Un atentado con bomba golpeó una concurrida calle peatonal en el centro de Estambul el domingo pasado, matando al menos a seis personas e hiriendo a decenas, en lo que las autoridades dijeron que podría ser un ataque terrorista. Hasta el momento de este escrito, el acto no ha sido reivindicado por alguna organización. El gobierno turco tampoco ha señalado de manera concluyente a nadie, aunque ha sugerido que la militancia kurda (específicamente la que opera en el norte de Siria) podría estar detrás del mismo. Hace algunos años, el terrorismo en Turquía escaló de manera dramática, pero eso fue cambiando y hacía mucho tiempo que ese tipo de violencia no se manifestaba de este modo en ese país. Al margen de esperar los detalles de las investigaciones, comparto algunos apuntes para comprender el contexto de entonces y el de ahora:

Los atentados en Turquía de los últimos tiempos han procedido de varias fuentes diferentes; con el fin de sintetizar, en este texto me concentro en las dos más importantes: ISIS y la militancia kurda. Cada uno de esos dos actores, ISIS y los militantes kurdos, han tenido, a lo largo de los años, razones propias para atacar, difieren enormemente en motivaciones, blancos y en la forma para llevar a cabo sus atentados. Sin embargo, sumando los ataques de ambos, del 2015 al 2017, Turquía se encontraba en un estado de tensión enorme.

Turquía y la guerra civil siria

1. Turquía fue probablemente el país limítrofe más afectado por la guerra civil siria, tanto por el flujo de refugiados como por la violencia y riesgos esparcidos a través de su frontera.

2. Pero más allá de ello, Ankara fue uno de los actores que más ha intervenido en este conflicto. Por motivos geopolíticos, Turquía decidió tomar partido y, junto con las monarquías sunitas de la región como Arabia Saudita y Qatar, ofreció su respaldo logístico, financiero y en armas, a ciertas milicias que combatían al presidente Assad.

3. De manera paralela Turquía mantiene un conflicto con la militancia kurda desde hace muchos años. Recordemos que los kurdos son un grupo étnico con presencia en cinco países (incluidos Siria, Turquía e Irak). Turquía no solo es el país que aloja a la minoría kurda más importante, sino que, a raíz de las aspiraciones nacionalistas de este grupo, ha librado una guerra con la militancia kurda desde hace décadas. Sin embargo, aún hasta el 2014, había un cese al fuego entre Ankara y dicha militancia.

No intervención directa contra ISIS hasta 2015

Turquía, un miembro de la OTAN y aliado de Estados Unidos, había elegido no entrar en la estrategia implementada por Washington contra ISIS en 2014 por varias razones:

a. ISIS era el mayor enemigo del presidente sirio Assad. Al haber convertido el combate a ISIS en su prioridad, Washington no solo estaba ayudando a dicho presidente sirio, sino que parecía aceptar de manera implícita el que cualquier salida a la crisis siria tendría que considerar un acuerdo negociado con Assad y con sus patrocinadores iraníes. Y ello implicaba fortalecer a Irán, un rival de Ankara.

b. Como se vio a lo largo de 2014 y 15, el combate contra ISIS era imposible de efectuarse sin el crucial apoyo y consiguiente fortalecimiento de los kurdos en toda la región (no solo en Siria). Esto significaba perjudicar otra de las mayores prioridades estratégicas turcas, debido al añejo conflicto turco-kurdo arriba señalado.

c. Por último, Turquía quiso evitar hasta el final los costos internos de combatir a ISIS, específicamente el surgimiento de ataques terroristas implementados con la eficacia y capacidad que ese grupo había demostrado a lo largo de estos años, sobre todo considerando (a) la porosidad de la frontera turco-siria, (b) el hecho de que Turquía había tenido que absorber a más de dos millones de refugiados sirios de entre quienes podría generarse un gran caldo de cultivo para el reclutamiento de jihadistas, y (c) la existencia de grupos jihadistas entre la propia población turca.

El cambio del panorama en julio 2015

Sin embargo, el panorama cambió, y a pesar de que los puntos anteriores seguían existiendo y pesaban enormemente en la conciencia de Erdogan, resultaba imposible para Ankara seguir evitando un incluso mayor involucramiento en Siria:

1. El acercamiento entre Estados Unidos e Irán del 2015, tema que no fue percibido regionalmente solo como un acuerdo limitado a lo nuclear, sino como la vía directa al fortalecimiento de la esfera de influencia de Teherán, algo que Turquía había buscado evitar desde el inicio. Ankara tenía que encontrar maneras de hacerse indispensable ante Washington, su aliado tradicional.

2. Como dijimos, desde el principio de la guerra civil siria Turquía apoyó a varias milicias rebeldes. Bajo las condiciones del 2015, para esta coalición de milicias era imposible prevalecer sin también combatir al poder que controlaba prácticamente la mitad del territorio: El “Estado Islámico” o ISIS.

3. Además, el tema de ISIS se empezaba a complicar cada vez más para Turquía. A medida que los dominios de esta organización islámica se empezaron a expandir en Irak y en Siria, su atractivo fue creciendo entre militantes de distintas partes del mundo. ISIS, entonces, no solo estaba en la frontera sirio-turca. ISIS había penetrado la militancia islámica en el interior de Turquía generando riesgos a futuro. Mientras más esperaba Ankara o mientras más deseaba evitar chocar con ISIS, más posicionada estaba esta organización para tenerle bajo amenaza perpetua.

4. La salida que Ankara encontró a este rompecabezas fue pelear contra todos sus enemigos al mismo tiempo y de ese modo, garantizar que sus prioridades se encontrasen debidamente alineadas. Así, Turquía, además de mantener su respaldo a las milicias rebeldes e incrementar su presión militar sobre Assad, empezó a bombardear objetivos de la militancia kurda, y se sumó a la estrategia de Washington contra ISIS prestando sus bases aéreas para que la superpotencia atacase al grupo islámico, y también atacándole mediante bombardeos directos por parte de Ankara.

Ataques turcos contra los kurdos

1. Desde la óptica de Erdogan, la guerra siria, y en particular, el combate a ISIS, estaban resultando en el fortalecimiento de los kurdos en Siria y en Irak –concretamente en el fortalecimiento de combatientes/militantes kurdos—lo que eventualmente repercutiría en los kurdos-turcos, algo que Turquía no podía permitir.

2. Para Washington, la lucha contra ISIS estaba anclada justamente en su alianza con los kurdos, tanto en Irak como en Siria. Los kurdos eran quienes mayores victorias estaban consiguiendo contra la organización islámica, y, por consiguiente, Estados Unidos debía seguir armándolos y apoyándolos, situación que sigue siendo, hasta hoy, muy mal vista por Ankara.

3. Por lo tanto, antes de aceptar colaborar con Washington en su guerra contra ISIS, Erdogan exigió a la Casa Blanca que se le permitiese atacar a la militancia kurda, tanto en Irak como en Siria. Washington aceptó implícitamente, porque incluir a Turquía en el combate a ISIS, era prioritario.

4. En 2016, Ankara incluso amplió su intervención militar incursionando y tomando posiciones directamente en territorio sirio para arrebatar a ISIS una parte de la zona fronteriza que controlaba, y para, desde ahí, ubicarse y atacar a los kurdos con mayor holgura.

5. Como resultado de todos estos factores, Turquía estaba arriesgando el ser el objeto de la respuesta ya de tres tipos de actores distintos: (a) ISIS, (b) los kurdos, y (c) los poderosos aliados de Assad: Rusia e Irán. Pero esta última es otra historia. Nos concentramos en los kurdos y en ISIS.

Las respuestas terroristas

1. Esta serie de decisiones ocasionó respuestas tanto por parte de ISIS como por parte del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y sus grupos afiliados. Ya el mismo julio del 2015, ISIS lanza su primer atentado importante en territorio turco. Desde entonces, esa organización cometió varios ataques mayores causando cientos de muertos y heridos.

2. Paralelamente, grupos militantes kurdos estuvieron cometiendo una serie de atentados, principalmente contra fuerzas de seguridad y policías turcos, pero en los que también murieron y fueron heridos decenas de civiles.

3. En junio del 2016 ocurrió uno de los ataques terroristas más sonados. El aeropuerto de Estambul, uno de los que más movimiento tienen en Europa y el mundo, fue atacado por militantes de ISIS, causando decenas de víctimas mortales y heridos.

4. Por si eso no bastara, pocos días después, ocurrió un intento de golpe de Estado en ese país, el cual, si bien fracasó, ocasionó una enorme inestabilidad política. Entre otras repercusiones, esta intentona causó que Erdogan mandara a arrestar o despidiera a cientos de generales, mandos medios y personal del ejército, ese mismo ejército que tenía a su cargo la seguridad del país en un entorno explosivo como el de entonces.

5. Esto produjo una espiral ascendente de violencia. Al margen de las siempre lamentables víctimas, con los atentados, Turquía estaba siendo continuamente golpeada en lo psicológico y en lo político. Esto le fue incentivando a intervenir de manera cada vez más firme en contra de ambos enemigos—ISIS y el PKK o cualquier organización que fuese considerada como su filial, como lo son las fuerzas kurdo-sirias del YPG—tanto en Siria como en Irak. A su vez, estos grupos respondían mediante más atentados.

6. Esta serie de factores fue llevando a Ankara a reorientar sus prioridades, redefinir sus alianzas y sus metas. Ya desde entonces, se observaba un importante acercamiento entre Turquía y Rusia, así como el inicio de un acercamiento entre Turquía e Irán. Turquía parecía estarse acomodando con la idea de permitir algún arreglo que incluya a Assad en la resolución del conflicto sirio, para entonces poderse concentrar en sus otras dos prioridades: ISIS y los kurdos.

7. Así, a lo largo de los meses, la posición del presidente sirio Assad, asistido por Rusia, fue mejorando hasta reconquistar una buena parte del territorio del país.

Acomodos en la guerra civil siria y situación kurda

Pasados los años, la guerra civil siria no terminó, pero se fue acomodando. Los atentados terroristas en Turquía disminuyeron considerablemente. Ankara aceptó colaborar con un cese al fuego que conservara un último reducto rebelde, pero lo hizo en parte, a cambio de que se pusiera un límite a las ganancias kurdas en ese país . Podríamos resumir la situación desde entonces, de la siguiente manera:

1. Las milicias kurdo-sirias mantienen el control de una cuarta parte del territorio sirio, y mientras no se defina el estatus final de esa guerra que no ha terminado, se niegan a ceder dicho territorio.

2. Como dijimos, Turquía ha penetrado territorio sirio para garantizar lo que denomina un “colchón de seguridad”. A lo largo de estos años, los combates entre tropas turcas y milicias kurdas continuó con momentos de distintos grados de intensidad.

3. Lo anterior no se limita a Siria. En abril de este mismo 2022, Turquía lanzó una nueva ofensiva en contra de posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Irak.

4. En mayo, también de este año, Erdogan anunció que se avecinaba una nueva ofensiva mayor turca sobre territorio sirio controlado por los kurdos. Si bien esto no ha ocurrido, los ataques turcos contra posiciones kurdas se intensificaron en los últimos meses. Esto mientras que, al mismo tiempo, Erdogan ha dado muestras de acercamiento con el presidente sirio Assad. Esto parece contradictorio toda vez que Assad está completamente opuesto a la presencia turca en territorio sirio. El objetivo de Erdogan, sin embargo, consiste en mostrar a su población que tiene la capacidad de trabajar en distintos frentes al mismo tiempo: luchar contra los kurdos y, a la vez, mantener viva la política y la diplomacia.

5. Como vemos, entonces, se trata de espirales de violencia que datan de mucho tiempo atrás. El último atentado en Estambul podría estarse sumando a esa espiral y, muy probablemente, la respuesta del gobierno turco irá también en ese mismo sentido. Ya en otro espacio tendremos que hablar acerca de las estrategias más eficaces para combatir al terrorismo que no son, por cierto, las militares.

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