Las políticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han convertido en una “herencia maldita” para la administración de su sucesora Claudia Sheinbaum. La supuesta buena relación que construyó el expresidente mexicano con Donald Trump en su primer mandato presidencial fue un espejismo: el presidente estadounidense pasó de apodarlo “Juan Trump” y decir que fue un “amigo” y “hombre fabuloso” que lo “ayudó mucho” a considerarlo “marxista” y “socialista radical”, que “representa políticas de izquierda ‘peligrosas’ para EU”, además de señalarlo como alguien que no cumple acuerdos comerciales y de haber encabezado un “gobierno débil” frente al crimen.
Trump ha seguido una estrategia similar con Sheinbaum, a quien primero elogió al decir que es una “mujer encantadora”, “extraordinaria” y una “gran presidenta” a criticarla de “estar asustada de los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad” y de rechazar su oferta de enviar tropas militares a combatir a los cárteles de la droga en territorio nacional.
Pero más allá del discurso, Estados Unidos ha castigado a México como nunca en tiempos recientes. El problema es que los argumentos del gobierno de Trump para imponer aranceles y endurecer las medidas en materia de seguridad y migración aluden a políticas y decretos que vienen del sexenio de López Obrador. Pareciera que el presidente estadounidense está cobrando las facturas a México por lo que hizo el antecesor de Sheinbaum, proveniente del mismo partido y movimiento político, quien desde su finca en Palenque, Chiapas sigue teniendo contacto con algunos de sus cercanos, ubicados en posiciones estratégicas del Congreso y el gobierno.
En los últimos meses, el gobierno de Trump puso aranceles al acero y el aluminio bajo el argumento de una competencia desleal y subsidios ocultos. Lo mismo acaba de hacer la semana pasada con la reinstalación de cuotas compensatorias al jitomate mexicano, mientras que mantiene cerrada la frontera al ganado mexicano. En estos tres temas, el gobierno de López Obrador subestimó los efectos de la triangulación del acero por parte de empresas chinas, lo mismo que desatendió el campo y la inversión en infraestructura para combatir el gusano barrenador.
Otro frente abierto es el de la industria automotriz, cuya inversión Trump quiere llevar a su país. Uno de los argumentos del gobierno de Estados Unidos también tiene que ver con China: muchos de los componentes de los autos que se fabrican en México provienen de Asia, además de que en el mercado nacional han crecido los autos de manufactura china, amén de la intención de varias armadoras de ese país por situar plantas de producción en el territorio nacional con miras a exportar hacia EU.
Otro frente abierto recientemente es la queja del Departamento de Transporte de Estados Unidos sobre México incumplió el acuerdo bilateral al reducir slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y reubicar carga hacia el AIFA, por lo que amenazó con represalias, como bloquear solicitudes de aerolíneas mexicanas para operar en su espacio aéreo, y restringir la alianza Delta–Aeroméxico. La industria mexicana ya puso el grito en el cielo y pidió a las autoridades lograr un acuerdo antes de octubre, cuando comienzan a surtir efecto las medidas de represalia.
En materia energética, persiste la presión sobre el gobierno mexicano para corregir los cambios legales que beneficiaron a Pemex y a la CFE frente a compañías estadounidenses. Aunque los paneles de disputa bajo el T-MEC se activaron en 2022, la administración de Trump ha escalado las exigencias, y algunos representantes han planteado incluso la imposición de sanciones comerciales si no hay una “corrección estructural”.
Por si fuera poco, el gobierno de Sheinbaum también enfrenta los efectos colaterales de investigaciones financieras lanzadas por el Tesoro estadounidense entre 2021 y 2024, las cuales apuntan a operaciones de lavado de dinero en instituciones financieras mexicanas que habrían sido toleradas –o no perseguidas– durante el gobierno anterior.
En paralelo, la cooperación bilateral en materia de seguridad y migración se encuentra en su nivel más bajo en años. La DEA mantiene restricciones operativas en territorio mexicano, y Trump ha endurecido su retórica contra México, acusando al gobierno anterior de “complicidad institucional con el narco” y señalando que la actual administración “no ha demostrado voluntad de romper con ese legado”. Por ello ahora considera a los cárteles de la droga mexicanos como organizaciones terroristas.
Estados Unidos también ha manifestado malestar por la política exterior de continuidad hacia regímenes como Venezuela y Cuba, con los que México mantuvo cooperación energética y diplomática durante el gobierno de AMLO.
El pragmatismo con el que se ha intentado manejar la presidenta no ha sido suficiente para dar resultados. Tampoco la interlocución de su equipo. Trump ha endurecido la mano contra el mundo, con consecuencias aún insospechadas, pero con México ya pasó del supuesto “trato preferencial” a convertirlo, otra vez, en su “piñata” favorita.
Posdata 1
Ahora que el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dijo enfáticamente que el presidente Trump está decidido a renegociar el T-MEC en lugar de simplemente renovarlo, el gobierno mexicano deberá tener bien afilado a su equipo negociador, para lo que necesitará echar mano de quienes participaron en su momento en las mesas para transitar el TLCAN al TMEC.
Las declaraciones de Lutnick se dan en el contexto de las recientes amenazas arancelarias del gobierno de Trump, que planea imponer tarifas de 30% a todos los productos mexicanos que se envían a Estados Unidos, lo cual sugiere una medida de presión para que México comience a ceder en varios asuntos.
El funcionario del gobierno de Trump busca evitar que sectores clave, como el automotriz, se trasladen a México o Canadá, y más bien regresen a Estados Unidos. Así que esta industria estará, de nueva cuenta, en el centro de las negociaciones.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, se ha reunido entre ocho y 10 veces de forma personal con Lutnick, pero parece que no han sido suficientes para sentar las bases de una relación que le dé certidumbre al comercio bilateral.
Posdata 2
Luego de que Estados Unidos señaló a México de no respetar el Acuerdo sobre Transporte Aéreo firmado entre ambos países en 2015, al reducir slots en el Aeropuerto de la Ciudad de México y reubicar carga hacia el AIFA, la amenaza de endurecer las restricciones a partir de octubre ya comenzó a tener impactos.
Este lunes, Volaris, una de las posibles afectadas, cayó 1.8% en la Bolsa Mexicana de Valores. El Departamento de Transporte amenaza con bloquear la apertura de nuevas rutas hacia Estados Unidos, así como rechazar solicitudes de nuevos vuelos de aerolíneas mexicanas, limitando su expansión en el mercado estadounidense.
También se podría obligar a las empresas mexicanas a presentar todos sus horarios (slots) a las autoridades de transporte de Estados Unidos para obtener aprobación previa para gestionar vuelos charter grandes.
La más afectada sería Aeroméxico, pues está en riesgo de que sea revocada su inmunidad por la asociación que mantiene con Delta Airlines. Esto rompería su alianza comercial, por lo que varias rutas conjuntas y beneficios como códigos compartidos se verían afectados.
Una de las razones por las que ahora el gobierno de EU pone la mira en el sector aéreo sería el crecimiento en participación de mercado de las compañías mexicanas. En el primer semestre del 2025, la cuota conjunta de Volaris, Viva y Aeroméxico en el mercado estadounidense aumentó de 34% a 40% interanual en capacidad de asientos, mientras que en número de vuelos subió del 32% al 38%, según un informe de OAG, una empresa internacional líder en datos y análisis de aviación.
Posdata 3
Otra amenaza latente de Trump es el arancel de 50% al cobre importado, que entrará en vigor el 1 de agosto de 2025. Dicha medida se aplicará bajo la sección 232, alegando motivos de seguridad nacional, como fue el caso de las tarifas al acero y aluminio.
El impacto para México sería considerable, toda vez que es uno de los mayores exportadores de cobre refinado a Estados Unidos, junto a Chile y Canadá. Con la aplicación del arancel, las exportaciones mexicanas se encarecerían y perderían competitividad.
El gobierno de la presidenta Sheinbaum ya anunció que México buscará redireccionar sus ventas a otros mercados para minimizar los efectos, aunque dicha estrategia tardaría un tiempo en ser efectiva.
Y aunque se pensó que Grupo México, del magnate Germán Larrea, sería una de las empresas más afectadas con la medida, un análisis del BBVA consideró que en el corto plazo los precios impulsarán al productor mexicano y en un periodo más largo le abre ventanas de oportunidades.
De acuerdo con BBVA, Estados Unidos produce aproximadamente 1.2 millones de toneladas de cobre al año en 27 unidades mineras activas, de las cuales la empresa de Larrea representa alrededor del 25% con sus tres instalaciones de Asarco.
En este sentido, el banco indicó que la decisión del gobierno de Trump de imponer un arancel del 50% a las importaciones del metal a partir del 1 de agosto de 2025 debería dar a Grupo México un impulso a corto plazo.
Los mayores precios del cobre en Estados Unidos compensarían cualquier posible caída en el volumen de ventas y podrían abrir oportunidades adicionales a largo plazo, consideraron los analistas de BBVA.
@MarioMal