Este domingo, Andrés Manuel López Obrador hizo lo que más le gusta: plantarse frente a sus fieles en un abarrotado Zócalo capitalino para hablar de sus ‘logros’, de las cosas ‘buenas’ que ha hecho su gobierno durante el primer año de la denominada Cuarta Transformación. Hubo muy poca autocrítica en su discurso y muchos autoelogios.
Con el semblante duro, como si reconociera con sus gestos que las cosas no han salido como esperaba, el Presidente se presentó frente al pueblo de México para informar que ha cumplido con 89 de los 100 compromisos que hizo cuando asumió el poder hace un año. “Hemos avanzado mucho, pero aún estamos en un proceso de transición. Todavía lo malo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, dijo ante sus fieles.
En su mensaje, Andrés Manuel López Obrador le echó gasolina a la división social que existe en el país. Habló de conservadores y del ‘pueblo bueno’. De los ‘corruptos neoliberales’ y de sus políticas en favor de los más desprotegidos.
En casi hora y media, el Presidente se llenó la boca de halagos y alabanzas. Afirmó que no está jugando y que está en marcha una nueva forma de hacer política y un cambio de régimen. “Tendrán que esforzarse mucho y pasar mucha vergüenza para volver a los tiempos de la corrupción, de los contratos leoninos, del abandono a los jóvenes, del racismo, del desprecio a los pobres y del mátalos en caliente”.
Por momentos, Andrés Manuel se notó burlón. Mandó ‘a volar’ en el avión presidencial a quienes no coincidan con la idea de que las mujeres son más honradas que los hombres. “[El avión] está en venta allá en California”, dijo. Lo que no dijo es que mientras se vende (si se vende algún día), su gobierno paga decenas de miles de dólares por su resguardo. Y otra vez la división, enarbolada desde el Ejecutivo federal.
En un año más, aseguró, estarán establecidas las bases para la construcción de una patria nueva, lo que hará imposible volver a la época del ‘oprobio’. Si de algo está convencido el Presidente es que el cambio de ‘régimen’ que impulsa debe ser tan profundo para que no se pueda revertir en los próximos años.
Tras hacer un recuento de cifras para ilustrar los avances de su gobierno, el presidente dijo, como ya lo había hecho en su discurso de julio, que los principales pendientes siguen siendo el avance de la economía y la inseguridad. Habló de conceptos como la felicidad, la moral y el bienestar.
Sin embargo, afirmó que hay mejor distribución de los recursos y que se ‘serenará’ al país con ayuda de todos los mexicanos. “Todavía no ha habido crecimiento económico como deseamos, pero existe mejor distribución de la riqueza, el presupuesto público no se queda en pocas manos, sino que llega a la mayoría de la gente”, aseguró.
Según el Presidente, sus programas de asistencia social llegan a buena parte de los hogares del país y a 95% de los pueblos indígenas. La mejor distribución de la riqueza, sin embargo, es difícil de probar. Acaso el aumento de los salarios (17% en el salario mínimo) pueden dar cuenta de una mejor distribución de los ingresos, pero no se ha reflejado en las cifras de pobreza.
El Presidente usa indicadores que no tiene que ver con su política económica para asegurar que el país está bien. Por ejemplo, las remesas, que de enero a septiembre fueron por 26 mil 980 millones de dólares, una cifra histórica. La llegada de recursos que envían los paisanos refleja el buen desempeño de la economía de Estados Unidos, que se prevé crezca al menos 2% en 2019, a contracorriente de lo que sucede en México que terminará el año muy probablemente con un crecimiento negativo del PIB.
Otro indicador que presumió el Presidente es el de la inflación, que en octubre fue de 3.02%. El Banco de México se encarga de mantener la estabilidad de precios, no su gobierno.
Otro de los datos que usa para asegurar que la economía está bien es el tipo de cambio. El peso se apreció 4% frente al dólar durante el primer año de su administración, gracias a que México paga unos de los mejores rendimientos a los inversionistas que tienen instrumentos de deuda.
La Bolsa Mexicana de Valores, añadió, ganó 2% en lo que va del año. Este indicador tampoco tiene que ver con su política económica.
Así pues, el Presidente que le apostó a los mercados que México crecería al menos 2% en 2019 tiene entre muchos de sus pendientes la economía y la inseguridad. Y a falta de autocrítica en estos temas no abona a un mejor escenario.
Ojalá que el Presidente se dé cuenta pronto de que su “ángel de la guarda”, el pueblo, solo podrá estar mejor cuando haya crecimiento económico, menos inseguridad y Estado de derecho… lo cual no hemos tenido en este primer año de gobierno.
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