Finalmente se ha conseguido un acuerdo para el cese de las hostilidades en Gaza y el intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos. La realidad es que este acuerdo es muy similar, por no decir idéntico, a uno que había sido puesto sobre la mesa por la administración Biden desde el pasado mayo. Así que es importante preguntarnos por qué ese acuerdo no fue aceptado en ese momento y sí está siendo aceptado ahora. Más importante, sin embargo, es necesario evaluar las posibilidades de implementación y subsistencia de este cese al fuego, qué sigue para Gaza, y en qué medida esta situación podría ayudar a activar otros procesos de negociación en la región. Acá unos apuntes al respecto.
Factores contribuyentes
El cese al fuego no había sido alcanzado a lo largo de estos meses por factores que pueden ser atribuidos tanto a Israel como a Hamás. Hoy en cambio, la situación es distinta y se producen incentivos para ambos actores.
a) Del lado de Israel
1. Ampliación coalición Netanyahu: Desde hacer varios meses, el primer ministro israelí consiguió sumar más asientos a su coalición a través de su alianza con quien hoy es el ministro exterior, Gideon Saar. Esto le vuelve menos dependiente de los partidos ultranacionalistas y ultra religiosos que le tenían bajo amenaza. Esto no significa que la visión de estos partidos no le importe, pero hoy, Netanyahu cuenta no solo con los votos en el parlamento para sacar adelante el acuerdo, sino que incluso su gobierno tiene mayores probabilidades de supervivencia gracias a sus otras alianzas. Más aún, bajo las circunstancias actuales, es el propio Netanyahu quien podría convocar a nuevas elecciones, lo que se conecta con el siguiente factor.
2. Desde mayo hasta la fecha, Israel ha conseguido golpear fuerte a Irán y a su eje de aliados (un eje del cual Hamás y la Jihad Islámica forman parte). Esto incluye el combate de ese país contra Hezbollah, la liquidación de su mando, los daños a su arsenal y a su infraestructura organizacional, los embates contra Teherán, desde haber liquidado al líder político de Hamás justo en esa capital, hasta sus ataques contra defensas antiaéreas e instalaciones militares iraníes. Todo esto además de haber mostrado capacidad para dañar a los Houthies en un territorio tan lejano como Yemen, o haber asesinado al liderazgo de Hamás en Gaza.
3. Esto es relevante ya que Israel siempre ha visto la actual conflictiva como una amenaza existencial, lo que incluye, pero no se limita a Hamás y la Jihad Islámica. Debido a ello, Netanyahu fue culpado desde el establishment de seguridad por haber colocado a Israel ante una situación de altísima vulnerabilidad frente a todo el anillo de fuego que representa Irán y su eje de aliadas. Hoy en cambio, Netanyahu tiene elementos para presentar su caso y venderlo internamente como una victoria crucial en contra del eje proiraní. Por si lo anterior no basta, Netanyahu incluso puede afirmar que fue gracias al daño causado contra Hezbollah e Irán, que sobrevino en diciembre el colapso de Assad en Siria, otro de los grandes enemigos de Israel y aliados de Teherán.
4. Está, además, por supuesto, el factor Trump. Y hay quienes atribuyen a éste, el peso mayor. Es posible que sí lo tenga, aunque sería difícil pensar que incluso siendo Trump quien es, las cosas estarían caminando hacia un cese de hostilidades sin considerar los factores que arriba señalo. Con todo, es un hecho que Trump tiene un nivel de influencia hacia Netanyahu que supera con creces a Biden. En ese sentido, Trump ha dejado muy claro a Bibi que, para su fecha de llegada a la Casa Blanca, él no quería tener que lidiar con conflictos activos, y que, a cambio de eso, ofrecería considerables beneficios a Jerusalem, lo que incluiría la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita.
5. Aún así, es imposible considerar el logro del cese al fuego sin la colaboración entre la administración saliente y la entrante en Washington. Estaba en el interés, tanto de Biden (cuyo equipo fue el autor de este pacto desde hace meses) como de Trump, contribuir a sacar el acuerdo adelante.
No obstante, pensar que esto solo depende de Israel, es mirar el panorama a medias. Del lado de Hamás hay muchos elementos también a considerar.
b) Del lado de Hamas
1. Hamás ha estado perdiendo popularidad entre la población palestina. Para ser claros, la historia nos muestra que sus conflictos con Israel son un impulsor natural de los niveles de aprobación de esa organización, e inicialmente esta no fue la excepción. Antes de los ataques del 7 de octubre del 23, la aprobación de Hamás estaba en 30%. Después de sus ataques terroristas contra Israel y el secuestro de civiles de ese y otros países, su popularidad creció hasta niveles de cerca del 50%. En su pico, tres de cada cuatro palestinos aprobaban las tácticas empleadas por Hamás para sus actos. Pasados los meses, en cambio, las encuestas muestran otro panorama. A diferencia de todas las anteriores, esta ha sido una guerra mucho más prolongada, con un altísimo costo en vidas y una crisis humanitaria sin precedentes. Como resultado, actualmente 75% de palestinos en Gaza desea un cese al fuego permanente. La aprobación de Hamás ha caído hasta el 36% en Cisjordania y mucho más abajo en Gaza. A diferencia de hace unos meses, si hoy hubiera elecciones en Palestina, Hamás perdería bajo cualquier escenario.
2. En cambio, los incentivos para un cese al fuego hoy son mucho mayores. Por ejemplo, cada vez que Hamás consigue acuerdos para liberar prisioneros palestinos, su popularidad se catapulta. En este caso serán más de mil. Además, Hamás está logrando que una buena parte de la población palestina regrese a las zonas de las que tuvo que desplazarse. Por último, tras las distintas fases del acuerdo, según ha sido publicado, Hamás obtendría un cese al fuego permanente, y el repliegue de la mayor parte de las tropas israelíes, una de sus principales demandas. En caso de no prosperar las fases del acuerdo, Hamás logra mantener a un buen número de rehenes en su poder, de modo que el acuerdo le resulta satisfactorio.
3. En esencia, por lo que parece, el mayor logro de Hamás es sobrevivir. Si bien se habla de una nueva administración para la franja, la realidad es que la agrupación consigue presentarse como un grupo de resistencia, el cual, a pesar de haber sufrido enormes golpes, incluida la caída de sus mayores líderes, sigue viva. Hamás ha generado un enorme daño a Israel (sobre todo en lo simbólico, lo psicológico, lo político y lo diplomático, enfrentando cargos en cortes internacionales y potenciales sanciones), y conserva presencia en Gaza, mantiene la posibilidad de un acuerdo para el cogobierno con la Autoridad Nacional Palestina, ha logrado reclutar a miles de nuevos combatientes para reabastecer sus filas y seguir adelante con su lucha de largo plazo. Al final del camino, Hamás consiguió mediante métodos violentos lo que la ANP no había conseguido en años: reposicionar el tema palestino en la agenda global.
La importancia de monitorear las fases del cese al fuego
1. La realidad es que la segunda y tercera fases del acuerdo penden de un hilo. Por lo que se ha publicado, apenas el día 16 del cese al fuego, se empezará a detallar los aspectos finos de esas dos fases. Así que lo que sigue será observar hasta qué punto este cese al fuego se implementa parcial o totalmente y en qué medida se sostiene. Hasta este momento, por las diversas declaraciones que se han vertido, se puede observar la construcción de distintas—y a veces opuestas—narrativas al respecto, lo que es natural en términos de legitimar el respaldo de los distintos actores al mismo. Lo que para unos es un “permiso para reanudar la guerra después de la fase 1”, para otros es “un repliegue total y definitivo de las fuerzas israelíes de Gaza”.
2. Para Trump, quien toma posesión este lunes, es de vital importancia que el acuerdo se sostenga y ejercerá toda la presión que esté en sus manos para que así suceda.
3. Sin embargo, como dije, hay toda clase de presiones y posibles obstáculos para la segunda y tercera fases del acuerdo. Todo dependerá de quién y cómo asumirá el control de la franja, y cómo esto es percibido y procesado por los componentes de extrema derecha del gobierno israelí, así como la capacidad de Netanyahu para negociar con esos actores. Si, como hasta ahora ha sucedido, se producen vacíos de autoridad en Gaza, estos serán llenados sin duda por Hamás, quien empleará este tiempo para reagruparse y reordenar su lucha futura. Todo esto podría, si no hacer colapsar, quizás sí desacelerar la implementación de esas fases, con potenciales choques entre el ejército israelí y Hamás. Eventualmente, esa organización podría reanudar con su guerra de guerrillas e Israel podría optar por continuar las hostilidades. Así que aún falta un buen trecho por recorrer.
Nada de lo anterior, sin embargo, será permanente si no se resuelven las condiciones para cuando menos iniciar un proceso—incluso si éste toma varios meses o años—con el fin último de hacer realidad la fórmula de dos estados para dos pueblos coexistiendo en condiciones de seguridad, desarrollo, libertades y oportunidades para todas las poblaciones de la zona. En la medida en que eso siga siendo postergado, lamentablemente, la historia nos muestra que la mesa queda puesta para nuevos ciclos (y cada vez peores) de violencia.
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