Llevo muchos años escuchando la misma negación: “No, eso que dices no sucederá. No seas pesimista”. No soy pesimista, nomás digo lo que veo. Es más, mi optimismo es tan potente que sigo creyendo que cobrar conciencia de nuestras realidades y de las amenazas que nos van rodeando es la mejor forma de empezar, apenas, a enfrentarlas. Para caminar, prefiero abrir los ojos que dar palos de ciego.

He escuchado muchas negaciones a lo largo de esta década: Andrés Manuel no va a ganar la jefatura de Gobierno, nadie votará por un tabasqueño que hizo trampas sobre su lugar de residencia. ¿Cómo crees que le ganará a Felipe Calderón, si Fox y el aparato panista están con todo? No, no volverá a ser candidato, está muy desgastado. No, no va a romper con su partido, se quedaría solo. No ganará la Presidencia, los números de la coalición son contundentes, ¿ahora quieres contradecir a la aritmética? No, no va a destruir nada, ya llegó a donde quería ¿no has oído sus discursos?

No, no va a romper el diálogo con las organizaciones. No habrá militarización, no va a seguir al Comandante Borolas. No, no podrá ir más lejos, porque perdería la mayoría a la mitad de su sexenio. No, no va a entregarle la Guardia Nacional a nadie, es su contrapeso con los generales. No, no irá contra el INE, se le caería la legitimidad. No, no va contra la Corte, nomás los está aplacando. No ganarán las elecciones, no dan los números, ¿si sabes sumar? ¿Cómo crees que va a ignorar las reglas electorales si él mismo se fue contra Fox cuando lo hizo? No, aun si Xóchitl perdiese, se van a quedar con minoría en el Congreso. ¿Cómo crees que se van a agandallar la mayoría absoluta?

No, Andrés Manuel se irá a Palenque y Claudia será distinta: su modelo es Cárdenas. No, no van a desaparecer al INAI, van contra los reguladores del mercado, nada más. Acabarán aceptando una reforma parcial del Judicial; ir a elecciones totales es una locura. No van por el Plan C, será una reforma electoral descafeinada, porque ya controlan al Tribunal Electoral. No, ni locos le entregarían todo el poder al Ejército y la Marina, si son de izquierda. No, Claudia no va a defender a nadie que haya pactado con el narco. No, no va a enfrentar a Trump, le entregará a todos los que le lavaron el dinero al Mencho y a los chapos.

Tampoco aceptaron que la democracia ya no sería la clave del régimen, ni que avanzarían hasta concentrar todos los poderes, ni que consolidarían la militarización, ni que intervendrían las universidades (el CIDE es muy chiquito, no compares), ni que cercenarían la descentralización y lo que quedaba del federalismo, ni que el presidente López Obrador seguiría siendo el presidente López Obrador, ni que sus decisiones ya apuntaban rasgos fascistoides, ni que repartirían contratos a cambio de favores, ni que emplearían sus atribuciones para inhibir críticas y exhibir críticos, ni que las oposiciones acabarían como perros de azotea: ladrando a todo sin morder a nadie.

Así que asumo que negarán lo que ya viene: la captura del padrón electoral, el desmantelamiento del INE (que se volverá tan autónomo como la CNDH), el uso faccioso de las nuevas facultades de investigación otorgadas al ejército, los nuevos casos de censura quirúrgica, el enfrentamiento con los Estados Unidos para cuidar a los amigos, el reparto intensivo del dinero cada día más devaluado por la inflación y la repetición ad nauseam del discurso que justifica todos los abusos por el bienestar del pueblo, con el pueblo y para el pueblo.

Pero mientras pueda, seguiré diciendo lo que veo venir, aunque mis antagonistas nieguen y los partidarios convencidos o pagados del nuevo orden me contradigan setenta veces siete (¿o sólo eran tres veces?) porque el futuro no es lo que será, sino lo que ya está siendo.

Investigador de la Universidad de Guadalajara

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