Los Juegos Olímpicos de Tokio entraron a la recta final (terminan el próximo domingo), por lo que vale la pena analizar su impacto económico, sobre todo en un año atípico por el Covid-19 en el que no hubo asistentes y las transmisiones a través de canales audiovisuales fueron aún más importantes para darlos a conocer al mundo.
En el caso de México y Estados Unidos, el efecto de la pandemia se empató con la dificultad de los horarios de transmisión en vivo de la justa olímpica. Los horarios de madrugada no favorecieron a las audiencias. Una de las principales cadenas estadounidenses, NBC, reportó una caída de casi 50% en sus audiencias durante el prime time, comparado con las Olimpiadas de 2016, en Río de Janeiro. Lo que sí creció fueron las suscripciones a sus servicios de streaming.
En México, pese a todo, los resultados parecen no ser malos, sobre todo si se compara con los de 2016, cuando la firma Claro Sports, de Carlos Slim , obtuvo por 100 millones de dólares los derechos exclusivos de las transmisiones y tuvo que permitir a los canales públicos del gobierno, el 11 y el 22, reproducir los contenidos a través de una sublicencia, para cumplir con obligaciones del Comité Olímpico Internacional (COI).
Pero la baja audiencia que tuvieron en 2016 llevó a la empresa propiedad de América Móvil –para no perder su contrato Olímpico– a que las tres televisoras más importantes del país, Televisa, TV Azteca e Imagen, tuvieran vía el COI una cesión de derechos para las transmisiones de los Juegos Olímpicos de Tokio. Se estima que la negociación fue por apenas 6 millones de dólares en total por las tres empresas.
Y es que Claro Sports fue presionada por el COI y por los patrocinadores de los Juegos Olímpicos ante la poca audiencia registrada en 2016, a través de sus plataformas de paga y las televisoras públicas.
Los ratings oficiales de los Juegos Olímpicos de Tokio se darán a conocer en los próximos días. Los de TV son medidos por la empresa global Nielsen-Ibope. Según los reportes preliminares, habrían alcanzado cada noche millones de espectadores: 135 millones, en el caso de la televisora más grande, Televisa, seguida de TV Azteca, con 99 millones, e Imagen rondando 63 millones.
La estrategia de la empresa que codirigen Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia fue apostar por mujeres y jóvenes tanto en sus informativos olímpicos como en las justas deportivas, incluidas las de los Juegos Olímpicos. Atraer a la familia, pues. La de TV Azteca, a cargo de Benjamín Salinas , fue apostar por los hombres, lo que les garantiza audiencia, sobre todo en el fútbol. Mientras que la de Imagen, de Olegario Vázquez Aldir , incluyó una cobertura mixta, que la puso en el radar.
Otro de los temas que presionaron a Claro Sports a compartir los derechos de los Juegos Olímpicos con las televisoras es que no hay un tercero independiente que acredite audiencias de las plataformas de internet, como el caso de Nielsen-Ibope en la TV abierta y de paga.
En un escenario atípico para el mundo y para los Juegos Olímpicos, en el que la pandemia del coronavirus se mantuvo como uno de los protagonistas, los resultados en México para las audiencias no parecen ser malos, por lo menos en lo que se refiere a la televisión, que pese a estar continuamente acechada por las plataformas de internet, se mantuvo como la principal fuente de contenidos para las audiencias del país.
El saldo para Claro Sports, que pagó mucho por los derechos, no parece ser el mejor. Tampoco para la TV pública de la 4T, que en estos juegos no pudo siquiera participar por sus audiencias inexistentes.
Aún falta ver qué sucede en los siguientes Juegos Olímpicos que tendrán como sede París, Francia, en 2024. Por lo pronto, en México la televisión abierta fue la gran vía para dar a conocer, a millones, los contenidos de una de las justas olímpicas más complicadas de las que se tenga memoria.
@MarioMal
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