (desde el fin del invierno del 23-24 hasta aproximadamente agosto del 2024), Rusia fue paulatinamente consiguiendo leves pero importantes avances. Esta etapa estuvo marcada por el desgaste de Ucrania, y el peso de la disparidad entre las fuerzas rusas y las ucranianas tras más de dos años de guerra. La séptima fase inicia el 6 de agosto del 2024, cuando Ucrania lanzó un inesperado ataque terrestre en la región de Kursk, Rusia, con tropas y vehículos blindados. De ese tema escribimos bastante, pero al final del camino, esa ofensiva no consiguió cumplir con los objetivos estratégicos de Kiev, y el ejército ucraniano tuvo que retirarse de ese territorio.

2. Trump asume la presidencia de EU en enero de 2025, y podríamos decir que la fase ocho consiste en todo el esfuerzo que ese presidente desplegó para sentar a las partes a negociar. Aunque esto no cambió lo que seguía ocurriendo en el terreno de las hostilidades, sí movió muchos hilos diplomáticos. Esta fase inicia con la pre-aceptación de Estados Unidos —en voz de su secretario de defensa, Hegseth— de dos concesiones clave para Putin: conservar el territorio que Rusia controla y garantizar que Ucrania no aspiraría a ingresar a la OTAN. Posteriormente, vino toda la presión que Trump ejerció sobre Zelensky para forzarlo a aceptar estas y otras concesiones que Ucrania no estaba dispuesta a conceder.

3. Como parte de esa presión, y tras el altercado que ambos presidentes protagonizaron en la Casa Blanca, Washington suspendió temporalmente la ayuda militar y el respaldo en inteligencia, ambos indispensables para Kiev. Esta demostración de fuerza logró doblegar a Zelensky, quien, a partir de ese momento, decidió apaciguar a Trump, al menos mostrando disposición para aceptar un cese al fuego que, llegado ese punto, ya solo se concebía como provisional.

4. Mientras tanto, los aliados europeos de Estados Unidos comprendieron que debían redoblar sus esfuerzos si querían evitar una victoria aplastante de Rusia. El problema, sin embargo, no se limita a la voluntad política de los actores, sino a las limitaciones logísticas de Europa para proveer a Ucrania de lo que realmente necesita para seguir combatiendo: municiones de artillería, escudos defensivos eficaces contra misiles rusos y apoyo en inteligencia con el nivel de sofisticación y eficacia que solo EU puede ofrecer.

5. Esta combinación de factores fue interpretada por Putin como altamente favorable a sus intereses. Trump tenía prisa por negociar. Washington ya estaba haciendo concesiones incluso antes de sentarse a hablar con Moscú. Ucrania enfrentaba una presión sin precedentes, y Europa quedaba marginada del esquema. Por tanto, el tiempo jugaba a favor de Rusia y parecía posible exigir más de lo que hasta ese momento se le ofrecía.

6. Así, Putin buscó proyectar ante Trump la percepción de estar dispuesto a estudiar sus demandas, pero al mismo tiempo se negó a aceptar un cese al fuego temporal. Desde su perspectiva, las “causas raíz” del conflicto debían resolverse en un acuerdo integral que no solo incluyera el territorio en disputa o la promesa de que Kiev no entraría a la OTAN, sino que atendiera sus demandas originales respecto a Ucrania —“desnazificación” y “desmilitarización”, es decir, la remoción de su estructura política y militar de fondo— y en general respecto a la OTAN: repliegues militares, desarme y el reconocimiento de esferas de influencia intocables.

7. Todo eso condujo a un impasse. Las negociaciones no avanzaron. La guerra continuó. Y Trump se desesperó.

8. Fue entonces cuando Kiev lanzó una operación especial maestra —la “operación telaraña”—, mediante la cual drones ucranianos, introducidos clandestinamente muy adentro del territorio ruso, lograron golpear bases aéreas de formas aún difíciles de dimensionar. Más allá del daño material, fue un golpe psicológico y simbólico que alteró, aunque brevemente, las narrativas dominantes sobre la guerra e impuso en Putin la necesidad de responder con contundencia.

9. Es decir, además de mantener su ofensiva en el este ucraniano —donde a Kiev le resulta cada vez más difícil defender cada posición—, Rusia ha estado lanzando los mayores ataques aéreos sobre ciudades ucranianas, combinando misiles y drones en cantidades que superan la capacidad de los escudos antiaéreos ucranianos.

10. Es en este contexto que el 1 de julio, Estados Unidos comunicó que detendrá entregas de armamento esencial para Kiev. Esto incluye interceptores para el sistema Patriot, municiones guiadas de precisión y misiles compatibles con los F-16 ucranianos. Aunque la lista completa no se ha hecho pública, los reportes indican que estos retrasos impactan directamente la capacidad defensiva y ofensiva de Ucrania.

11. Para ser claros, esta medida es apenas coherente con la base electoral de Trump. Según encuestas, un 70% de quienes votaron por él se oponen a que Estados Unidos continúe armando a Ucrania. Esta podría ser, por tanto, una de las motivaciones detrás del anuncio.

12. Sin embargo, habrá que observar cómo se materializa esta decisión y si se trata de una política de largo plazo o de una nueva herramienta de presión para negociar.

13. La fase nueve consiste, entonces, en un momento de la guerra en el que las negociaciones serias están suspendidas, en el que Estados Unidos parece estar optando por aumentar la presión sobre Ucrania, mientras Rusia intensifica sus ataques contra ciudades ucranianas y mantiene su ofensiva en el este del país, y en el que un Trump cansado y frustrado comienza a priorizar otros temas en su agenda, mientras espera a ver si algo cambia en este conflicto aún sin salida.

Instagram: @mauriciomesch

TW: @maurimm

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios