Como Trump lo prometió, se han reanudado las negociaciones en torno al proyecto nuclear iraní. Se hizo todo un asunto respecto a si estas negociaciones eran o no eran conversaciones directas. El obstáculo se logró salvar ya que, tras esta primera ronda de negociaciones que fueron mayormente indirectas, mediadas por funcionarios de Omán, el ministro exterior iraní tuvo un breve intercambio directo con Steven Witkoff, el amigo personal y negociador predilecto de Trump. Pero, aunque ese es un tema que importaba a las partes, dista con mucho de ser el tema mayor. Trump abandonó en 2018 un acuerdo nuclear con Irán que ya existía calificándolo como el “peor acuerdo jamás firmado”. Por tanto, la medida del éxito de las actuales negociaciones, al menos en teoría, tendría que ser mínimamente un mejor acuerdo que aquél. Lo que pasa es que, con Trump, la teoría no es siempre el motor de su conducta. ¿Qué contenía ese acuerdo del 2015? ¿Cuáles eran las críticas de Trump y el sector que él representaba al respecto de ese acuerdo? ¿Qué posibilidades existen hoy de que ese acuerdo no se mejore y estalle un conflicto más en esa región del mundo?
(Nota: este es un texto de seguimiento. La semana pasada hablamos de todo el contexto que rodea a las actuales negociaciones, si desea, lo puede leer acá: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/negociaciones-o-conflicto-eu-iran-el-contexto/)
1. ¿Qué contenía el acuerdo del 2015 firmado por Obama y abandonado por Trump en 2018?
El acuerdo nuclear entre Irán y las potencias no es un tratado vinculante, sino una serie de términos pactados por las partes, cuya única garantía de cumplimiento es el acuerdo mismo. Si una parte incumple con lo pactado, la otra tiene la opción de dar marcha atrás en sus compromisos. Es por ello que, dentro del entendimiento, se establecía un régimen de inspecciones sin precedentes a las instalaciones iraníes, y, al mismo tiempo, Washington se mantenía continuamente certificando que el acuerdo estaba siendo cumplido. En síntesis, este entendimiento de 2015 establecía que: (1) Se revertiría la capacidad nuclear iraní, incrementando el lapso de tiempo que a este país le tomaría brincar del punto en el que se encontraba hasta poder armar una bomba atómica. Esto se conseguía desactivando casi 14 mil centrífugas y enviando fuera de Irán unas 10 toneladas de uranio ya enriquecido (suficiente para armar unas 7 u 8 bombas); (2) El enriquecimiento de uranio en Irán continuaría a través de unas 5,000 centrífugas que permanecen activas, pero no sería un enriquecimiento de niveles mayores que al 4% de pureza. Para una bomba nuclear se requiere enriquecer uranio a niveles de hasta 90%; (3) Las instalaciones subterráneas de Fordow se convertirían en instalaciones solo de investigación pero sin material nuclear ubicado en ellas; (4) Se bloqueaba el reactor principal de plutonio, garantizando que no se produciría ese material en grado suficiente para el armado de armas nucleares; (5) Se impedía la construcción, al menos durante 10 a 15 años, de nuevas instalaciones que pudieran enriquecer material para efectos nucleares; (6) Solo si se respetaba el 100% de lo anterior, las sanciones diplomáticas y financieras contra Irán serían levantadas y sostenidas sin efecto.
2. ¿Cuál era la crítica de los opositores a este acuerdo entre quienes se encontraban Trump y Netanyahu, primero ministro israelí entonces y ahora?
Las objeciones que él, y la mayor parte de opositores al acuerdo hacían, se pueden resumir así: (a) el acuerdo tenía fecha de caducidad (del 2025 al 2030), tras lo cual Irán podría reanudar su actividad nuclear por fases hasta convertirse en un “estado nuclear legitimado”; (b) el acuerdo no abarcaba el programa de misiles iraníes, el cual siguió progresando desde entonces; (c) tampoco se incluyó, como parte del pacto, algún tipo de restricción al respaldo iraní a distintos actores no estatales y milicias en su región, contrarios a los intereses de EU y/o de sus aliados.
Como explicamos en el texto previo, Trump abandona ese acuerdo en 2018 y fracasa en hacer que los iraníes se sienten a renegociarlo. Eso resulta en que EU reimpuso una enorme cantidad de sanciones contra Irán y a su vez, ese país reanudó el enriquecimiento de Uranio a un grado tal que hoy cuenta con material para armar de 5 a 10 bombas nucleares si tomara la decisión de hacerlo, encontrándose a unos pocos días de armar esas bombas una vez que lo decida.
3. Negociar con Irán en 2025
Por tanto, en teoría, la negociación de un mejor acuerdo que aquél calificado por Trump como el “peor acuerdo jamás firmado” debería: (a) recuperar cuando menos todos y cada uno de los puntos anteriores, (b) ofrecer una alternativa viable a la fecha de caducidad que entonces existía (10 a 15 años) que sea mejor, (c) abordar de forma creíble las otras objeciones que Trump tenía en 2017, o cuando menos parte de ellas, tales como el proyecto de misiles de Irán.
4. Sin embargo, “en teoría” para Trump no implica “en realidad”
Como sabemos, para Trump es mucho más importante la percepción de cumplimiento que el cumplimiento mismo; es mucho más importante el mensaje y la comunicación del mensaje que los hechos, cifras, datos o resultados. En 2025, esto significa que Trump no necesariamente está buscando un mucho mejor acuerdo que el que ya existía en 2018, sino la percepción de que lo que él está firmando es “mucho mejor” que lo que Obama firmó. Esto, naturalmente, le otorga un margen de maniobra considerable.
5. ¿Qué significa eso en el mundo material?
Podríamos resumirlo así: el mínimo establecido por Witkoff hace unos días no consiste en que no haya un proyecto nuclear o un proyecto de misiles, sino que no haya—de manera definitiva—un arma nuclear. En pocas palabras, Trump intentará que Irán reconozca de alguna manera, que renuncia a armar una bomba atómica y que la intención de mantener el proyecto nuclear en el ámbito civil no tiene fecha de caducidad. Todas las otras críticas que en su momento Trump hizo al acuerdo previo, podrían desecharse ahora, si es que Irán acepta declarar formalmente algún tipo de compromiso para mantener su proyecto en el ámbito civil.
6. Las dificultades técnicas de un compromiso así
Aún si Irán efectuara un compromiso de la naturaleza que señalo, un acuerdo serio necesitaría muchos meses de negociaciones puesto que ese compromiso requeriría de una serie de factores técnicos que deberían diseñarse e implementarse por personal internacional altamente especializado. Esto implicaría que un acuerdo formal tardaría al menos un año y medio en negociarse y aún así, quizás mantenga importantes huecos como el previo.
Trump, sin embargo, no tiene tanto tiempo. Para él, la velocidad es lo más importante, pues con Irán podría conseguir lo que no está logrando en Gaza o entre Rusia y Ucrania. Él necesita mostrarse como “dealmaker” y como “hacedor de la paz”. Urgentemente.
Por tanto, lo que temen los halcones en Washington, en Israel y en otros sitios de Medio Oriente es que, en su prisa, él se conforme con la palabra de las autoridades iraníes, y confíe en sus buenas intenciones para firmar algo que ahora mismo pueda presentarse y negociar los detalles más adelante.
7. La necesidad de un acuerdo por parte de Irán
Irán no se encuentra en la misma posición de poder que en 2018. En estos años, su economía se encuentra hecha pedazos por decir lo menos. Las manifestaciones sociales afloran cada tanto exhibiendo el gran descontento de la población con el régimen. El último movimiento mayor fue el liderado por las mujeres y duró meses cediendo únicamente ante una brutal represión por parte del régimen.
Pero además de lo interno, el “anillo de fuego” proiraní, el “eje de resistencia”, es decir, su red de alianzas regionales, se encuentra fuertemente vulnerado tras los enfrentamientos que éste ha tenido con Israel. Las capacidades de Hamás y Hezbollah para seguir haciendo daño a Jerusalem se encuentran en su peor momento en décadas. Las milicias proiraníes en Irak están considerando seriamente desarmarse. El régimen de Assad, uno de sus mayores aliados regionales, colapsó en unos pocos días, además de que Rusia no salió en su defensa, lo que cuestiona incluso la cercanía de Teherán con Moscú. Las rutas de suministro para rearmar a actores como Hezbollah están completamente colapsadas. Y por si esto no basta, Irán mismo fue dañado en sus capacidades antiaéreas tras sus enfrentamientos directos con Israel.
8. La aversión de Trump a un conflicto prolongado.
Para dar credibilidad a sus amenazas, la administración Trump ha hecho dos cosas. Primero, lanzar una campaña de bombardeos masivos contra los houthies, rebeldes yemeníes parte del eje proiraní, responsabilizando a Irán de las acciones que éstos lleven a cabo. La segunda es efectuar el mayor despliegue militar en la zona del Golfo desde que iniciara la guerra en Medio Oriente en octubre del 2023.
Por consiguiente, sí hay una posibilidad seria de que no se logre un acuerdo con Irán, y que entonces se lleve a cabo un ataque conjunto entre Israel y EU contra Irán.
Sin embargo, Trump realmente no desea involucrar a EU en un nuevo conflicto en Medio Oriente. Primero, porque según encuestas un 70% de estadounidenses se oponen a ello, especialmente su base. Segundo, porque él mismo haría lo que prometió no hacer: iniciar una guerra y ser arrastrado a mantenerla indefinidamente. Tercero, porque sus asesores militares le están recomendando evitar esto a toda costa, puesto que—una vez más—EU desviará su atención y recursos de una región prioritaria como Asia Pacífico en donde se requerirá un mucho mayor esfuerzo para disuadir a China.
A pesar de ello, sin embargo, Trump podría tener que cumplir con su palabra y atacar. Sin embargo, quizás para salvar un poco lo que arriba indico, ya nos adelantó que esos ataques podrían estar “liderados por Israel”.
En nuestra evaluación, esta no es de ninguna manera su opción preferida y hará todo cuanto esté en sus manos para evitarla. Esto incluye aceptar un compromiso que resulte en un acuerdo no mucho mejor que lo que antes existía, sino es que incluso equiparable a aquél del 2015 para posteriormente encuadrarlo o “brandearlo” como un gran pacto.
Pero si todo eso no le sale bien, las probabilidades de que el conflicto estalle son reales.
9. Aún así, las probabilidades de un acuerdo han crecido en estas semanas
Si combinamos todos los factores que señalo, Irán podría aceptar términos generales planteados por Trump. La Casa Blanca, podría, en unas pocas semanas o días, empezar a encaminar las cosas como para aceptar una especie de memorándum de entendimiento (que Trump pueda presentar como un “nuevo acuerdo nuclear”), el cual indique el compromiso de que Irán no buscará militarizar su proyecto nuclear y que los detalles de ello podrían irse trabajando de acá a los próximos tiempos.
A cambio de ello, Irán podría obtener dos cosas centrales. La primera es conservar sus capacidades y conocimiento nuclear, con lo que mantiene un disuasor en potencia, un proyecto nuclear listo para reanudarse en el tiempo en que algo no saliera bien, consiguiendo además muchos meses para ir negociando y prolongando detalles técnicos complejos. La segunda sería un alivio inmediato de sanciones que podría otorgarle un indispensable respiro a su economía y su población.
Ese es el escenario base, una combinación entre la prisa de Trump, las necesidades de Irán, y las posibilidades de Trump para encuadrar la realidad a la historia que él decida contar al respecto. Aún así, ese escenario enfrentará múltiples oposiciones desde Israel hasta Washington, y Trump podría no conseguir lo que en su cabeza ya mismo se está cocinando. Eso abriría otros escenarios que van desde ataques muy limitados y quirúrgicos contra instalaciones nucleares iraníes, hasta un conflicto mucho más prolongado en el que Irán incluso podría atacar instalaciones nucleares israelíes e instalaciones petroleras de otros aliados estadounidenses. Lo iremos evaluando en este espacio.
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