Durante un foro de inversión en Riad, el expresidente Donald Trump declaró que Estados Unidos dejaría de intervenir y de imponer modelos de gobierno en Medio Oriente. Su discurso, aplaudido por la audiencia saudí, criticó las décadas de política estadounidense en la región, particularmente las intervenciones en Irak y Afganistán. En esta nueva etapa bajo su liderazgo, se pondría fin al modelo de “construir naciones” y ya no se daría “lecciones sobre cómo vivir”, pues esas nociones, implementadas lo mismo por republicanos que por demócratas, “destruyeron más de lo que construyeron”. Mientras el presidente pronunciaba esas palabras en Arabia Saudita, sus equipos estaban logrando compromisos económicos, comerciales y de defensa por cientos de miles de millones de dólares con tres países del Golfo; Hamás e Irán estaban negociando de forma directa con EU (contra la voluntad de Netanyahu); se prometía negociaciones directas entre Ucrania y Rusia en Turquía, y los actores económicos globales agradecían el cese al fuego en la guerra comercial entre EU y China. El viaje de Trump a Medio Oriente dice muchísimo acerca de su personalidad, su enfoque, sus decisiones y sus intentos por lograr avanzar su visión del mundo, pero también es muy revelador acerca de los monumentales obstáculos que sus planteamientos enfrentan. Señalo algunos de esos aspectos:

1. Involucrarse para desinvolucrarse. El repliegue estadounidense de Medio Oriente lleva muchos años y muchas administraciones. No solo obedece a una opinión pública que desea ver a su país alejado de esa región, sino que tiene que ver con un replanteamiento de los intereses estratégicos de Washington. El actual secretario de defensa Hegseth lo dijo claro: para EU las prioridades de hoy son la región asiática y la seguridad fronteriza. Por lo tanto, debemos leer el primer viaje internacional de Trump (tal y como ocurrió en su gestión previa) a Medio Oriente, menos como un “renovado interés” por esa región, y más como como un compromiso con los temas que marcaron su gira, su necesidad de involucrarse personalmente con esos temas a fin de avanzar lo que él considera una visión adecuada del rol de EU en el mundo.

2. Podríamos sintetizar estos temas usando su propio lenguaje: “Deals, deals, deals” (acuerdos, acuerdos, acuerdos). Acuerdos en materia de inversiones económicas y en materia comercial. Acuerdos multimillonarios en temas de defensa. Acuerdos en temas como Gaza o como el proyecto nuclear de Irán, que permitan que EU pueda efectivamente desinvolucrarse de la región. Acuerdos en otros asuntos como Ucrania que fueron abordados también durante esta gira. Acuerdos, también, para empresas estadounidenses y para negocios de su propia familia. Arabia Saudita, Qatar y EAU ofrecen una enorme plataforma para dar el trato a Trump que él siente que merece a fin de concretar buena parte de estas negociaciones y acuerdos.

3. Algunos de esos acuerdos están caminando, otros lo hacen de forma más lenta, y otros simplemente están estancados. Así, los acuerdos con Arabia Saudita, Qatar y EAU en temas que van desde compras de semiconductores, construcción de centros de datos para inteligencia artificial, drones o vehículos, hasta tecnología nuclear y otros equipos de defensa, se pactan rápidamente y permiten al presidente exhibir réditos palpables e inmediatos. Sin embargo, esto no significa que cada uno de esos acuerdos se materializará al pie de la letra, al menos no pronto. Por ejemplo, el presupuesto militar que Qatar gastó en 2024 fue de 14,400 millones de dólares en total. El compromiso que el emirato firmó con Trump fue por un monto 85 veces superior a ese presupuesto (lo que si bien, no solo incluye el rubro militar, sí incluye una muy buena parte en acuerdos de defensa que parecen difíciles de cumplir en el corto y mediano plazos). Aún así, podríamos decir que en esa serie de rubros Trump tiene mucho que ofrecer a su audiencia. Otros temas que también fueron negociados durante su visita, en cambio, se ven mucho más complicados.

4. Las negociaciones para un cese al fuego en Gaza no están avanzando y en este instante parecen enfrentar de manera directa a Trump con Netanyahu. El primer ministro israelí ha declarado que solo aceptará un cese al fuego—parcial—si Hamás libera a 10 de los rehenes vivos que la agrupación tiene en su poder. Paralelamente, Israel ha puesto en marcha una campaña de bombardeos de altísima intensidad, lo que, como es evidente, está aumentando la cantidad de civiles y muertos en la franja sin que ello resulte en un relajamiento de las condiciones que Hamás busca negociar. Para esa organización, Israel debe cesar todas las hostilidades y replegarse de Gaza por completo. Pero a la vez, Hamás no muestra un compromiso claro en cuanto a su desarme total y en cuanto a exiliarse de la franja. Esta serie de factores chocan de manera frontal con lo que Trump está buscando. Por ello, Washington lleva ya un tiempo negociando directamente con Hamás, lo que permitió la liberación el último rehén estadounidense-israelí que seguía cautivo, pero sin que hasta este momento veamos un avance mayor. Debido a que el gobierno de Netanyahu ya tiene planes para ocupar completamente Gaza, podemos prever que este tema seguirá confrontando a ese primer ministro con Trump. El presidente estadounidense se está topando con la pared de su propio aliado en quien su presión parece ya no funcionar.

5. Aún así, los acuerdos Washington-Riad avanzan. Lo que tuvo que hacer Trump al final del camino es separar los temas; negociar directamente sus tratos con Arabia Saudita y dejar de condicionar el pacto EU-Riad a la normalización de relaciones entre Riad e Israel como lo había hecho Biden. Con ello, una vez más, el gobierno de Netanyahu queda como espectador ante los múltiples pactos de tecnología y defensa que Trump sella con los países del Golfo. Más aún, cuando Trump declara en su discurso que desearía ver al reino saudí sumarse a los acuerdos de Abraham con Israel, la audiencia permaneció en un absoluto silencio, algo raro después de horas de aplausos.

6. Las negociaciones con Irán parecen estar progresando. Como ya explicamos antes, por lo que sabemos, Trump podría conformarse con un acuerdo nuclear no demasiado diferente al que había firmado Obama en 2015 con tal de que Irán se comprometa a renunciar al armado de una bomba atómica (pero no a conservar un proyecto nuclear y la tecnología para armarla el día que cambie de opinión). Las noticias que llegaron durante el viaje de Trump a Medio Oriente parecen confirmar que Trump está priorizando sellar ese acuerdo y así no tener que atacar a Irán a fin de poderse replegar finalmente de la región.

7. También se avanzó con Siria. Trump decidió aprovechar su gira para conversar—nuevamente, de manera directa—con el nuevo presidente sirio Ahmad Al Sharaa, sin importar que la agrupación a la que perteneció durante años es designada por Washington como terrorista. Esto refleja, una vez más, el pragmatismo de Trump y su inclinación a promover pláticas directas con toda clase de actores a fin de avanzar más rápidamente en los temas. En este sentido, Trump siguió el consejo del príncipe saudí Bin Salman y del presidente turco Erdogan, y ofreció retirar las sanciones a Siria. Con ello, se otorgaría una oportunidad al nuevo gobierno para poder gestionar la transición y la reconstrucción. Es muy sintomático que justamente mientras Trump se encontraba con Al Sharaa en Riad, Israel continuaba con sus bombardeos en Siria.

8. La otra negociación que, hasta el momento de este escrito, sigue estancada, es la del cese al fuego en Ucrania. El encabezado del NYT del jueves era elocuente: “Tras mucha expectación, las negociaciones entre Rusia y Ucrania derivan en retórica altisonante y confusión”. Durante los primeros días de su viaje a Medio Oriente, Trump habló mucho acerca del encuentro directo—originalmente propuesto por el propio Putin—que sostendría una delegación ucraniana, una rusa y una estadounidense. Trump elevó las expectativas de estas negociaciones. Incluso llegó a considerar, así lo dijo, la posibilidad de él mismo hacer una pausa en su gira, y trasladarse a Turquía para las conversaciones. Poco después, tuvo que bajar esas expectativas indicando que ese tema solo avanzaría cuando él tuviera un encuentro directo con Putin. Los factores por los que las negociaciones sobre el tema de Ucrania siguen sin avanzar los hemos abordado en otros textos que pronto actualizaremos.

9. Acá el tema relevante tiene que ver con la utilización del viaje de Trump a Medio Oriente como un instrumento para proyectarse como un presidente que está negociando todo a la vez, pero también nos muestra que no en todos los temas puede conseguir los veloces resultados que él prometía. Hasta este momento, las dos guerras mayores que estaban activas cuando él asumió la presidencia, siguen sin resolverse y—más allá de posibles ceses al fuego temporales—hoy las expectativas de poderse solucionar pronto son bajas.

10. Por último, el viaje de Trump a Medio Oriente exhibe otros rasgos de su personalidad. Ese presidente no ve temas como los “derechos humanos” o “la moral” como factores que deben guiar la conducta de una superpotencia como EU o incluso de él en lo personal. Con una visión altamente transaccional, los criterios para la toma de decisiones tienen mucho más que ver con el balance entre lo que EU puede ganar o puede perder si mantiene relaciones cercanas con aliados como el príncipe Bin Salman (aunque sus agencias de inteligencia lo acusen de asesino o violador de derechos humanos) o bien con Qatar, acusado por él mismo como financiador del terrorismo. Más allá de ello, la gira nos muestra que cuando diversos líderes entienden la psicología de Trump y le ofrecen un trato de rey o regalos como un avión “con características de un palacio”, ganan el favor y la buena voluntad de ese personaje.

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