Que el mundo es un complejo sistema en el que las partes impactan al todo y el todo impacta a las partes, no es novedad. Lo que pasa es que es posible observar en las últimas décadas y años, cómo es que cada vez más de esas partes, factores e interacciones de ese sistema se conectan con otras a velocidades sorprendentes. El actual conflicto entre Israel, Hamás y la Jihad Islámica no es excepción. Dedicamos el texto de hoy a explicarlo, así como resaltar los riesgos de expansión.

(Nota: este es un texto de seguimiento. En los últimos días he escrito varios más. Acá los puede leer si ello es de su interés: )

Factores regionales: “Irán y el eje de resistencia”

1. Al momento de este escrito, el mayor riesgo es la posible transformación del conflicto Hamás-Israel en un conflicto multifrontal. Estamos hablando del involucramiento primero, de la milicia libanesa de Hezbollah (la cual, hasta este punto, está teniendo intercambio de fuego diario y varias veces con el ejército israelí, aunque aún dentro de un marco limitado), y segundo, de otra serie de milicias ubicadas en Siria, Irak y Yemen. El común denominador de estas milicias es que todas son financiadas, armadas, entrenadas y hasta cierto punto coordinadas por Irán.

2. De acuerdo con lo que hoy se está analizando, hay incentivos y restricciones para que esta expansión ocurra. Irán está en permanente coordinación con Hezbollah y las otras milicias sopesando estos factores. De un lado, es claro que a Israel se le complicarán las cosas enormemente si tiene que pelear en todos estos frentes. Hezbollah, por ejemplo, cuenta con un arsenal muchísimo mayor (cualitativa y cuantitativamente) que Hamás; la cantidad de misiles que serán enviados a ciudades israelíes incrementaría considerablemente el daño sobre la vida y economía del país; Israel tendría que coordinar la ofensiva en el sur con otras ofensivas en territorios como Líbano y Siria. Todo esto sin considerar que Hezbollah conoce perfectamente los puntos débiles de Israel en este tipo de ofensivas, ha ubicado su buena parte de infraestructura militar en zonas pobladas por civiles como Beirut, lo que eleva el costo humano de los ataques israelíes. Esto producirá una presión internacional hacia Israel todavía mayor que la que actualmente se está ya construyendo por la situación humanitaria en Gaza. Por tanto, Israel puede resultar material y políticamente muy golpeado por la expansión que menciono.

3. Dicho lo anterior, Irán y sus aliadas están también sopesando los posibles daños que sin duda Hezbollah y todo el eje proiraní sufrirán, que no son pocos. De entrada, en Líbano, un sector importante culpará a Hezbollah por haber arrastrado al país al conflicto y eso puede generarle un costo político interno alto. Pero además de eso, Israel golpeará fuertemente la infraestructura militar que la milicia ha construido, retrasando sus capacidades por varios años. Irán preferiría que su eje simplemente recoja y saque ventaja de lo que los ataques de Hamás y la Jihad Islámica ocasionaron en Israel y limitar la guerra solo a Gaza.

4. El problema para el eje proiraní está en que, si Israel es eficaz en conseguir lo que ha anunciado—reducir dramáticamente las capacidades de Hamás hasta volverle inoperante—ese eje saldrá también muy afectado.

5. Considerando lo anterior, Teherán y sus aliadas están observando el desarrollo de los eventos en Gaza. Hasta hoy, se estima poco probable que Irán intervenga de manera directa; en su evaluación no es necesario hacerlo dadas las capacidades que tienen sus aliadas. La cuestión es que Hezbollah se mantiene probando diariamente a Israel, mediante tácticas limitadas que consisten en proyectiles con mortero o misiles enviados contra posiciones israelíes; de su lado Israel responde también de manera limitada por ahora, pero alguno de estos incidentes podría escalar.

Factor Estados Unidos

1. Partamos de que, desde hace varios años, Washington ha estado intentando replegarse de Medio Oriente—para atender sus mayores prioridades que son Rusia, China y todo lo que alrededor de ellas acontece—y que hoy, la situación le arrastra de nuevo a la región.

2. Uno de las causas centrales es, por supuesto, la persistencia de un conflicto como el palestino-israelí que tiende a estallar cada cierto tiempo, y que ha sido prácticamente abandonado a su suerte, y, por tanto, a la hostilidad de los actores enfrentados. Pero el tema es que este conflicto se conecta con otros asuntos.

3. Internamente en EU, Biden ha sido muy criticado por su distancia de Medio Oriente, por sus negociaciones con Irán, y por permitir que Teherán haya crecido sus actividades regionales al punto de tener a sus aliadas (como Hamás o Hezbollah) tan capacitadas para afectar intereses de aliados de EU, o bien, directamente intereses estadounidenses. Ante ello, Biden ha elegido responder con firmeza no solo con su respaldo político, financiero y con armas a Israel.

4. La presencia de portaaviones estadounidenses en la región, amenazando a Irán o a sus aliadas en caso de intervenir, es inusitada en los conflictos Hamás-Israel, y muestra parte de lo que indico. De acuerdo con estimaciones que se han efectuado, existe una posibilidad de que Washington intervenga de cierta manera (lo que podría incluir bombardeos propios) en caso de que el eje proiraní, empezando por Hezbollah, se lance de lleno a la guerra.

Esto también está siendo sopesado entre Teherán y las milicias que coordina, varias de las cuales están amenazando a EU y a sus tropas en la región.

Factor Arabia Saudita

1. Como aliado de Estados Unidos, como líder del islam sunita y principal rival de Irán, Arabia Saudita ha sido, en los últimos años, el enemigo tradicional del eje proiraní. No obstante, hay algunos elementos que se necesitan considerar. El primero, es que el reino saudí no se encuentra en su momento de mayor cercanía con Washington. Esto es algo que Biden ha estado tratando de enmendar los últimos meses, pero el éxito del reacercamiento ha sido aún limitado. Segundo, fue China quien intervino para mediar un acuerdo de restablecimiento de relaciones entre Irán y Arabia Saudita. Riad ha estimado que, en estos tiempos geopolíticos, mantener canales de cooperación con Irán tendrá más eficacia para sus agendas que los niveles de conflicto que estuvimos observando en años previos.

2. Un siguiente elemento para el reino saudí es lo sensible del tema palestino entre su población. Es verdad que Riad estaba también en un proceso para normalizar relaciones con Israel, en este caso, mediado por EU, pero Arabia Saudita efectuó varias demandas a Israel respecto a Palestina. No obstante, dado el avance de ese proceso, y las enormes concesiones por parte de Washington que Riad iba a obtener, daba la apariencia de que la situación palestina pasaba a segundo término en este proceso. Eso cambia ahora radicalmente.

3. Bajo las circunstancias actuales, es imposible para Arabia Saudita no posicionarse claramente en contra de Israel. Su proceso de normalización con ese país se encuentra ya congelado, y a medida que crezca la crisis humanitaria en Gaza, en esa medida Riad seguirá teniendo que mostrar una posición crítica contundente contra el gobierno de Netanyahu.

4. Aún así, Hamás no es ningún amigo de Riad. Más aún, la competencia y rivalidad entre el reino saudí y el eje proiraní que ahora mismo amenaza a Israel y a Estados Unidos—el cual incluye por ejemplo a los rebeldes houthies en Yemen con quienes Riad ha estado en guerra por 8 años—no es un tema menor. Esto coloca a Riad en una posición enormemente compleja, que habrá que ir observando.

Qatar, Turquía y Egipto: ¿mediadores?

1. Adicionalmente, están países como Qatar y Turquía, países quienes a lo largo de los años han desarrollado una importante cercanía con Hamás. Particularmente Qatar, quien estuvo financiando y respaldando a todos los actores islamistas en Medio Oriente tras la Primavera Árabe, resulta un actor clave ante la circunstancia actual, pues de un lado es una de las mayores fuentes de financiamiento de Hamás, pero del otro lado, Doha es considerada por Washington como un aliado militar estratégico (“Non-NATO Major Ally” es el término). Esto está ya ocasionando que ese país actualmente resulte crucial hoy mismo para mediar temas como los rehenes capturados por Hamás, así como el alivio a la crisis humanitaria que se ha estado construyendo para la población de Gaza. Erdogan, como sabemos, también tiene intereses en mediar y seguramente su rol será importante en los días que siguen.

2. Egipto es, tradicionalmente, el mediador más eficaz en los conflictos entre Israel y Hamás. Por un lado, el presidente Sisi tiene un enfrentamiento, casi personal, con la Hermandad Musulmana, el movimiento del cual Hamás emerge. Pero, por otro lado, los militares egipcios han desarrollado canales de comunicación altamente eficaces con el ala armada de Hamás, y, por tanto, normalmente su labor es fundamental para detener las hostilidades. Sin embargo, ahora mismo Egipto, país que también tiene su frontera cerrada con Gaza, teme una crisis de refugiados en su territorio en momentos en los que atraviesa una situación económica muy complicada. Aún así, es de esperarse que Cairo, aliado tradicional del bloque saudí, y actualmente en su propio proceso de acercamiento con Qatar y Turquía, vuelva a jugar un rol fundamental en los tiempos que vienen.

Factores Rusia-Ucrania y China

Acá hay mucho que comentar y tendremos que profundizar en esto más adelante. Por ahora, solo lo siguiente:

1. El primer efecto evidente tiene que ver con la reducción de Ucrania en la agenda mediática y política. El conflicto entre Israel y Hamás está acaparando todos los reflectores, las acciones y negociaciones políticas, y, por tanto, el tema de Ucrania está mucho menos en la agenda. Es importante decir que nada en Ucrania se ha resuelto. Los enfrentamientos continúan. Ahora mismo Rusia está lanzando su propia ofensiva para incrementar sus áreas controladas, y sobra decir que Kiev se encuentra desesperada por recuperar la prominencia que su situación ha tenido los últimos dos años.

2. Segundo, como sabemos, Rusia, Irán y China se han estado acercando cada vez más en los últimos años. Esto no les convierte directamente en aliadas, pero sí en actores que coordinan políticas, medidas, y temas diversos. Esto incluye un acuerdo económico-militar de 25 años firmado en 2021 entre Beijing y Teherán, y más recientemente la venta de drones y misiles iraníes a Rusia a cambio del posible traslado de aviones rusos a Irán.

3. Si a ello sumamos el reposicionamiento de Estados Unidos en la región, sería natural pensar que tanto China como Rusia se coloquen del lado iraní o proiraní en el conflicto actual en Gaza y en Israel. Esto, evidentemente, se manifestará de distintas formas, desde temas diplomáticos hasta otros que tienen que ver con financiamiento y armamento.

Aún así, es importante acotar par de puntos más.

4. Rusia no está en este momento interesada en involucrarse en un frente adicional al que ya tiene en Ucrania. Sus problemas económicos, de armamento y de personal, restringen sus actividades en Medio Oriente. No obstante, su rol es crucial específicamente en el caso de Siria, y de las posiciones iraníes en ese país. Al respecto, hay que decir que Moscú e Israel tenían, hasta antes de lo de Ucrania, una relación aceptable y una relativa confluencia de intereses: ninguno de los dos países quería que Irán tome el control de Siria. Esto, sin embargo, ha cambiado en este par de años, y será importante observar cómo se posiciona Moscú para favorecer los intereses iraníes, aunque como dije, solo podrá hacerlo de manera limitada.

5. China de su lado, tiene inversiones y una relación de trabajo con Israel, y tiene también sus propios intereses y temas que le colocan en una posición de relativa distancia ante el conflicto Hamás-Israel. A la vez, Beijing está, a pesar de todos los temas que les enfrentan, intentando establecer cierta coordinación y comunicación con Washington debido a factores que ahora mismo no menciono. Esta combinación de elementos coloca a Beijing en una situación no simple: por un lado, criticando hasta cierto punto a Israel (pero también a los actos de Hamás), pero por el otro lado, sin demasiado interés en intervenir más allá de los lazos de cooperación que ya tiene con Teherán.

Hay mucho más que decir, pero lo dejo acá por ahora pues ya me extendí. Continuaremos dando seguimiento a la situación.

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