Cada año elaboro en este espacio un breve recuento de algunos temas internacionales que probablemente marcarán la agenda en el ciclo que inicia. Naturalmente, es imposible abordar estos asuntos con profundidad y hay otros que ni siquiera alcanzamos a mencionar debido a lo limitado del espacio. Aún así, me enfoco en lo que, desde cómo se está observando el final del 2023, considero que estaremos escribiendo con frecuencia durante el año que inicia.

1. Empiezo recalcando que el mundo vive dos guerras mayores y una infinidad de otros conflictos armados activos. Con toda probabilidad, seguiremos escribiendo mucho al respecto. Cada uno de éstos es empujado por factores distintos; algunos de esos factores se entretejen, pero apuntan hacia rutas, duraciones y escenarios diferentes:

a. La guerra en Ucrania que en realidad comienza desde 2014, pero que se detona con mayor intensidad a partir de la intervención frontal y a gran escala de Rusia en 2022, está iniciando ya su sexta fase. Tras la contraofensiva ucraniana que se quedó enormemente corta en cuanto a las expectativas que había generado interna y externamente, arranca un nuevo invierno en el que las condiciones dificultarán las operaciones. Los temas centrales con los que el año inicia son, por un lado, la fatiga y desgaste con los que esta guerra está siendo observada desde Occidente (el mayor pilar del respaldo con el que Ucrania cuenta), tanto mediática como psicológicamente, y por tanto, las consecuencias políticas de esa fatiga, que ponen en jaque el continuado apoyo de EU y sus aliados hacia Kiev; y por el otro lado, la posibilidad de que ahora sea Rusia quien esté pensando en nuevas ofensivas, y consecuentemente, las crecientes recomendaciones a Ucrania al respecto de la necesidad de modificar su estrategia hacia la defensa y la resistencia con miras a una posible negociación (ver el reporte de Político de hace unos días al respecto, entre muchos más). El conflicto ucraniano se enmarca, además, en la conflictiva mayor que existe entre Moscú y la OTAN, una alianza ahora expandida, y que espera en 2024 incorporar a Suecia. Lo estaremos siguiendo.

b. La guerra en Medio Oriente que ya corre por varios frentes además de Gaza, pero que inicia el año con la posibilidad de que esos frentes se intensifiquen y expandan. Los temas que marcarán la agenda en este rubro son: primero, la evolución de la meta que ha sido anunciada por Israel acerca de erradicar a Hamás de Gaza, lo que, como era esperado, se está topando con serias dificultades materiales a causa de las tácticas que esa organización ha planeado e implementado desde años atrás—y apunta por tanto hacia más meses de prolongado conflicto, incluso si éste adopta características distintas y más limitadas—además de incluso más serias dificultades políticas a nivel internacional por la crisis humanitaria y el altísimo monto de civiles muertos tras la estrategia de guerra total del gobierno de Netanyahu en contra de las agrupaciones terroristas en Gaza; segundo, los choques políticos al interior de Hamás, cada vez más públicos, a raíz de las diferentes y contrastantes visiones acerca del futuro de esa organización y de la lucha contra Israel; tercero, la potencial expansión del conflicto entre Irán y sus aliados como Hezbollah y los houthies contra Israel, además de una serie de otros países y actores involucrados, empezando por EU; por tanto, cuarto factor: el rol que jugarán Washington y sus aliados árabes para intentar contener y eventualmente desactivar toda esta serie de complicaciones, y las posibilidades reales para que a través de la Autoridad Nacional Palestina o algún otro esquema, se materialice no solo algún futuro viable para Gaza sino la fórmula de dos estados, o alguna nueva fórmula para construir la paz de manera permanente, o bien, si una vez desactivado el conflicto actual, el tema se vuelve a olvidar como en el pasado, marcando la cuenta regresiva para un nuevo estallido.

c. Como dije, hay muchos otros conflictos en curso y es imposible abordarlos todos acá. Menciono algunos de los que seguramente estaremos escribiendo más adelante. Están las guerras en Siria y en Yemen que, también como señalé, se entretejen con el conflicto en Gaza, pero que pasan por sus propias fases de distensión y sus propios nuevos estallidos. Están ahí, activos, otros conflictos como el de Sudán, el de Etiopía (que hacia el fin de año adoptó una nueva faceta por el incremento de tensiones entre Addis Abeba y Eritrea), el de Libia, o el prolongado conflicto en el Congo (que no es uno sino muchos), entre varios más. En 2023 observamos la continuación de varias dinámicas en el Sahel, como los últimos golpes de Estado, la prolongada actividad jihadista y terrorista, y la intersección de todos esos factores con la conflictiva internacional entre Rusia y Occidente. En este año estaremos observando la evolución de esas dinámicas, así como el rol que jugará la nueva versión del grupo Wagner que Moscú está diseñando para sostener y expandir su influencia. Además de lo que señalo, hay muchos otros temas, Latinoamérica incluida, como, por ejemplo, la disputa territorial entre Venezuela y Guyana y su potencial internacionalización, o la muy probable conflictiva política interna en países como Argentina a raíz de las medidas de choque que su nuevo presidente está implementando, o bien, otras cuestiones que últimamente están fuera del foco mediático, pero que nos mantenemos observando todos los días. Esto incluye, por ejemplo, el conflicto en Myanmar, en donde las milicias rebeldes están ahora a la ofensiva y podrían hacer colapsar a la junta militar este mismo año, o la situación en las Coreas, todo lo que sucede en Afganistán, también en Pakistán, o la evolución de las disputas fronterizas entre India y China, entre muchos asuntos más.

2. Esto nos lleva a un segundo tema mayor que es el de la compleja relación China-Estados Unidos. Este tema inicia 2024 con un renovado esfuerzo por parte de Washington y Beijing para establecer canales de comunicación, y algunas líneas mínimas que buscan marcar pautas para contener su enfrentamiento. Este intento en realidad comienza desde el 2022, pero colapsó desde el principio del 2023 tras los incidentes de los globos y objetos aéreos. Los nuevos intentos, marcados por conversaciones al más alto nivel entre EU y China, no desconocen la multiplicidad de factores en los que ambas potencias compiten y chocan, pero sí se encuentran en una noción común: está en su más elevado interés evitar un estallido que se salga de las manos de todas las partes. Este año estará marcado por esa serie de dinámicas difíciles de conciliar, que incluyen temas como la ciberguerra, el espionaje y la guerra informativa, la guerra tecnológica, la comercial que no se ha detenido, y sobre todo la cuestión de Taiwán, sumadas a otras dinámicas como las elecciones en EU, todo eso, en competencia con la necesidad—que es real—de ambas superpotencias de evitar que las cosas escalen.

3. Esto se conecta con lo que, sin duda, marcará fuerte al 2024: elecciones y más elecciones en todo el planeta. Decenas de países, incluido el nuestro, estarán sumidos en procesos electorales. De muchos de esos procesos estaremos hablando durante el año, varios de ellos de altísimo impacto geopolítico como el de la India. Pero tres concretamente son relevantes para los asuntos que estoy hoy acá registrando. Rusia con altísima probabilidad verá la renovación del mandato de Putin, pero igual estaremos monitoreando temas como la participación ciudadana, o como el discurso disidente (a la izquierda y también a la derecha del mandatario ruso). Está el proceso en Taiwán que podría sellar el tono de las relaciones no solo entre Taipéi y Beijing, sino incluso entre EU y China por los próximos años. Y está, naturalmente, el que probablemente es el proceso electoral de mayores consecuencias para asuntos internacionales, el de EU. Y en esta ocasión, lo es no solo por la relevancia económica y política que tiene la superpotencia, sino específicamente por el posible retorno de Trump a la Casa Blanca, a quien ya conocemos, y quien anuncia nuevos bríos en términos de decisiones que tienen altísimo impacto global. Esto se conecta con otros temas que estarán muy presentes en la agenda 2024, lo que incluye desde el tamaño de la deuda estadounidense, la quizás renovada intensidad de corrientes y tendencias de extrema derecha en ese país (incluido el incremento de la violencia asociada a esas tendencias como ha ocurrido en el pasado) hasta otros muchos asuntos que involucraran a México, como los temas comerciales o, por supuesto, los migratorios, más en momentos como el actual.

4. Por último, imposible dejar de mencionar que este año estará marcado de manera particular por temas relacionados con la inteligencia artificial. Esto tiene que ver no solo con el desarrollo y su utilización constructiva, sino por muchos otros factores como, por ejemplo, el uso que se dará a esa tecnología en temas de guerras informativas, intervenciones externas e internas en los muchos procesos electorales que menciono, sus usos militares para conflictos como los que arriba señalo, o en temas de espionaje a nivel global: También resaltarán los muchos intentos que están emergiendo para intentar regular y controlar su crecimiento como ahora mismo sucede en Europa.

En fin, hay muchos otros asuntos que quisiera abordar—como la evolución del terrorismo en este 2024, u otros que ya hemos tocado con frecuencia como las interconexiones globales en temas de protestas sociales y desconfianza en instituciones, los populismos y nacionalismos, o incluso temas europeos que acá hoy omito—pero tendré que hacerlo más adelante. Lo que queda claro es que, sin duda, para quienes tenemos la tarea de revisar los asuntos internacionales, 2024 será un año enormemente ocupado.

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