Es moneda corriente decir que el tiempo es oro. Sabemos que es un bien escaso, por ello es tan valioso y caro. Apreciamos nuestro tiempo personal, lo llamamos “tiempo de calidad”, “tiempo libre”. Cada vez tenemos más tiempo (vivimos más años), pero nos rinde menos. El tiempo nunca es suficiente. No conozco a una sola persona que no valore su propio tiempo, pero demasiadas se permiten despreciar el tiempo ajeno. De esa hipocresía surge la necedad en contra de la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. Entre los necios se cuenta al partido en el poder: dicen estar del lado del pueblo hasta el cansancio, pero se hacen de la vista gorda cuando se trata de de dignificar el tiempo las trabajadoras y trabajadores. Dan largas ante cuestiones de derechos y meten el acelerador cuando les conviene. Pero esta vez no podemos bailar su baile. El derecho al tiempo es una cuestión de dignidad, justicia social y salud pública. Es urgente y la reducción de la jornada laboral puede hacerse ya.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos contempla el derecho al trabajo (art. 23) e inmediatamente, en el artículo 24, reconoce la otra cara de la moneda: el derecho a no trabajar en exceso: el derecho al tiempo libre, al descanso, a las vacaciones pagadas. La vita activa adquiere sentido cuando va de la mano de la vita contemplativa, como sugiere Hannah Arendt. No hay dignidad humana posible sin legislar e implementar sus condiciones de realización. En México no se respeta el derecho al tiempo, sino que se sufre pobreza de tiempo a gran escala: la escasez de tiempo para el autocuidado y el ocio. Este problema afecta todavía más a las mujeres que tienen doble jornada, una laboral remunerada y otra de cuidados no pagados.

México es el país con la jornada laboral más larga de la OCDE con 48 horas semanales. Después de ocho horas de trabajo seis días a la semana queda muy poco tiempo para hacer cualquier cosa que no sea trabajar. De ahí que desde hace años haya iniciado un movimiento de los trabajadores para exigir la reducción de la jornada laboral. Hace unos años, había un Partido del Trabajo que decía abanderar las causas de los trabajadores, también se decía que había un presidente y luego una presidenta de izquierda, creo. Hoy en día el único partido político que realmente se ha posicionado con los trabajadores es Movimiento Ciudadano. La Bancada Naranja ha sido la principal impulsora del derecho al tiempo: desde las vacaciones dignas hasta las 40 horas laborales.

Defendemos el descanso porque sabemos que el exceso de trabajo no nos vuelve más productivos, pero sí más enfermos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, un 75% de la fuerza laboral mexicana sufre de estrés laboral, lo que nos convierte en el país más estresado del mundo. El estrés ocasiona enfermedades cardiacas, gastrointestinales y motrices. Las personas enfermas y estresadas son menos productivas. Necesitamos descansar para poder trabajar mejor. Esto no es sorpresa para nadie: los países que menos trabajan suelen ser los más productivos. En Alemania, por ejemplo, trabajan 35 horas a la semana en promedio. Entienden que el descanso, el tiempo de socialización y el ocio son cuestiones de salud física, mental y económica. Bien decía Cicerón que “Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo”. Es en el ocio cuando cultivamos nuestro propio ser, cuando logramos la autorrealización.

Exigir el suficiente descanso no es ningún disparate, es lo mínimo que el gobierno debería garantizar, no regatear. Sí, se necesitan acuerdos que beneficien a todas las partes, pero precisamente por eso el gobierno debe velar por el bienestar de los trabajadores ante quienes se creen con el poder de disponer de su tiempo injustamente. El primero de mayo, Claudia Sheinbaum anunció que organizaría mesas de trabajo con empresarios y trabajadores para conseguir la reducción a las 40 horas en 5 años. Dice que no se puede de un día a otro; claro: no es una reforma estructural del Poder Judicial o cualquiera de las de índole constiticional que se aprobaron hace unos meses. Ahí sí había prisa y no eran necesarias las mesas de trabajo. Hay que saber reconocer el engaño cuando se nos presenta.

Patricia Mercado, en cambio, propuso modificar el artículo 123 de la Constitución para hacer efectivo el derecho al tiempo mediante la reforma de las 40 horas. La propuesta plantea reducir 4 horas de trabajo semanales durante el primer año y las 4 restantes para el segundo año. No necesitamos 5 años para lograrlo, con dos años es más que suficiente. Esa iniciativa y otras ya están en el Congreso, listas para ser dictaminadas. Movimiento Ciudadano ya solicitó un periodo extraordinario de sesiones para discutir este tema lo antes posible.

He dicho en otros espacios que una vida digna no se construye a los márgenes de un trabajo, hoy lo sostengo y lo amplifico. Una buena vida conlleva un balance saludable entre la jornada laboral y el tiempo de descanso, tiempo para el deporte, la cultura, la familia, las amistades o lo que le plazca a cada quien hacer con su tiempo libre.

Abogado y analista político

X: @MartinVivanco

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