Este texto consiste en una propuesta especial: intentar, por un momento, suspender el juicio, y partir exclusivamente de los hechos que conocemos, para ver en qué resulta el análisis de lo que pasa y lo que podría venir. Advierto, este análisis está inacabado (a propósito) pues estamos hablando de hechos en desarrollo que pueden cambiar ya mismo, desde el momento en que escribo (lunes 26 por la tarde) y, por tanto, se necesitará continuar más adelante. Este es el resumen:
1. Sabemos que Prigozhin, el líder del Grupo Wagner (la empresa privada de contratistas militares que ha estado en el ojo del huracán) y Putin fueron cercanos durante muchísimo tiempo y no solo por sus vínculos en temas de seguridad, sino por vínculos que preceden a la formación de esa organización paramilitar. Pero muy cercanos.
2. Sabemos que entre Wagner y Moscú (lo que incluye no solo a Putin sino al ministerio de defensa y otros muchos actores en Rusia) se tejió una alianza estratégica desde 2014. Sabemos, por ejemplo, que Crimea pasó al control de la Federación Rusa, y sabemos que el ejército ruso no intervino formalmente en ello, sino tropas de Wagner sin insignia ni bandera. Asumimos que estos hechos permitían al Kremlin implementar sus despliegues y acciones en territorios cercanos o lejanos (desde Siria hasta Malí, desde Congo hasta Venezuela), negando plausiblemente cualquier involucramiento directo de Moscú en estos hechos. Pero sabemos que, por ejemplo, las fuerzas armadas rusas eran quienes asistían a Wagner para llegar y establecerse en varios de esos territorios justo como Malí.
3. Sabemos que, con los años, esa relación siguió creciendo y que, por tanto, Wagner no era un simple grupo de “mercenarios” operando bajo contrato, sino una herramienta que Moscú empleaba continuamente; una herramienta que servía a sus agendas y que estaba en el interés de Putin fortalecer y hacer crecer. Sabemos, entonces, que si Wagner llegó a donde llegó, fue porque ello estaba en el interés de Rusia
4. Sabemos que, una vez lanzada su intervención sobre Ucrania a gran escala en 2022, Rusia fracasó en su intento por conquistar Kiev, y tuvo que replantear sus tácticas reorientando su ofensiva hacia el este ucraniano. Sabemos que los servicios de Prigozhin y Wagner fueron solicitados para asistir al ejército ruso, dada la experiencia y capacidades de esa organización y dada la necesidad de victorias. Sabemos que Wagner reclutó a decenas de miles de presos, y que sus fuerzas llegaron a sumar hasta 50 mil combatientes desplegados en Ucrania.
5. Sabemos que la figura de Prigozhin comenzó a hacerse más pública, más vocal, y sabemos, por su discurso, que ese personaje no tenía empacho en criticar continuamente a las personas o instituciones que consideraba pertinentes. Sabemos que ello fue generando distintos conflictos y que poco a poco, ello fue tocando a Putin cada vez más puesto que al presidente ruso le era cada vez más difícil controlar a este aliado estratégico sin golpear los intereses de otros actores políticos. Sabemos, sin embargo, que, dada la eficacia de Wagner en el campo de batalla, Prigozhin se fue sintiendo cada vez más indispensable y con más holgura para exponer sus múltiples críticas.
6. Sabemos que esas críticas tocaban dos puntos básicos: (a) la falta de suministros que tenía Wagner en el campo de batalla, y, por tanto, el “abandono” en el que el ministerio de defensa tenía a esa organización, y (b) la estrategia general de la guerra, las tácticas empleadas por el ejército ruso, y la infinidad de errores cometidos. Prigozhin se fue convirtiendo, para quienes lo escuchaban (junto con otras fuentes de la derecha rusa), en una fuente para comprender el estado real de la guerra o más bien, cómo era vista la situación desde esta posición frecuentemente más dura que la del propio gobierno ruso. Pero también sabemos que este discurso reflejaba el estado del conflicto entre Prigozhin y las instituciones rusas, y, sobre todo, el crecimiento de ese conflicto.
7. Sabemos que dicho conflicto llega a niveles máximos desde que el ministerio de defensa intenta controlar a Prigozhin forzando a sus milicias (al igual que a otros grupos paramilitares) a firmar contratos con Moscú. Sabemos que Prigozhin se niega a firmar esos contratos, y también sabemos que Putin, a pesar de sonar conciliador, se coloca (en ese y en otros momentos) del lado del ministro de defensa Sergei Shoigu, no del lado de Prigozhin. Por tanto, sabemos que el conflicto ya entre el líder de Wagner y Putin seguía creciendo y su estallido parecía cosa de tiempo.
8. Sabemos que esto sucede el viernes 23, cuando Prigozhin critica ferozmente toda la estrategia de la guerra, acusando a las instituciones rusas de colocar información falsa sobre la mesa de Putin. Sabemos que ese mismo día, esas instituciones acusan a Prigozhin de orquestar un “golpe de Estado”, y sabemos que el líder de Wagner, a su vez, acusa a las fuerzas rusas de atacarle por la retaguardia “matando”, según dice, “a treinta” de sus combatientes, lo cual desató la toma de Rostov y su complejo militar por parte de Wagner y desató también la marcha de esa organización camino a Moscú.
9. Sabemos que Putin estuvo intentando negociar a través de canales internos e internacionales (Bielorrusia), y que finalmente llegó a un acuerdo con Prigozhin, lo que detuvo su marcha y desactivó los potenciales choques. Pero sabemos, que al menos Putin consideró las amenazas de Prigozhin enormemente serias, tanto así que decretó la ley marcial a pesar de los costos psicológicos y políticos de un decreto semejante.
10. También sabemos que materialmente no hubo disidencias entre las instituciones rusas. Uno a uno de los actores políticos y militares relevantes, incluido el ejército, las agencias de inteligencia, la Guardia Nacional, las legislaturas y gubernaturas, entre otros, expresaron públicamente su respaldo a Putin.
11. Sabemos, por fuentes oficiales que se ofreció amnistía a Wagner y ya sea, el salvoconducto hacia Bielorrusia, o bien, la incorporación de sus miembros de manera formal a las filas rusas.
12. Sabemos que, al momento de este escrito Prigozhin no ha llegado a Bielorrusia (tampoco las tropas de Wagner), y que tampoco se han retirado los cargos en su contra. Por ahora. Sabemos en cambio, por una nota de voz que Prigozhin colocó en sus redes, que en su cabeza parece seguir estando la idea de continuar activo en alguna o algunas de las operaciones de Wagner.
Es partiendo de lo anterior que podríamos afirmar lo siguiente:
1. El panorama señalado muestra algo de claridad en torno a cómo se fue gestando el conflicto que estalló el 23 de junio, pero muestra mucho menos claridad y deja bastantes interrogantes hacia el futuro.
2. Podemos ver en esa suma de eventos, mucho acerca de la cercanía pasada de Putin con Prigozhin, y podríamos afirmar que su relación ya está rota. Sin embargo, al enterarnos de los canales indirectos de negociación que existieron durante las horas de tensión, y al observar lo que hasta hoy se manifiesta en la realidad, surgen interrogantes acerca de si esa comunicación se mantendrá rota en el futuro o podrá recomponerse. Mucho más considerando lo que Wagner representaba para Moscú no solo en Ucrania sino más allá. En cambio, es mucho más claro el enfrentamiento entre Prigozhin y otras instituciones rusas, las cuales siguen hasta este momento recibiendo el respaldo de Putin.
3. Al mismo tiempo, partiendo de esos hechos, es posible observar los múltiples signos de debilidad que mostró el gobierno de Putin, desde cómo se permitió a este conflicto crecer, cómo se tuvo que gestionar una vez estallado ofreciendo el perdón a actores que abiertamente se rebelaron contra las instituciones, hasta incluso la declaratoria de ley marcial a pesar de los costos que ello tendrá al respecto de cómo la guerra está siendo percibida entre la población rusa.
4. No obstante, en ese mismo relato, se puede apreciar que Prigozhin careció de la capacidad de sumar respaldos, y se tuvo que conformar con una negociación de amnistía (no de supervivencia de su corporación) tras lo cual inmediatamente dio marcha atrás en su rebelión.
5. Esto arroja claroscuros. Por un lado, un Putin más débil de lo que muchas personas pensaban, que tiene que sujetarse a términos de negociación que le fueron impuestos (otorgar un perdón y salvoconducto a fuerzas rebeldes que tomaron una ciudad e instalaciones militares, sin haberlas podido detener, no parece una señal de fuerza) con tal de detener la tormenta perfecta que se avecinaba: un conflicto armado a nivel interno, combinado con la contraofensiva ucraniana que sin duda se iba a desproteger. Por otro lado, no obstante, las muestras de respaldo a Putin en un momento de crisis, momento que pudo ser aprovechado por actores que hubiesen querido su caída, le terminan por salvar y quizás no solo eso. Putin podría aprovecharse de las circunstancias (como lo han hecho otros líderes que sufren atentados o golpes de Estado fallidos) para detectar en donde se encuentran sus vulnerabilidades, efectuar purgas y depuraciones y buscar recuperarse de esa debilidad que hoy se aprecia.
Nuevamente, como estamos en eventos en desarrollo, seguimos observando y comentando en estos días.
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