Como en 1847, cuando Estados Unidos invadió México, hubo mexicanos esperanzados en que los soldados de las barras y las estrellas pusieran orden. Ahora nuevamente se escuchan voces, sin mucha casta, ni clase, que ven la salvación nacional en las medidas de Trump contra México. Entonces, cuando se perdió el territorio, como ahora que tambalea la relación con el vecino del norte, la única defensa es la adhesión a lo que ninguna orden ejecutiva puede quitarnos: la dignidad de la república.

Hay varias vías para la defensa del país, el federalismo es un instrumento crucial.

La 4T transformó a México, sin que esto signifique que se llevará las guirnaldas de oliva. El tiempo inédito que vivimos podría denominarse la etapa post constitucional. Lo poco que se había alcanzado en independencia judicial, transparencia y rendición de cuentas, pesos y contrapesos, división de poderes, se redujo a la concentración aun mayor de facultades presidenciales, a la centralización de la vida nacional y a la cancelación de los opositores. A los opositores no se les ve ni se les oye. No obstante, no caería mal un llamado presidencial a la unidad nacional.

En la teoría constitucional se habla de las decisiones políticas fundamentales, concepto atribuible a Carl Schmitt, el controvertido jurista alemán. Se trata de determinaciones como ser una república, popular, democrática y federal.

México reiteró su vocación federal desde que se hizo república en 1824, en contra de quienes pensaron que se trataba de una imitación extralógica del sistema estadounidense. Después de algunos años de vicisitudes políticas, se impusieron los conservadores, Lucas Alamán al frente, con las Siete Leyes Constitucionales de 1836, establecieron el Supremo Poder Conservador, sistema centralista que duró pocos años. Don Benito Juárez y Venustiano Carranza confirmaron la vocación federalista en 1857 y en 1917. No obstante, la idea federalista vive solamente en el discurso, alejada de la realidad. Los estados son soberanos solamente en el texto de sus constituciones.

La gestión de Sheinbaum como Jefa de Gobierno de la CDMX tuvo un enfoque centralista, de alineamiento con el ejecutivo federal, aunque hubo excepciones, como la vacunación masiva durante la pandemia. ¿Cuál será ahora su postura respecto al federalismo como decisión fundamental? Todo indica que se mantendrá el control sobre los gobiernos estatales en una doble vía: la económica a través de un sistema fiscal que privilegia las cargas federales sobre las exiguas finanzas estatales, por un lado y la política, por el otro. En lo político Morena ha creado un latifundio paradójicamente integrado por parcelas. Gobierna en la mayoría de las entidades federativas (23%), en la mayoría de los municipios y en 11 de las 16 alcaldías de la CDMX.

Si bien el destino del país antes de Trump parecía avanzar en la centralización, el federalismo es un instrumento de unión, defensa y consolidación nacional. El resurgimiento de la Conferencia Nacional de Gobernadores, desplegando ideas unánimes ante la crisis que se avecina, así como la reciente reunión de la presidenta Sheinbaum con alcaldes del país son activos políticos, esperanzadores.

Está claro que para el gobierno que encabeza Trump 2.0, Estados Unidos es lo primero, México, lo ha expresado y demuestra, es lo último. Los mexicanos sabemos mucho antes que Trump que la patria es primero, ahora es cuando hay que demostrarlo.

Profesor de Derecho Constitucional en la UNAM

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