Decía Cicerón que “nadie es tan viejo que no crea poder vivir un año más”. Aunque dudo que Biden o Trump hayan leído De Senectude VII, los dos creen que pueden vivir no solamente un año más sino cuando menos otro cuatrienio, en tanto ambos aspiran a ser nuevamente presidentes de Estados Unidos. Los signos más notables de la próxima contienda presidencial en Estados Unidos son la edad tan avanzada de los contendientes y la ausencia de políticos más jóvenes que rejuvenezcan la clase política estadounidense.
El centro de investigación Pew (Pew Research Center) preparó una información sobre la edad de los 187 líderes mundiales cuyos países son miembros de la Organización de Naciones Unidas. El más joven es el presidente chileno Gabriel Boric que tiene 37, la misma edad de Lady Gaga. El más viejo es el presidente de Camerún Paul Biya que lleva 40 años en el poder y que ya cumplió 90 años.
La mediana (valor medio cuando un conjunto de datos se ordena de menor a mayor) de los líderes actuales es de 62 años. Agrupados por décadas la mayor parte de las cabezas políticas actuales (35%) están en los sesentas. El 22% en los cincuentas, el 18% en los cuarentas y también en los setentas, como Trump y AMLO. Biden está en el 5% de líderes que tienen 80 o más años.
A pesar del proceso judicial en marcha en contra de Trump por “cuestiones del amor”, como socarronamente afirmó AMLO, Trump hará todo por estar en la boleta electoral. De hecho, es probable que la victimización de que es objeto sea un punto favorable para su propósito. Por lo pronto, conforme a la inveterada práctica estadounidense de arreglar las cosas con dinero, a las veinticuatro horas de la acusación, los republicanos afines a Trump (mayoría) aportaron solamente para abrir boca cuatro millones de dólares a la causa.
Biden está a punto de anunciar que está listo para la reelección lo que haría de esta contienda una lucha de titanes. En una entrevista de televisión (NBC) dijo algo extraño: planea participar en la elección presidencial, pero todavía no está preparado para hacer el anuncio. Lo desconcertante es avisar lo que está planeando hacer, pero no anunciarlo. No es un gazapo derivado de la evolucionada edad (80), sino que la razón nuevamente es money-money.
Se había especulado que el anuncio formal lo haría en febrero, después que en abril y ahora dicen que julio. La razón es que así maximizará el tiempo para recibir donaciones antes de que tenga que declararlas públicamente. La fuerza de las campañas radica en la cantidad de dinero que pueden generar cuatrimestralmente.
En las dos precampañas no hay todavía propuestas, ni programas, ni anuncio de políticas públicas, por el momento la contienda es por el dinero. No existe el refrán en inglés, pero una traducción libre del tan socorrido dicho mexicano sería “with the money dancing the dog”.
Biden o Trump parece ser lo que le espera nuevamente a Estados Unidos, dos casi octogenarios para dirigir millones de jóvenes de un sistema que no ha tenido la capacidad de renovarse. El argumento de que cada quien tiene la edad de su corazón, es una salida romántica al inevitable paso del tiempo. La vejez lleva a la decrepitud. Las sociedades contemporáneas deben garantizar seguridad y una vida digna a los ancianos, no esperar que sean éstos quienes tengan a su cargo la conducción de la vida social.