En las últimas semanas hemos hablado muchísimo de militarización. Reseñas, artículos y opiniones van y vienen sobre el actuar del ejército, la Guardia Nacional (GN), los escándalos revelados en los] Sedenaleaks y sobre las muchas funciones que recientemente se les han sumado a los soldados: desde la seguridad pública, hasta la administración de una nueva aerolínea. Sin embargo, en la órbita gubernamental y del oficialismo no hay discusión alguna de lo fundamental.

Nadie en el gobierno ni en el oficialismo ha podido siquiera trazar las líneas de la estrategia ni de la táctica a seguir. Aumentar la seguridad de la población o disminuir la inseguridad de la misma no es una estrategia. Son objetivos, metas. La estrategia tiene que ver con el plan general para conseguir lo que se desea lograr, la táctica con los pasos y las reglas para llevar a cabo la estrategia. En vez de preguntarnos, ¿qué tipo de ejército y GN queremos y qué reformas al sistema de justicia habríamos de realizar para que las personas se sientan más seguras?, la discusión se centra en cuánto tiempo estarán los soldados en las calles.

Está a punto de aprobarse la reforma constitucional que prorroga su estancia hasta 2028 y en el “debate” ni un solo miembro del PRIMor ofreció dato alguno (ni uno) que evidencie la existencia de un nexo empírico-causal que demuestre que, a más soldados en las calles, mayor seguridad. No lo presentaron porque no existe. De 2006 a 2019 se duplicó el número de soldados en el territorio nacional y se triplicaron los homicidios dolosos.

Además hay serias contradicciones, vacíos e incoherencias en el discurso oficial que dan cuenta de la falta de brújula. Mientras están quienes dicen que Morena está a favor de la despenalización de algunas drogas, se siguen quemando sembradíos de mariguana (legalizada en casi la mitad de EUA). Cuando sabemos que la GN y las fuerzas armadas han participado en episodios donde se han vulnerado gravemente los derechos humanos, nuestras autoridades declaran en Washington que es “imposible” que éstas violen derechos fundamentales. Se pregona que estamos en una transformación histórica, pero seguimos leyendo los mismos comunicados de la Sedena: se decomisaron tantos miles de armas, se interceptaron otras tantas toneladas de droga, todo esto sin situarnos en un contexto específico que le dé sentido a lo anterior. ¿Por qué es una buena noticia eso?, ¿contra cuáles datos del pasado debemos contrastar los del presente?, otra vez: ¿cuál es la estrategia?

El desorden que impera en la discusión sólo denota la falta total de una política de seguridad. No sabemos bien a bien cuáles son las prioridades en la materia para este gobierno. Sabemos, eso sí, cuáles son las prioridades políticas: hacer de las fuerzas armadas el brazo político del régimen. Brazo que le sirve a AMLO para subsanar las deficiencias de su gobierno y fortalecer su autoritarismo.

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Abogado y analista político.
@MartinVivanco