En dos diferentes momentos, Estados Unidos y milicias proiraníes se enfrentaron esta semana. El primero fue una serie de bombardeos de EEUU en contra de dos de esas milicias en ambos lados de la frontera entre Siria e Irak bajo órdenes directas de Biden. Cuatro combatientes murieron tras los bombardeos. De acuerdo con Washington dichos bombardeos ocurrieron como represalia por ataques previos de las mismas milicias en contra de intereses estadounidenses en Irak. Se trata de las dos mismas milicias que habían sido bombardeadas, también por órdenes de Biden, en el mes de febrero. Un día después, el 28 de junio, las tropas estadounidenses en Siria fueron atacadas por una de esas milicias, un tipo de incidente poco común específicamente en ese país, en donde EEUU conserva 900 tropas. Todo esto ocurre mientras Washington sigue negociando indirectamente con Irán a fin de revivir el acuerdo nuclear que Trump abandonó en 2015. En la semana se reportó que las negociaciones se encuentran detenidas por diferencias difíciles de resolver. Asimismo, los eventos ocurren apenas unos días después de las elecciones iraníes en las que Raisi, un político más conservador que el aún presidente Rohani, ganó la elección. Van unos apuntes al respecto.
1. Las milicias chiítas que fueron bombardeadas por EEUU, Kataib Hezbollah (distinto al Hezbollah libanés) y Kataib Sayyid al-Shuhada, forman parte de las llamadas Fuerzas de Movilización Popular (FMP), las cuales son armadas, entrenadas y financiadas por las Guardias Revolucionarias de Irán, responden al mando de Teherán y constituyen uno de los instrumentos de influencia iraní tanto en Irak como Siria, por lo que tienen posiciones en ambos países. Este tipo de influencia era orquestada por el General Soleimani, responsable de las brigadas Al Quds, el cuerpo élite de las Guardias Revolucionarias, asesinado por Washington en enero del 2020. Armar, preparar, entrenar y dirigir a estas milicias en varios sitios de Medio Oriente es parte de la función de las Guardias Revolucionarias, por lo que cualquier ataque perpetrado por éstas, normalmente pasa por su aprobación o iniciativa directa.
2. Como parte de las respuestas iraníes ante las estrategias de presión máxima de Trump contra Teherán, durante 2019, dichas milicias chiítas iraquíes, bajo instrucciones de Soleimani, estuvieron lanzando misiles muy cerca de bases que alojan a personal estadounidense. A mediados de diciembre de ese año, Mike Pompeo, el entonces secretario de Estado de EEUU, advirtió que cualquier ataque “iraní” contra personal estadounidense, acarrearía una “respuesta decisiva”. Este tipo de declaraciones buscaba comunicar que. a pesar de los titubeos que había mostrado Trump para involucrarse en una de esas guerras lejanas que tanto criticaba, sí había una línea roja. Esa línea fue justamente cruzada el 27 de diciembre del 2019 cuando una de dichas milicias chiítas iraquíes, Kataib Hezbollah, lanzó al menos 30 misiles contra una base militar que alojaba personal de Washington. En ese ataque murió un contratista estadounidense y varios soldados resultaron heridos.
3. Estados Unidos responde con un brutal bombardeo que termina con la vida de decenas de combatientes del Kataib Hezbollah. Soleimani organiza entonces una protesta en Bagdad protagonizada por miembros de dicha milicia. La manifestación se torna violenta e irrumpe en el complejo que aloja la embajada estadounidense, misma que tiene que ser evacuada.
4. Ese es el punto en el que Trump, ya en enero del 2020, decide asesinar al general Soleimani, el segundo hombre más importante en Irán. Además de una intención meramente operativa, como lo es la prevención de ataques contra objetivos estadounidenses que, según se indicó, se sabía que Soleimani estaba preparando, la impactante respuesta por parte de Washington al asesinar a ese general iraní, buscó comunicar que Trump quizás podría titubear si atacaban a sus aliados, pero no si atacaban directamente a EEUU. Esto cambiaría, consideraba la Casa Blanca, la lógica completa bajo la cual Irán estaba operando. Una nota importante: además de la muerte de Soleimani, ese evento ocasionó también la baja del líder de Kataib Hezbollah, milicia que a su vez prometió vengarse.
5. Estos hechos del 2020 estuvieron a punto de llevar a Teherán y Washington a la guerra. Irán respondió (esta vez, de manera directa, ya sin emplear a milicias aliadas), bombardeando otra base que alojaba soldados estadounidenses. Pero como este bombardeo no ocasionó bajas, Trump decidió desescalar las tensiones. Lo último que quería ese presidente era un conflicto armado mayor en pleno año electoral, siendo que una de sus grandes promesas de campaña incluía el retirar a EEUU de Medio Oriente y de esas guerras “ajenas, lejanas y costosas”. De hecho, Trump decide reubicar a varias de sus tropas en Irak para evitar incidentes, y posteriormente inicia el repliegue de tropas de ese país.
6. A partir de ese punto, efectivamente las tensiones bajan. Sin embargo, cada tanto, las mismas milicias chiítas proiraníes siguen atacando ocasionalmente las bases o sitios que EEUU ocupa, y Washington, también ocasionalmente, responde en contra de ellas.
7. Es hasta el 15 de febrero cuando ocurre el primer asalto contra EEUU en Irak cometido durante la gestión de Biden y justo en un entorno en el que ese presidente había prometido regresar a las negociaciones con Irán a fin de reactivar el pacto nuclear que Trump abandonó.
8. A pesar de la voluntad negociadora de Biden, la persistencia de las tácticas de acoso orquestadas por las Guardias Revolucionarias Iraníes en contra de EEUU o sus aliados ha sido interpretada como un posicionamiento de fuerza precisamente ante dichas negociaciones. La postura iraní consiste en que Washington fue quien violó y abandonó el pacto nuclear y por tanto a Washington corresponde regresar al mismo sin precondiciones. Mientras no lo haga, Irán tiene el derecho de responder ante la presión máxima que padece.
9. En febrero, Biden decidió responder contra esas milicias proiraníes, pero EEUU bombardeó Siria, no Irak, intentando evitar conflictos con el gobierno y el parlamento en Bagdad.
10. No obstante, las posiciones estadounidenses en Irak han seguido siendo atacadas. De acuerdo con Washington, en al menos cinco ocasiones, las milicias proiraníes en Irak han atacado mediante el uso de drones, bases iraquíes que alojan a personal estadounidense.
11. Lo que pasa es que, precisamente porque le interesa lograr la reactivación del acuerdo nuclear con Irán antes de que el nuevo presidente, Raisi, tome posesión en Teherán, Biden estaba evadiendo responder ante esos ataques. Pero la presión fue creciendo. No solo republicanos, sino también demócratas y miembros de su equipo, han insistido en que Washington necesita mostrar fuerza y no dejarse intimidar por las Guardias Revolucionarias de Irán justo durante las negociaciones en Viena.
12. Con todo, nos encontramos ante un panorama delicado. Primero, porque los bombardeos estadounidenses del 27 de junio, lejos de detener las acciones de las milicias proiraníes, activaron una respuesta de las mismas al día siguiente, ahora en territorio sirio. Segundo, porque esto obliga al Pentágono a considerar la vulnerabilidad de sus ya únicamente 900 tropas que permanecen en Siria. Estas tropas son lo que resta de las 2,000 que Obama había enviado para combatir a ISIS entre 2014 y 2015. Si la amenaza de las milicias proiraníes contra esas tropas crece, las opciones para Washington son reforzarlas o replegarlas, una decisión que Biden hubiera preferido no tener que tomar justo ahora.
13. Y, tercero, porque justamente el financiamiento, entrenamiento y armamento de milicias proiraníes en distintos países de Medio Oriente por parte de Teherán—lo que opera directamente en contra de intereses de EEUU o sus aliados—ha sido un tema excluido del acuerdo nuclear, una de las razones por las que sus mayores críticos lo califican de un mal acuerdo. Biden ya estaba bajo presión para intentar expandir el pacto nuclear hacia este otro rubro, algo prácticamente imposible de lograr, por lo menos en este punto. Pero ahora, en la medida en que estas milicias sigan chocando de manera directa con tropas estadounidenses, la presión sobre Biden se incrementa enormemente. Lo que se firme en Viena (asumiendo que se consiga una firma) con Irán, va a ser considerado como una muestra de debilidad entre muy diversos actores tanto en Washington como entre diferentes aliados de EEUU en Medio Oriente. ¿No es justo ahora, cuando Irán se encuentra contra la pared gracias a las sanciones que tienen su economía en el piso, que Biden debía aprovechar para negociar con más fuerza?
Tal vez sí, pero Irán está a muy pocos meses de armar una bomba nuclear y sigue avanzando. Las estrategias de presión de Trump no estaban mostrando eficacia y el actual presidente en Washington está buscando dar el giro. La realidad es que no hay respuestas fáciles y cualquier decisión tiene costos. Hoy Biden tiene que enfrentar los suyos.
Twitter: @maurimm