Escribo durante el día 17 de la guerra. Dada la creciente participación de actores internacionales en este conflicto (estatales y no estatales), parece más adecuado hablar de un conflicto en Medio Oriente que limitarse a Gaza e Israel. A lo largo de estas semanas, hemos intentado actualizar el análisis buscando algunas pistas que permitan algo de comprensión acerca de lo que sucede. Hoy hablamos de la internacionalización del conflicto y del retraso de la ofensiva terrestre israelí en Gaza.
Por ello, solo recordar que este es un texto de seguimiento. Para el contexto y otros aspectos del conflicto, le pido visitar mi perfil en EL UNIVERSAL. Esta es la sexta entrega de una serie que, lamentablemente, no parece será corta.
La internacionalización del conflicto
1. Desde el inicio de las hostilidades en Gaza e Israel, el llamado “eje de resistencia” proiraní decidió intervenir en ellas de manera limitada, pero abriendo la posibilidad a un mucho mayor involucramiento, dependiendo el desarrollo de los eventos.
2. Hamás y la Jihad Islámica son dos organizaciones respaldadas por Irán, de quien reciben financiamiento, armamento, tecnología y capacitación. En otro frente se ubica el Hezbollah, que es una milicia libanesa—fundada, armada, financiada y entrenada por Irán—enormemente poderosa, con la que Israel ya ha tenido una guerra directa en el pasado. Esta organización, además de su brazo armado, tiene un brazo político, participación en el parlamento y el gobierno de Líbano, pero no es el ejército de ese país, sino una milicia armada y fuerza paralela que, de hecho, disputa al Estado, el monopolio legítimo de la violencia. Además de esas, hay otras milicias proiraníes ubicadas en Irak y en Siria, y de acuerdo a reportes, una buena parte de éstas se ubican ya en posición de ataque desde Siria. Por último, están los houthies, un grupo rebelde en Yemen que ha combatido una guerra civil desde hace años contra el gobierno oficialmente reconocido, y contra Arabia Saudita y Emiratos Árabe Unidos. A medida que pasaron los años, la coordinación y respaldo de Irán hacia los houthies, fue creciendo hasta hoy formar parte integrar del eje señalado.
3. Hasta ahora, ha habido reportes de prensa—posteriormente desmentidos y cuestionados—que refieren el involucramiento directo de Irán en la planeación e implementación de los atentados terroristas del 7 de octubre de Hamás y la Jihad Islámica contra la población israelí. Otros análisis han indicado que más bien, Hamás eligió no compartir con Irán los detalles de sus planes, precisamente para evadir a la inteligencia israelí. Pero independientemente de ello, Teherán ha encontrado que este es un momento ideal para devolver a Israel los muchos golpes recibidos en los últimos años, y hacer crecer su influencia regional.
4. Para entenderlo, hay que considerar que Irán e Israel son los dos mayores rivales en la región. Ambos llevan años luchando una guerra de “baja intensidad” que es cada vez menos baja. Israel ha lanzado cientos de bombardeos en territorio sirio contra posiciones iraníes y ha matado a decenas de tropas u oficiales iraníes en el curso de estos años. Ambos países se cometen actos de sabotaje, ciberataques y otras formas de agresión.
5. Así que, encontrar a Israel repentinamente en una posición tan vulnerable, en un momento de conmoción colectiva, desarreglo en sus instituciones, desconfianza en el gobierno, resulta enormemente tentador para Irán en esta guerra que se libra.
6. Las amenazas iraníes a lo largo de estos días hablan por sí solas. Desde Teherán se anuncia que el “eje de resistencia” arriba descrito, golpeará a Israel por múltiples frentes, generando una segunda “ola de shock” contra la “entidad sionista”. Según Irán, así como el liderazgo de Hezbollah, el eje entrará en la guerra si Israel sigue bombardeando Gaza, o si Israel decide lanzar su incursión terrestre.
7. Sin embargo, la realidad es que esta serie de milicias, especialmente Hezbollah, ya se encuentran involucradas en las hostilidades, por ahora, solo bajo una estrategia que pretende mantener un acoso permanente contra Israel en el frente norte, con el fin de capturar su atención en esa zona y requerir el despliegue de decenas de miles de soldados ahí. Pero los enfrentamientos Hezbollah-Israel han crecido con los días. Hasta hoy, estos choques han producido más de 30 muertes de combatientes de Hezbollah, y al menos 8 israelíes, se han lanzado ya decenas de proyectiles y drones entre ambos lados, y esa organización se mantiene coordinada con operativos de Hamás, que también se encuentran en el sur de Líbano para lanzar distintas incursiones a territorio israelí.
8. Hay que entender, no obstante, que Hezbollah tiene quizás 10 veces la capacidad militar de Hamás y que, si decide escalar sus operaciones, o bien, si el conflicto crece debido a las espirales automáticas o interpretaciones erróneas de las partes, el embate sobre Israel será algo que hasta hoy no se ha visto en la región, y por tanto, ese país devolverá los golpea a Hezbollah probablemente con fuerza inusitada, una situación que arrastrará a Líbano, país ya en condiciones económicas, sociales y políticas muy complicadas, a una nueva guerra cuyo desenlace será difícil de dimensionar. Además de Hezbollah, ya otras milicias proiraníes han estado lanzando proyectiles contra Israel en estos días y a su vez, Israel ha continuado sus ataques en territorio sirio.
9. El factor Estados Unidos. Las amenazas y ataques recientes de estas milicias no se están limitando a Israel. Estados Unidos tiene miles de tropas en toda la región, tropas que ya han sido atacadas por estas milicias en el pasado, pero que ahora mismo, están recibiendo ataques con drones y proyectiles de manera diaria.
10. Considerando todo el panorama, Washington estima que, en caso de aumentar el involucramiento del eje proiraní en esta conflictiva, será inevitable que EU sea arrastrado a las hostilidades. Así, su primer paso ha sido intentar la disuasión. La administración Biden está enviando todos los mensajes que puede para que Irán comprenda que en la medida en que ese país o sus aliados entren en la guerra, en esa medida Washington también lo hará y el costo que pagarán será imprevisto.
11. Esto ha incluido el despliegue de dos portaaviones en la zona, sumado al incremento de tropas, aeronaves, misiles y armamento en la región. Washington ha anunciado que colocará en territorio israelí sistemas Patriot y THAAD para la defensa antimisiles (incluidos misiles balísticos) que pudieran ser lanzados contra ese país.
12. Estados Unidos ya envió una señal más directa al eje proiraní. En días pasados los houthies lanzaron desde Yemen, aproximadamente 15 drones y varios misiles crucero aparentemente contra territorio israelí. Los sistemas estadounidenses en la región estuvieron involucrados nueve horas, según se reporta, para interceptar a cada uno de estos drones y proyectiles.
13. Aún así, Irán y sus aliadas, no parecen disuadidos. El desarrollo de los eventos en Gaza y el momento que atraviesa Israel les están resultando favorables y por lo que parece, seguirán probando nuevas líneas pues en su análisis, las cosas se complicarán enormemente no solo para ese Israel, sino también para EU, si esos otros frentes se abren de maneras más abiertas.
El retraso de la ofensiva terrestre israelí
1. El panorama que señalo arriba es uno de los factores que ha estado atrasando la ofensiva terrestre israelí. Pero hay otros que deben considerarse.
2. Como explicamos con detalle en la entrega previa (Hamas e Israel: terrorismo, guerra y política), a medida que ha crecido la crisis humanitaria en Gaza, en esa medida, la presión sobre Israel (y los países que le son afines) va creciendo. Según distintas encuestas (incluidas encuestas en EU), Israel ha pasado ya de ser percibido como la víctima de atentados terroristas, a ser percibido como el victimario de esta crisis humanitaria. Esto genera impactos políticos incluso sobre líderes occidentales quienes han declarado que Israel tiene el derecho a defenderse.
3. Por lo que se reporta, Biden ha pedido que Israel retrase su ofensiva terrestre, en parte para aliviar las necesidades inmediatas de la población de Gaza, en parte para poder negociar la liberación de más rehenes, y en parte para poder establecer, al menos, un corredor humanitario que permita que cientos de miles de personas puedan tener a donde llegar. Adicionalmente, Biden busca entender (e influir sobre) las metas israelíes y los planes para “el día después” si es que Hamás es realmente derrotada.
4. Además de las consideraciones de la internacionalización del conflicto, y la presión que está ejerciendo Biden, Netanyahu está estimando, aparentemente, que es mejor no apresurar la incursión terrestre, otorgar más días para el entrenamiento de reservistas, para la planeación de la incursión, para permitir el rescate de rehenes, para decidir tácticas más precisas ante las trampas que Hamás y la Jihad Islámica tienen preparadas, y para aligerar la presión internacional.
5. Según múltiples análisis emitidos, Israel tiene descontado que ha perdido la guerra narrativa. No importa qué tanto pueda defender su versión de los hechos—incluida la evidencia mostrada acerca de la infraestructura militar construida por Hamás y la Jihad Islámica por debajo y alrededor de zonas densamente pobladas—será imposible mover la forma como sus bombardeos y posible incursión terrestre sean percibidas a nivel global. Pero aún así, está determinado a seguir con sus operaciones. La lectura que desde allá se hace es que el haber detenido sus ofensivas en el pasado, solo permitió que Hamás usara los ceses al fuego para reforzar esa infraestructura militar, y se preparara lo suficiente como para poderle lanzar miles de misiles en pocos días y enviar a miles de atacantes terroristas que pusieron a su sociedad en un estado de conmoción del que desconocen cuándo y cómo se recuperarán. Por tanto, podemos decir que la decisión de la ofensiva terrestre sobre Gaza está prácticamente tomada.
6. Lo que hoy se está definiendo es cuándo y qué tipo de incursión viene. Por lo pronto, autoridades israelíes hablan de una ofensiva de varios meses: ¿9? ¿12? ¿18? Esto nos da una idea de que posiblemente se está planeando una campaña lenta, progresiva, que permita ir salvando las emboscadas y trampas de los militantes de Gaza, para posteriormente ir combatiendo, poco a poco, una larga y sangrienta lucha, sobre todo urbana, en contra de esas organizaciones.
7. Los resultados de este tipo de guerra son realmente imprevisibles. Normalmente el costo humano en términos militares y civiles es altísimo. Las metas anunciadas por Israel—eliminar a Hamás del territorio y buscar otro régimen para la Franja de Gaza, quizás restaurando el control de la misma por parte de la Autoridad Nacional Palestina según estaba estipulado en los acuerdos de Oslo, o bien algún otro esquema que sea definido en negociaciones futuras pero que no incluya a las organizaciones terroristas—suenan hoy, honestamente, difíciles de conseguir, aunque habrá que ir monitoreando lo que suceda pues, además de las complicaciones en esa zona específica, será necesario considerar la internacionalización del conflicto que arriba señalo, y la creciente influencia de la opinión pública global en las decisiones políticas que impacten, si no en Netanyahu y su gobierno, sí en Biden y otros que le respaldan.
Sigue habiendo mucho más que comentar, pero lo iremos haciendo poco a poco. Acá lo dejo por ahora.
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