Ricardo Monreal es uno de los políticos más experimentados con los que cuenta Morena. Aunque no es considerado propiamente una “corcholata” de Andrés Manuel López Obrador, sí es un aspirante con posibilidades de competir por la Presidencia, ya sea por el partido oficialista o por algún otro. El zacatecano ha dado suficientes señales para saber que si le cierran la puerta en su partido ya tiene acuerdos con la oposición. El Presidente lo sabe y lo toma con muchas reservas. Los dos son unos viejos lobos de mar que han transitado muchos años juntos las turbulentas aguas de la política.
Sus virtudes de negociador y constructor de alianzas o acuerdos son también sus defectos, sobre todo en un gobierno que tiene tintes de dictadura, donde la máxima es aplastar y denostar a la oposición: “estás conmigo o contra mí”, es la consigna de la 4T. Los puntos medios del zacatecano nunca han sido bien vistos en Palacio Nacional. Es el ejemplo claro del zigzagueo y las medias tintas a las que se refirió López Obrador el 18 de marzo pasado.
Al igual que el canciller Marcelo Ebrard, el coordinador de los senadores de Morena transita como candidato en más de un organismo político; ha coqueteado con la alianza opositora para ser su abanderado, un acuerdo que estuvo a punto de concretarse en noviembre del año pasado, cuando entonaba la canción de “amarga navidad”.
Sin embargo, el poder y la influencia de AMLO lo siguen limitando. Así sucedió en 2018, cuando intentó competir por cualquier fuerza política a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, una contienda que, como ahora, ganaría, pero que López Obrador tenía reservada para su consentida y favorita a sucederlo en la Presidencia: Claudia Sheinbaum.
La historia de Monreal y López Obrador es de desencuentros. En los primeros años del sexenio, el presidente de la Junta de Coordinación Política en el Senado se jactaba de que desayunaba con el Presidente una vez al mes en Palacio Nacional. De aquellos encuentros surgieron estrategias para impulsar iniciativas como la de la creación de la Guardia Nacional.
La relación se lastimó gravemente en 2021, cuando el grupo radical de Morena, con la aprobación de AMLO, quiso imponer a Dolores Padierna como titular de la alcaldía Cuauhtémoc. La reacción fue una evidente operación de Monreal para entregar esa posición a la alianza PRI, PAN y PRD.
Consciente o inconscientemente la mano se le pasó a Ricardo Monreal y terminó entregando a la oposición la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México. Desde entonces los puros del morenismo le llaman traidor, aunque le reconocen una capacidad de operación que les será indispensable si pretenden recuperar electoralmente la capital del país.
Además de una estrategia política para debilitar a ciertos rivales, Monreal actuó también por supervivencia. La última vez que el senador obedeció a Andrés Manuel López Obrador para colocar a una recomendada en sus espacios de poder, esta quiso meterlo a la cárcel. La gestión de Amalia García como gobernadora de Zacatecas confirma esta historia.
Ricardo Monreal ya no es el operador de Palacio Nacional para empujar iniciativas en el Congreso; el puesto se lo quitó otra “corcholata” presidencial, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. No obstante, el poder de la estructura del zacatecano genera respeto hasta en el mismo Presidente, por lo que no es un personaje desechable.
La figura de Monreal en los tiempos de la 4T es similar a la que la maestra Elba Esther Gordillo tenía en los sexenios pasados; él solito es un partido político, sin posibilidades de ganar una elección presidencial por su cuenta, pero con la fuerza suficiente para darle la victoria a quien alcance sus niveles de negociación.
Posdata 1
Lo dicho en este espacio hace dos semanas: la alianza opositora pende de un hilo porque en el PAN y el PRD no han terminado de entender al presidente del PRI, Alejandro Moreno, quien a la primera provocación está listo para traicionarlos, como se evidenció en el pacto que hizo con Morena para reformar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Alito Moreno busca minar las atribuciones y la autonomía del Tribunal porque está por reafirmar la decisión del Consejo General del Instituto Nacional Electoral que le impide seguir al frente de la Dirigencia Nacional más allá de agosto de 2023, al igual que sucede con Morena y su presidente Mario Delgado.
El presidente del PRI lo dice abiertamente: no va a respetar los acuerdos para nombrar a candidatos de la Alianza Va por México en el 2024.
Posdata 2
Mala señal, que el presidente López Obrador haya enviado una iniciativa para extinguir la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero, bajo el argumento de que los apoyos financieros a productores del campo deben llegar de manera directa.
Este organismo date del 2002, cuando se creó la Financiera Rural en lugar de Banrural, pero no es tampoco una sorpresa: en octubre del 2020, cuando el gobierno federal decidió extinguir 109 fondos y fideicomisos públicos, uno de ellos fue el de Financiera Rural, a la que se le “confiscaron” 12 mil 500 millones de pesos.
Posdata 3
Ayer dimos cuenta que el director general de Comunicación Social de la UNAM, Néstor Martínez Cristo, se presenta desde hace muchos años como Maestro en Periodismo Político, a pesar de que el título de su maestría lo obtuvo apenas en este 2023.
Resulta que también el nuevo abogado general, Hugo Alejandro Concha Cantú, también se presenta como maestro cuando no tiene título alguno registrado ante las autoridades mexicanas. Concha Cantú estudió la Maestría en Relaciones Internacionales en The Johns Hopkins University de Washington DC, pero esos títulos se deben registrar y homologar.
@MarioMal