¿Dónde está Carlos Romero Deschamps?, se preguntan en el gobierno y en el sindicato petrolero. Difícil seguir con precisión los pasos del exlíder sindical, quien al amparo de Pemex amasó tanto poder y fortuna como quizá ningún expresidente, exgobernador o político de altos vuelos como aquellos que dominaron el Congreso por años.
Dos versiones dentro de Palacio Nacional y del sindicato corren como pólvora en vísperas de la renovación de la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. La primera apunta a que está en alguna de sus casas en el Valle de México, en las Lomas, la Herradura o Santa Fe. Otros aseguran que vive en España, refugiado en algún lugar paradisíaco y con los cuidados para evitar contagiarse de Covid-19.
La salud de Romero Deschamps, de 76 años, no es la mejor, pero tampoco ha estado convaleciente como trascendió a mediados de 2020, cuando se dijo que había contraído el coronavirus y estaba hospitalizado. Sus médicos personales y las atenciones que ha recibido en las clínicas de Houston, Texas, lo tienen en buenas condiciones. Tanto así que se le ha llegado a ver en restaurantes de la Ciudad de México, en plena contingencia sanitaria, como siempre: disfrutando los cortes de carne al estilo Morton’s, los boquerones del Cuchilleros y los tacos de jaiba de la Buena Barra, acompañadores de whisky y vino tinto.
La última vez que se le vio públicamente fue a finales de octubre pasado en un restaurante de la Ciudad de México. Departía con Alejandro Cabrera Fernández, coordinador de Relaciones Laborales y Recursos Humanos de Pemex. Romero Deschamps tenía un año de haber dejado de ser el secretario general del sindicato petrolero, aunque su poder se mantenía –y se mantiene– casi intacto.
¿Qué clase de acuerdo hizo Romero Deschamps con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para pasear plácidamente por cualquier lugar del país sin miedo a nada, a pesar de tener denuncias por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera y de otras instancias por presunto enriquecimiento ilícito y lavado de dinero? Más aún para dejarse ver públicamente con un alto directivo de Pemex, el cual fue despedido días después por Octavio Romero.
Sólo el Presidente, el fiscal Alejandro Gertz Manero y quizá algunos otros cuantos integrantes del gabinete lo saben, pero el hecho de que tres de sus incondicionales y comparsas se mantengan dentro del sindicato de Pemex sugiere que hubo un pacto de impunidad, por lo menos momentáneo.
El secretario general interino, Manuel Limón, así como el líder de la sección 34, Héctor Sosa Rodríguez, y el jefe de la sección 40, Ricardo Aldana, siguen moviendo los hilos del sindicato, que apenas en julio de 2020 acordó un alza de 3.37% al salario ordinario y 1.80% a las prestaciones, con vigencia del 1 de agosto de 2020 al 31 de julio de 2021.
Sin embargo, se alista otro ajuste al contrato colectivo de trabajo y la elección del nuevo dirigente sindical, la cual sucederá en el primer trimestre de este año, antes del aniversario de la Expropiación Petrolera.
Muchos intereses están en juego en esta elección. Se anticipa una sacudida al sindicato y sus liderazgos que confluyen en las 36 secciones. Para Romero Deschamps parece no haber otra salida: o saca las manos de la organización que monopolizó más de 26 años o el gobierno ejecutará los sendos expedientes que tiene en su contra.
Mientras esto sucede, el multimillonario líder petrolero puede seguir exhibiendo gestos mundanos como viajar en avión comercial, tal y como lo hizo en noviembre de 2019, cuando regresó de Acapulco en uno de Aeroméxico.
Twitter: @MarioMal