En octubre del 2021, bastante antes de que iniciara la guerra actual, el ejército ucraniano desplegó por primera vez un dron turco, el Bayraktar TB2, para atacar a los separatistas prorrusos del Donbás y consiguió con ello destruir una unidad de artillería. Esa medida ofrecía a Ucrania no solo la oportunidad de ejercer un daño considerable en contra de los separatistas, sino, más importante, la posibilidad de mostrar a Rusia que se encontraba dispuesta a desafiarle de manera abierta. Putin, como sabemos, tomó muy en serio ese tipo de desafíos que se estuvieron repitiendo en 2021, pero, además, tomó nota especial del armamento que Turquía—un miembro de la OTAN—estaba ya suministrando a Kiev. Sin embargo, la posición de Ankara respecto a Rusia, respecto a Ucrania y respecto a sus aliados occidentales, es compleja. Esa complejidad se ha manifestado desde sus intentos por mediar en el conflicto o su indisposición a participar en las sanciones contra Rusia, hasta su declarada oposición para que Suecia y Finlandia ingresen a la OTAN si no se cumplen ciertas condiciones que demanda. Revisamos algunos de esos factores.

Primero, Rusia y Turquía son rivales geopolíticos históricos, y sus intereses compiten o chocan en la actualidad en distintos ámbitos. En la guerra siria, por ejemplo, desde 2011 ambos países apoyaron a bandos opuestos. Esto les llegó incluso a generar algunas confrontaciones directas que tuvieron que desescalar. No obstante, tras años de tensiones, Erdogan logró encontrar ciertos acomodos con Putin, lo que incluyó varios ceses al fuego, y el compromiso de que, hasta no resolver el conflicto mediante negociaciones, el ejército sirio no aplastaría lo que resta de la rebelión (apoyada por Ankara). Entre otras cosas, Turquía, el país que más refugiados tuvo que absorber tras esa guerra, sigue preocupada de que el flujo de personas sirias que ingresan a su territorio pudiese incluso crecer más. Considere, por citar un caso, las rupturas al cese al fuego ocurridas antes de la pandemia. Cuando ello ocurrió, se llegó a acumular hasta un millón de personas adicionales intentando ingresar a Turquía. Por tanto, para que los delicados equilibrios que hoy sostienen esos ceses al fuego sigan en pie, es vital que Moscú contenga a su aliado, el presidente sirio Assad.

En la guerra en Libia, también vemos que Ankara y Moscú se encuentran enfrentadas pues ambos países apoyan a facciones rivales. En ese conflicto ha habido una última serie de negociaciones, pero todo parece indicar que se ha fracasado en estabilizar la situación. Para cualquier desenlace en ese país, el estado de la relación entre Turquía y Rusia también será clave. Adicionalmente, Rusia es un actor fundamental para mantener el cese al fuego en el conflicto Armenia-Azerbaiyán en donde Turquía respalda al segundo. Ankara controla, además, el acceso al estratégico Mar Negro, lo que le ha puesto en el ojo del huracán a medida que fueron creciendo las hostilidades en la zona. Por si ello no basta, el turismo y las importaciones rusas, son cruciales para Ankara. Por tanto, Turquía—aún siendo miembro de la OTAN—ha tenido que navegar por un hilo muy delgado entre apoyar a Ucrania y a sus aliados occidentales, pero a la vez, intentar contrariar a Putin lo menos posible, no sumándose, por ejemplo, al concierto de sanciones contra Rusia. Al mismo tiempo, Turquía ha estado participando activamente en la mediación. La obvia preferencia de Erdogan era que la guerra en Ucrania no durase lo que está durando.

Del otro lado, Turquía mantiene serias disputas con sus aliados occidentales. Menciono acá solo algunas relevantes para comprender la complejidad de la que hablamos. En el contexto de sus fallidos intentos por ingresar a la Unión Europea y las constantes quejas de Bruselas y Washington por las violaciones a los derechos humanos en el país, o bien, las restricciones que han sido impuestas a Ankara para acceder a armamento occidental, Erdogan optó por usar la crisis de refugiados sirios como carta de negociación. Una de las más importantes rutas, como sabemos, que esos refugiados utilizaban para llegar a Europa, pasaba por Turquía. De manera que, Ankara fue negociando a lo largo de los años distintas condiciones para retener ese flujo, y en cambio, cuando siente que sus demandas o preocupaciones no son atendidas, abre las puertas de salida para que ese flujo vuelva a correr hacia Europa.

En lo general, Turquía siente que sus consideraciones de seguridad no han sido tomadas en cuenta por parte de sus aliados occidentales. Por ejemplo, Turquía es el país con la minoría kurda más importante en el mundo y Ankara sostiene desde hace décadas un conflicto con un grupo militante separatista kurdo, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), catalogado como terrorista por parte de Washington y Bruselas. Ahora bien, tras el ascenso de ISIS y su captura de una tercera parte de Irak y casi la mitad de Siria en 2014-2015, Estados Unidos y sus aliados europeos cimentaron buena parte de su estrategia contra esa organización en la colaboración con las milicias kurdo-sirias (llamadas YPG), las cuales, según Turquía, se encuentran directamente ligadas a la militancia turco-kurda del PKK. En palabras simples, en la visión turca, EU estaba armando, entrenando y respaldando directamente a los enemigos de Ankara con tal de combatir a ISIS. No solo eso. Los kurdos sirios lograron arrebatar a ISIS buena parte del territorio que controlaba, lo que les tiene actualmente con aproximadamente una cuarta parte de Siria en su poder, situación que Ankara estima como un peligro para su seguridad. Hubo incluso momentos en que Turquía, tras anunciar sus incursiones a Siria para combatir a dichas milicias kurdas, amenazó directamente a EU si optaba por defender a los kurdos.

Por último, tras el fallido intento de golpe de Estado del 2016 en Turquía, el presidente turco culpó de la intentona a Fethullah Gülen, un político islamista que vive en Estados Unidos tras un autoimpuesto exilio desde otro golpe militar que hubo en 1997. Gülen, un ideólogo y clérigo, promotor de una corriente islámica considerada por muchos como moderada, durante algún tiempo respaldó a Erdogan hasta su ruptura política en 2012. Desde entonces, su postura es opuesta al régimen y ha tenido confrontaciones con Erdogan en distintos momentos. Así, desde 2016 en adelante, Erdogan lanza una guerra abierta contra el gülenismo, aprehendiendo, enjuiciando y como mínimo, promoviendo el despido por toda Turquía de personas que, según Ankara, tuvieran cualquier vínculo con esa corriente. Pero fuera de las fronteras turcas, el gobierno en Ankara culpó directamente a Washington de haber sido cómplice en ese golpe de Estado y exige la extradición de Gülen.

Así entonces, Ankara reclama a distintas naciones europeas, el albergar y hasta apoyar a sus enemigos en sus países, lo que incluye a personas que tienen algún lazo con la militancia kurda (ya sea el PKK, o las YPG sirias—para Turquía no hay distinción entre los primeros y los segundos), o bien, a personas turcas exiliadas que tienen vínculos con el movimiento gülenista.

Esa serie de factores combinados, entonces, permite entender lo siguiente: (a) Turquía se siente realmente no escuchada, no comprendida y no tomada en cuenta por sus aliados de la OTAN; (b) Erdogan estima que, ante la situación geopolítica actual que orilla a Suecia y Finlandia a aplicar para acceder a la alianza atlántica, y justo porque el voto turco es indispensable, se encuentra en un buen momento para hacer que sus reclamos ahora sí se escuchen—no solo por Finlandia y especialmente Suecia—sino por todo Occidente. Por ello pretende negociar su aval mediante demandas como exigir la extradición de personas consideradas por Ankara como enemigas; y por último (c) Turquía seguirá buscando no romper los equilibrios con Rusia y demanda que sus aliados de la OTAN entiendan y respeten esa posición.

Vale la pena echar un ojo, para entender estos tres puntos, al reciente editorial que publicó el presidente Erdogan en The Economist. Sobre todo, por el rol que Turquía está jugando tanto en la guerra en Ucrania como en la expansión de la OTAN y sus potenciales balances o acomodos (o la ausencia de esos balances y acomodos) con Rusia.

Twitter: @maurimm

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS