El presidente surcoreano Yoon Suk Yeol ha sido finalmente removido de su cargo y enfrenta un juicio de destitución que podría incluso acarrear consecuencias penales. Esto tiene, por supuesto, repercusiones internas importantes para su país. Pero en el ámbito internacional, esta situación no pudo llegar en un momento más complejo marcado esencialmente por dos factores: Primero, la creciente alianza entre Corea del Norte y Rusia que ya incluye tropas norcoreanas peleando en Ucrania. Segundo, la llegada de Trump y su enfoque aislacionista-transaccional que retarán, desde afuera, la cooperación que se había venido construyendo bajo Biden entre Seúl, Tokio y Washington para enfrentar colaborativamente los desafíos en Asia. Éstos incluyen la mencionada cooperación entre Moscú y Pyongyang, pero también la nuclearización de la península y la cercanía de China con ambos. Todo ello en momentos en los que las tensiones por temas como Taiwán o la guerra comercial y tecnológica entre EU y Beijing seguirán creciendo. El período de incertidumbre en el que entra Seúl tras esta destitución genera un vacío que Washington hubiera deseado evitar y pone en suspenso todos esos temas hacia el futuro.
La dimensión interna
1. El presidente Yoon Suk Yeol fue removido de su cargo el pasado sábado por la Asamblea Nacional. Su decreto de ley marcial del 3 de diciembre, que duró solo seis horas, desató indignación pública y protestas masivas, entre otras cosas, porque el país recordó su historia de dictaduras militares. La Asamblea acusó a Yoon de insurrección, especialmente por haber enviado tropas armadas al parlamento para evitar que la ley marcial fuese revocada. Ahora, enfrenta un juicio que estará a manos del Tribunal Constitucional, el cual tendrá que decidir en un plazo de seis meses si lo reinstala o lo destituye definitivamente (NYT, 2024).
2. Además del proceso constitucional, Yoon enfrenta una investigación criminal. Se le acusa de insurrección, un delito que podría conllevar pena de muerte o cadena perpetua, por su supuesto papel como líder en la orden de desplegar tropas para obstruir a los legisladores.
3. Yoon ha justificado sus acciones alegando que la oposición estaba paralizando su gobierno, pero expertos legales han señalado que sus actos violaron los requisitos constitucionales para declarar la ley marcial.
4. Para efectos de este texto, lo relevante es que durante todo este período en el que Yoon será juzgado, su cargo será ocupado por el primer ministro Han Duck-soo como mandatario interino. Pero Han no cuenta con un mandato popular y es probable que siga enfrentando el mismo tipo de inestabilidad en la Asamblea que enfrentaba Yoon. Por lo pronto, si el tribunal decide la destitución definitiva del presidente, se convocarán elecciones en dos meses más.
Todo este período, naturalmente, deja a Corea del Sur en un estado de incertidumbre en un momento geopolítico muy complejo para Washington y para Seúl.
La dimensión internacional: Corea del Norte-Rusia
1. Hay que considerar que, en el fondo, la situación en la península coreana permanece irresuelta y en deterioro. Las decenas de pruebas con misiles que ha lanzado Pyongyang en los últimos años son una especie de intento por recordarlo. Como pude escuchar cuando estuve en Japón hace un año, para Kim, estos lanzamientos y especialmente los que sobrevuelan el territorio de ese país, son formas de elevar la temperatura de las tensiones frente al fracaso de sus intentos previos por atraer la atención. A estos ensayos debemos añadir decisiones como declarar definitivamente a Corea del Sur como un país enemigo y abandonar cualquier esfuerzo por la reunificación negociada, además de nuevos brotes ocasionales de intercambio de fuego en la península.
2. Colaboración Pyongyang Rusia. Debido a su ofensiva en Ucrania, Rusia se ha visto orillada a efectuar transformaciones estratégicas en su aproximación hacia la cuestión norcoreana. En el pasado, Rusia llegó a exhibir altos grados de cooperación con Occidente en asuntos como sanciones y medidas para negociar/detener el proyecto nuclear de Pyongyang pues, según se evaluaba, la nuclearización de la península coreana chocaba con los intereses estratégicos de Rusia. Ahora, en cambio, la necesidad de armamento y, como vemos, personal militar, lleva a Putin a optar por niveles de colaboración con Pyongyang sin precedentes, un asunto que viene creciendo en los últimos años, y que culmina con la firma de un acuerdo de cooperación militar entre ambos países en junio, el cual fue ratificado por unanimidad en la Duma hace unas semanas.
3. El haber sumado a los comandos norcoreanos de operaciones especiales a la guerra es apenas una medida que se añade al respaldo de Pyongyang a Rusia en armamento, pero no es una medida última ni final. El ejército norcoreano tiene 1.3 millones de tropas en activo, de las cuelas 200 mil forman parte de las operaciones especiales. La cooperación y la alianza pueden seguir creciendo, favoreciendo la posición rusa, no solo en la guerra, sino ante cualquier futura negociación. Pero también impulsando los intereses de Pyongyang.
4. Sería fácil seguir con el argumento de todo lo que esto puede implicar para Rusia, para Ucrania y para la OTAN. Pero la realidad es que si Kim Jong-un ha decidido firmar e implementar una alianza de este nivel, e implicar a sus tropas en un conflicto lejano, esto tiene que ver con sus propios intereses estratégicos.
5. Hoy podríamos decir que el proyecto nuclear norcoreano, que Pyongyang estima como indispensable para disuadir a sus enemigos, y su avance en vehículos de transportación de armas atómicas, son realidades materiales difíciles de revertir. Trump ha incluso señalado que, si regresa a la Casa Blanca, el punto de partida para negociar el tema, será ya la aceptación de esta realidad nuclear.
6. Así, las necesidades rusas son vistas por Kim Jong-un como una enorme ventaja para los temas que a él más le interesan. La alianza militar con Rusia, de entrada, compromete a Moscú a respaldarle (de formas que, intencionalmente, permanecen vagas en el acuerdo firmado) en caso de que Corea del Norte fuese atacada. La cuestión es que, si esto ahora se está materializando ya no solo mediante el suministro de armamento, sino mediante el envío de tropas para participar activamente en el conflicto, lo menos que Pyongyang podría esperar es un respaldo similar en caso de que el conflicto en la península coreana llegase a estallar. Y esto, por lo pronto, tiene ya un enorme efecto disuasivo adicional al programa nuclear, especialmente por los pactos de defensa que existen entre Corea del Sur y Washington, y por las bases y tropas que EU tiene en la región.
7. Para Kim, además de lo anterior, su colaboración con Moscú en la guerra de Ucrania, abre las puertas de la cooperación rusa en sus proyectos nuclear y de misiles, los cuales, si bien presentan avances considerables, también tienen defectos y áreas en las que requieren mejorar para seguir creciendo.
La dimensión internacional: Washington-Tokio-Seúl en tiempos de Trump
Frente a temas como el que acabamos de señalar, lo que se había logrado durante la gestión de Biden, fue una cada vez mayor colaboración entre EU, Japón y Corea del Sur. Esto ha sido un reto especial considerando la historia de la tensa relación entre Tokio y Seúl debido a añejos agravios entre ambos. En ese sentido, lo que Washington echará de menos es el pragmatismo que Yoon mostró al respecto durante los últimos años.
Yoon presentó una línea dura y confrontativa contra Corea del Norte, pero también mostró su disposición a establecer una enorme cooperación con Biden para respaldar la política de Washington en el tema de Rusia-Ucrania o bien, las medidas de Washington para enfrentar a Beijing. Yoon no solo envió armamento a Kiev, sino que, dadas las noticias del involucramiento de tropas norcoreanas para apoyar a Moscú, estuvo dispuesto incluso a crecer su cooperación con Ucrania de formas que apenas estaban dibujándose.
Ahora, la llegada de Trump, podría implicar varios factores:
a) El inicio de un proceso de negociación para el tema ucraniano que podría dejar relativamente bien parada a Moscú pensando en los objetivos estratégicos de Putin. Pero esto, visto desde Seúl, implicaría el fortalecimiento de quien se ha convertido en un aliado vital de Pyongyang.
b) Posibles negociaciones entre EU y Corea del Norte que, según Trump mismo ha indicado, podrían partir del reconocimiento de la nuclearización de Pyongyang como una realidad irrevertible, lo que, en caso de ocurrir, terminaría por dejar a Kim Jong-un en una posición relativamente favorable en tiempos en los que su gobierno ha abandonado todo intento por reaproximarse a Seúl y le ha declarado oficialmente como enemigo. Por ejemplo, en el pasado Trump ha amenazado a Seúl con dejar de llevar a cabo los ejercicios militares conjuntos o incluso replegar sus tropas y buques de la zona, a menos que Seúl pague a EU por llevar a cabo estos despliegues. Es decir, el pacto de defensa que existe entre Washington y Corea del Sur (al igual que el que existe entre EU y Tokio), no puede darse por un hecho bajo Trump. Esta sola situación combinada—progreso y reconocimiento nuclear de Pyongyang aunado a la fragilidad del pacto militar Seúl-Washington—eleva considerablemente los riesgos para la seguridad nacional surcoreana.
c) Todo esto mientras Trump recrudece la guerra comercial con China, mientras Beijing activa sus mayores ejercicios militares alrededor de Taiwán, y mientras crecen las condiciones de inestabilidad en la región de Asia Pacífico.
Así que la ausencia de Yoon, quien ahora es visto como un enemigo interno en Seúl, pero quien era visto por Washington como un importante aliado, se suma a estos elementos de incertidumbre. No solo por el período de vacío de liderazgo que vendrá para Corea del Sur en los meses que siguen, sino porque en el establishment en Washington se teme que, bajo la figura de una nueva presidencia en Corea del Sur combinada con Trump en la Casa Blanca, se podría abandonar el pragmatismo que Yoon había mostrado con Japón, y el respaldo a EU en términos de temas estratégicos.
Instagram: @mauriciomesch
TW: @maurimm