Hoy es tiempo de paz en Hollywood. Los estudios y sus producciones salen de sus trincheras para, por espacio de tres horas, premiar a sus hijos más queridos con el Oscar.
Como toda guerra, hay historias más sonadas que otras. Algunas vueltas leyendas al instante, otras que sucumbirán con el paso de los años; pero una cosa es verdad… el momento de sostener el oro los hará los vencedores.
¿Será la jornada para el cine épico o será el que apunte a las esquinas de las calles donde los marginados existen?
Joker tiene 11 oportunidades para dejar su marca en la entrega 92 del premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Por su récord de medallas, Joaquin Phoenix está cerca de la gloria. Su carcajada no ha dejado de sonar en toda la temporada de premios y no se ve a ningún mortal negándole su oportunidad de probar que ser villano de cómics puede revelar quiénes somos cuando la broma es sobre nosotros mismos.
La francesa Les miserables, con sus jóvenes que alzan su voz por ser escuchados y la surcoreana Parasite, con una familia que se niega a ser tragada por la economía que no le presta atención, se baten a duelo; mientras la española semiautobiográfica Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, se queda sin municiones.
Marriage story contiene en la relación en pantalla entre Adam Driver y Scarlett Johannson una pareja desmoronándose y volviéndose enemigos íntimos, con el hijo en medio observando y un séquito de individuos con leyes en mano motivándolos a despedazarse. Así, la abogada que representa Laura Dern es quien podría recibir el reflector por ser la villana más elegante.
Once upon a time in... Hollywood es una carta de amor a la tierra de las estrellas, pero también trae la nostalgia de que las manos de Quentin Tarantino están a punto de dejar caer el telón, al anunciar su casi retiro del arte del celuloide.
Judy es una bofetada a quienes piensan que traer el aura de estrella significa gozo en cada amanecer y con el canto de Renée Zellweger de “Del otro lado del arcoíris”, sabemos del precio de una industria que se olvida de las personas.
Y en ese olvido están los soldados de 1917, cinta de Sam Mendes que nos arroja esta pregunta cual bala de cañón: ¿quién está dispuesto a correr hoy por los demás en medio del fuego cruzado de la injusticia? ¿Quién sale de la protección de su trinchera para jugársela por sus hermanos?
En un mundo que necesita héroes, el Oscar de hoy no necesita reclutar a muchos más para saber que ellas y ellos, nominados, ganadores y olvidados en las ternas están ahí para recibir los laureles de la batalla.