Durante más de dos semanas, los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no han impartido clases en las aulas sino en las calles.
Si tradicionalmente las maestras y maestros, como figuras emblemáticas de la formación de niñas, niños y adolescentes, han sido ejemplo de responsabilidad y comportamiento, estos de la CNTE han sido referencia del caos, tal como lo demuestran las clases que han dado a cielo abierto, especialmente en la Ciudad de México, con las materias de bloqueo, perjuicio a terceros y negociación con presión.
Contrastan las actitudes de la Coordinadora con la prudencia de la presidenta Claudia Sheinbaum y la claridad de su postura. Entre otros ángulos de las movilizaciones, llaman la atención los siguientes:
1. Que centrados en sus intereses gremiales y en sus beneficios, estos maestros hayan decidido abandonar a sus alumnas y alumnos, a lo largo de más de 10 días hábiles, hasta ahora, con las consecuencias que ellos, suponemos, conocen muy bien. No hay forma de reponer esas horas clase que, multiplicadas por los escolares afectados, resultan millones de horas perdidas e irrecuperables.
2. Que las entidades con mayor rezago educativo son aquellas en las que la CNTE tiene más presencia, como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán. Se podría pensar que la Coordinadora no es la responsable del rezago educativo sino la pobreza que agobia a estos estados. Pero la CNTE tiene 45 años de existencia. Ya no puede decirse ajena a la problemática de esas entidades en indicadores que interactúan y se influyen mutuamente, como son calidad educativa y pobreza.
En 1979, cuando surgió la CNTE, esos estados ya se encontraban entre los más pobres, pero luego de casi cincuenta años no se advierte una incidencia de la educación en la movilidad social o en el despegue de sus poblaciones a mejores estadios de bienestar.
3. Que las formas de lucha de la CNTE incluyen acciones que dañan y perjudican a la población con bloqueos en puntos críticos durante horas y horas cada día y a lo largo de dos semanas, e incluso hacerlo, y eso sí es novedad, a la entrada de Palacio Nacional, cuyas puertas sitiaron durante cuatro horas el pasado 21 de mayo.
4. Que cuando la CNTE finalmente acepta participar en una mesa de diálogo, mantiene sus acciones de caos en diversos puntos, agregando una tensión desleal y ventajosa en la negociación. Quien lo hace no busca construir acuerdos sino imponer condiciones.
Se dirá que en una negociación todo se vale, pero se trata de una falsa retórica. ¿Por qué se valdría afectar a millones de niñas y niños en su proceso de educación, al que tienen derecho, especialmente en entidades que requieren urgentemente de movilidad social y capital humano más preparado? ¿Por qué sería válido afectar la vida de millones de personas y causar pérdidas multimillonarias durante dos semanas (y lo que falta) para conseguir fines gremiales que podrían gestionarse mediante un diálogo productivo entre interesados y autoridades?
Seguramente los maestros de la CNTE saben lo caro que resultan sus acciones, tanto en rezago educativo como en derechos ciudadanos y actividad económica, pero lo dan por hecho alegremente, porque ellos no pagan el costo. Lo pagan niñas y niños, así como ciudadanos ajenos al conflicto, estudiantes, empleados, trabajadores por su cuenta y micro y pequeños comerciantes. Lo pagan los estados afectados y la Ciudad de México. Lo paga el país.
Mauricio Farah
Especialista en derechos humanos. @mfarahg
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