¿Cómo estamos dimensionando el ataque israelí contra Irán que tuvo lugar la madrugada del 26 de octubre? ¿Es el final de esta ronda de golpes entre esos dos países? ¿Por qué se ha dicho que se trata de un ataque limitado o calibrado? Considerando que se trata de eventos en desarrollo, compartimos estas notas con la información que tenemos hasta el momento de escribirlas.
1. El último ataque de Israel contra Irán no es un ataque “menor”, como de pronto se tiende a comentar. Tampoco es la primera vez que Israel ataca directamente territorio iraní, como también se ha difundido por algunos medios—apenas en abril Israel lanzó un ataque de represalia en territorio iraní tras el lanzamiento de drones y misiles por parte de Teherán en su contra. Lo que pasa es que, en efecto, aquella represalia fue mucho menor que la actual. Este último ataque israelí es la respuesta de ese país por el lanzamiento de más de 180 misiles balísticos enviados directamente por Teherán contra territorio israelí a inicios de octubre. A su vez, Irán lanzó aquel ataque como respuesta ante acciones israelíes como el haber asesinado al líder político de Hamás en Teherán cuando éste asistía a la toma de posesión del nuevo presidente iraní, además del asesinato del líder de Hezbollah, el mayor aliado de Irán en la región, lo que suma a la muerte, a manos de Israel, de varios generales de las Guardias Revolucionarias Islámicas iraníes en estos meses.
2. Lo que vemos entonces es una espiral acción-reacción, que, por ahora, está siendo relativamente contenida y espaciada en el tiempo. Hasta este punto, cada parte lanza una represalia o contra represalia dirigida a su enemigo tras varias semanas transcurridas de los hechos que motivan esas represalias. Pero nada de esto significa que los ataques deban ser minimizados o que sea adecuado llamarlos “menores”.
3. La realidad es que Irán e Israel están ya atacando sus respectivos territorios de manera directa y abierta, lo que no se había observado en la región hasta este punto. Es decir, la guerra entre estos países existe desde hace muchos años, pero se trataba de una guerra de “baja intensidad”, librada de formas no abiertas, a veces a través de terceros actores, o mediante actos de sabotaje y guerra híbrida. Por tanto, lo primero es reconocer lo delicado del momento que se vive.
4. Dicho lo anterior, dentro de los escenarios que había, Israel calibró su represalia para permitir que Irán considere seriamente la posibilidad de desactivar la espiral y, cuando menos, desescalar los ataques directos entre esos dos actores, evitando con ello, por ahora, una guerra mayor.
5. El escenario más peligroso era que Israel atacase las instalaciones nucleares de Irán. Un siguiente escenario, muy delicado, pero menor, consistía en ataques israelíes en contra de instalaciones petroleras o de gas iraníes (lo que podía haber resultado en que Irán no solo devolviese el golpe a Israel, sino que también atacase otras instalaciones energéticas de la región, con consecuencias financieras globales difíciles de dimensionar). El escenario de un ataque israelí en contra de instalaciones militares era, por tanto, el menos riesgoso y considerado el menos escalatorio de todos.
6. Considerando esos elementos, ese último era precisamente el escenario que Washington buscaba y por el que tuvo numerosos encuentros y desencuentros con el gobierno de Netanyahu. La postura dura en Israel prefería aprovechar el momento delicado que vive el eje proiraní, así como el momento de relativa fuerza militar que vive Israel, para dar golpes definitivos contra los proyectos nuclear y de misiles iraníes. No obstante, el estimado militar es que, sin la ayuda de EU, Israel no puede sino asestar daños limitados a dichas instalaciones iraníes, además de que el costo que Israel tendrá que pagar por activar una guerra mayor que pudiera salirse de las manos de todas las partes, sería enorme. Todo ello sumado al costo para EU por la posibilidad de ser arrastrado a una guerra mayor que ni la Casa Blanca, ni el electorado estadounidense desean.
7. Con eso en mente y en coordinación con Washington, Israel optó por lanzar un ataque, sí de fuerza, pero medido como para no escalar más la espiral señalada. Según reportes de prensa, Israel comunicó por vías de terceros a Teherán la dimensión del ataque que iba a efectuar, y advirtió a Irán no lanzar una nueva represalia.
8. Así, Israel no atacó sitios nucleares, pero sí sitios en donde se efectúan pruebas nucleares, importantes bases de las Guardias Revolucionarias, arsenales, sitios de lanzamiento de misiles y muchos sistemas de defensa en Siria y en Irán para permitir la acción de los 100 aviones y drones con que Israel lanzó los ataques.
9. Lo relevante, desde el inicio de estas operaciones, fue la construcción de una narrativa desde Israel y Washington hasta Teherán al respecto de que este ataque fue “limitado”. Al replicar esa narrativa e indicar que hubo daños menores, e incluso mandar señales de que Irán “esperaba algo mayor”, Teherán pareciera decidir quedarse en este punto por ahora, lo que evitaría la temida escalada de la que hablamos.
10. Esto no significa que Irán no vaya a responder. Pero si lo hace, quizás no será de manera inmediata, y quizás intentará seguir mostrando su intención de seguir desescalando. De esto, nos enteraremos, probablemente, dentro de algunos días o semanas.
11. Mientras tanto, lo que sí continúa tal y como lo hemos visto hasta ahora, es toda la conflictiva regional incluido el potencial que esto tiene, mientras esa conflictiva no se desactive, de nuevas rondas escalatorias entre los actores mayores, Israel e Irán. Es decir, el conflicto en Gaza sigue ahí y, lejos de estar cerca de un acuerdo de rehenes y cese al fuego, pareciera que seguiremos en una larga guerra de guerrillas con los costos humanos y políticos correspondientes. También vemos cómo Hezbollah, a pesar de todos los golpes recibidos, está determinada a seguir adelante con una larga guerra de desgaste contra Israel, a menos que éste decida aceptar condiciones de un cese al fuego limitado que al final de cuentas permita a esa organización sobrevivir y seguir resistiendo. También seguirán los ataques de otros aliados iraníes como las milicias chiítas de Irak y Siria, o los ataques de los houthies—ahora incluso asistidos por Rusia—en contra de Israel, EU, Reino Unido y muchos otros países de la región, además de sus ataques en contra de la navegación comercial y civil que pasa por el Mar Rojo.
12. En otras palabras, podríamos decir que Irán podría optar por retornar a la fórmula que mejor le ha funcionado hasta ahora: seguir librando una prolongada guerra de desgaste contra Israel, pero preferentemente a través de sus aliados regionales, lo que le permite mantenerse vulnerando a ese país no solo materialmente, sino diplomática, política y psicológicamente, en lo que estima como una visión de largo plazo y de paciencia estratégica.
13. Por último, señalar que Netanyahu parece haber decidido por un lado escuchar a Biden y limitar sus acciones en este punto, pero siempre pensando en su estrategia mayor en términos de sus relaciones con EU: conseguir que el tema se eleve en la agenda muy cerca de las elecciones, e intentar favorecer a su apuesta mayor, Donald Trump.
Seguiremos pendientes.
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