Continúa la espiral ascendente entre Israel y Hezbollah. Podemos apreciar que velozmente se empieza a materializar una combinación de los escenarios que planteamos el viernes: Por un lado, Hezbollah sigue deteniendo y calibrando sus represalias mayores—mientras que se mantiene lanzando ataques contra el norte de Israel, pero que siguen siendo limitados en comparación a lo que esa agrupación puede llevar a cabo—y por el otro lado, Israel, sin esperar, ha escalado dramáticamente el monto, profundidad e intensidad de sus ataques en Líbano. En el texto de hoy, evaluamos las posibles decisiones de Hezbollah bajo estas nuevas circunstancias, y seguimos haciendo algunas consideraciones acerca de hacia dónde se puede dirigir esta confrontación.
(Como nota, este es solo un texto de seguimiento. Todos los artículos para entender el contexto previo se encuentran en mi perfil de El Universal https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mauricio-meschoulam/. Si no los ha leído, recomiendo leer aquellos primero).
1. Como dije antes, el foco del conflicto en Medio Oriente se ha trasladado de Gaza hacia el Líbano. Esto no implica de ninguna manera que en Gaza exista un cese al fuego, mucho menos una solución de fondo para esa muy delicada situación. Lo que sucede es que, frente a los bombardeos y ataques sistemáticos de baja intensidad efectuados contra su territorio por parte de Hezbollah, Israel ha optado por escalar y, ahora sí, dirigir su fuerza de manera más seria contra esa milicia libanesa aliada de Irán. Hasta ahora, Hezbollah había dicho que pondría fin a sus ataques contra Israel solo si había un cese al fuego en Gaza. Lo que estamos viendo, sin embargo, coloca su conflictiva con Israel en otra dimensión, lo que difícilmente se detendrá con lo que ocurra o deje de ocurrir en Gaza. Por tanto, parte de la estrategia de Israel consiste en desvincular ambos conflictos.
2. En los días posteriores a las explosiones de buscapersonas y walkie-talkies, Israel ha intensificado sus bombardeos en Líbano de manera notable. El viernes, uno de sus ataques eliminó al jefe de operaciones de Hezbollah, además de otros 15 líderes militares de la organización. Decenas de civiles murieron en el bombardeo. Pero mientras Hezbollah seguía meditando las represalias que lanzaría ante estos ataques, Israel ha continuado intensificando sus bombardeos aún más, atacando, según indica, sitios de lanzamiento de misiles y el arsenal de la agrupación. El monto de personas muertas sigue escalando ya por cientos.
3. Esta vez, a diferencia de la guerra que estos dos actores sostuvieron en 2006 o bien, a diferencia de la guerra de Israel contra Hamás, los objetivos de la operación están siendo más limitados y, podríamos decir, relativamente realistas. Es decir, Israel no está buscando “eliminar a Hezbollah” o “eliminar sus capacidades militares”, sino que expresamente está enunciando que solo busca que las decenas de miles de sus ciudadanos que han sido desplazados del norte del país a raíz de los bombardeos de esa organización, puedan retornar a sus hogares de manera segura, y que Hezbollah cumpla con las resoluciones de la ONU que le obligan a replegarse del sur de Líbano hacia el norte del río Litani.
4. No obstante, hay un número de consideraciones que deben incorporarse al análisis. Sabemos que hasta ahora Hezbollah no ha estado dispuesta a ceder en sus ataques hasta que haya un cese al fuego en Gaza. De hecho, durante aquellos pocos días del noviembre pasado en los que sí operó un breve cese de hostilidades entre Israel y Hamás, Hezbollah se sumó a ese cese al fuego y dejó de lanzar misiles contra Israel. Como consecuencia, hasta este punto, todas las conversaciones que han intentado parar el fuego en la frontera entre Líbano e Israel, buscando negociar factores propios y exclusivos del conflicto Israel-Hezbollah, se han topado con pared. Ningún cese al fuego en Líbano, ha insistido Hezbollah, hasta que Israel “no detenga la guerra en Gaza”.
5. Aún así, su estrategia de desgaste contra Israel era altamente eficaz: ocasionaba fuertes daños contra su enemigo, no solo materiales, sino elevadas tensiones políticas, psicológicas y en la moral del ejército israelí y de los habitantes del norte del país, sin tener que pagar demasiados costos por hacerlo. Como vemos, lo que busca Israel en esta ocasión, es romper completamente esa ecuación y, en palabras de su dirigencia “cambiar el balance de poder” en la zona.
6. Hezbollah, por tanto, al igual que Irán su aliado mayor, está metida en un predicamento. Si decide lanzar una represalia o una serie de represalias mayores, Israel ya ha señalado que está dispuesto a escalar hacia una guerra mayor. Esto no solo tendría enormes costos sobre la población libanesa y su economía (ya previamente en crisis)—con las consecuencias políticas para su partido que forma parte del gobierno y del parlamento—sino que, sin duda, golpeará fuertemente las capacidades militares de esa organización. Ya en pocos días Israel mostró que el grado de penetración de su inteligencia en las comunicaciones y en los canales de mando de la organización, le harán pagar un costo sin precedentes. Esto no es lo que Hezbollah o Irán deseaban, y mucho menos, por defender a Hamás, algo muy difícil de argumentar para la población libanesa que pagará los costos mayores.
7. Sin embargo, no desplegar mayores capacidades frente a Israel, está dejando de ser opción para el líder Nasrallah.Hezbollah puede, si lo decide, dañar fuertemente a su enemigo. A lo largo de estos meses hemos visto el potencial letal sus drones, su capacidad para esquivar las defensas israelíes, la inteligencia con la que cuenta para dañar no solo infraestructura militar de Israel sino también infraestructura energética y civil del país. Todo ello sin considerar los 150 mil misiles con los que cuenta (decenas de miles de ellos balísticos y otros de alta tecnología y precisión).
8. Esta combinación de factores—además del shock recibido por los ataques israelíes de los últimos días—estaba ocasionando que Hezbollah meditara con cautela el cuándo y cómo responder, puesto que sus consideraciones no están en la táctica (lo que puedan ocasionar a Israel en el corto plazo), sino en la estrategia. Se trata de un delgado equilibrio entre lograr que Israel comprenda que esa organización no será disuadida por sus ataques y asesinatos, y al mismo tiempo, conservar su poder para seguir ejerciendo su influencia en su país y en la región.
9. Hasta el momento de este escrito, Hezbollah ha elevado sus ataques abarcando ya no solamente la Galilea en el norte de Israel, sino los suburbios de Haifa (la segunda ciudad israelí) y algunos puntos poco más al sur.
10. Dicho todo lo anterior, sin embargo, es difícil pensar que, a través de la fuerza, una organización como Hezbollah, vaya simplemente a modificar sus objetivos o su conducta.No solo se trata de una agrupación con un poder material sin comparación al de otras como Hamás y con importantes capacidades en tácticas asimétricas de combate como la guerrilla (en caso de que Israel optara por invadir Líbano como en 2006), sino que cuenta con un arma que en ciertos momentos puede ser incluso más importante y es esta:
Israel no posee un cheque en blanco para bombardear y desplegar toda su fuerza sobre ciudades libanesas.La historia nos ha mostrado que, mientras que Hezbollah consiga mezclarse entre la población civil como lo ha hecho tantas veces de manera eficaz, en esa medida, el monto de personas inocentes que mueren o son heridas por los bombardeos israelíes crece sin parar. Y cuando asciende dramáticamente el costo humano de las operaciones israelíes, comienza la presión global, pero en especial, la presión de Washington. Israel viene ya de meses de estar perdiendo brutalmente la guerra narrativa. Conforme el daño humanitario en Líbano siga creciendo, esta otra guerra es un eslabón más de esa larga cadena.
11. Desde hace meses, Hezbollah está viendo una gran oportunidad para erosionar la legitimidad de Israel en Occidente, y así asestar “un golpe fatal” a la entidad sionista, según expresó su líder Hassan Nasrallah (Daoud, 2024). La estrategia consiste en insertar las metas de Hezbollah, tal y como lo ha hecho eficazmente Hamás, en el lenguaje de la lucha de resistencia en contra de un “estado de colonos blancos europeos racistas”, dentro del cual, cualquier actor que pelea en contra de ese estado, forma parte de la resistencia global contra el colonialismo, el racismo y la discriminación. El exministro exterior de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, también indicó que todas las fuerzas del “Eje de Resistencia” (lo que incluye a Hamás, la Jihad Islámica y Hezbollah, entre muchos más) deben aprovechar el “creciente odio hacia los israelíes” en el mundo. “Todavía necesitamos tiempo hasta llegar a la etapa del golpe mortal”, dijo Nasrallah, “pero mientras tanto estamos ganando”.
12. Todo esto resulta no solo en “una imagen negativa” o una “opinión pública” que puede simplemente ser ignorada, sino en presiones políticas serias—recuerdo, por ejemplo, las fuertes presiones de Condolezza Rice y la administración Bush, para detener los bombardeos israelíes en Líbano en 2006—sin mencionar casos en organismos y cortes internacionales que se suman a los actuales y que podrían terminar resultando en sanciones sin precedentes contra Israel.
En resumen, el margen de acción de Israel no es ilimitado. Una guerra como esta no es solo material, sino también simbólica, psicológica y política. En todos esos campos Israel se está enfrentando a un oponente mucho más poderoso que Hamás, respaldado por Irán. En estos episodios iniciales, claramente Israel está siendo capaz de asestar golpes que Hezbollah no previó. Pero lamentablemente esto está lejos de terminar. Lo seguiremos observando.
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