El cierre de Pemex Comercio Internacional (PMI), decretado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, es una raya más al tigre para la petrolera mexicana, su Consejo de Administración y para las finanzas públicas del país.
El presidente anunció la semana pasada, para sorpresa de muchos, que la empresa encargada de vender el crudo mexicano en el exterior y comprar las gasolinas que se importan a México va a desaparecer. El argumento, explicó, es que fue creada en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y que con ella se hacían “jugosos negocios” en beneficio de particulares. También dijo que con la autosuficiencia energética que se pretende no tiene razón de existir.
La noticia debió haber caído como bomba en el Consejo de Administración de Pemex y en la Secretaría de Hacienda. En el primer caso porque se requiere la aprobación del Consejo para cerrar esta empresa, y en el segundo porque de realizarse en el corto plazo significará un duro golpe para las finanzas públicas, toda vez que la venta de crudo representa entre el 15% y 20% de los ingresos anuales del gobierno.
PMI es la controladora de 12 subsidiarias y filiales de Pemex. Funciona con un esquema empresarial privado que se diseñó a finales de los años 80, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y que hoy conforman siete compañías constituidas en países como Estados Unidos, Irlanda y Holanda.
Es cierto que el origen, régimen y operación de PMI ha estado manchado por la corrupción y el derroche, sin embargo, sus funciones son trascendentales para Pemex, para la economía y para la hacienda pública. La venta de crudo a los mercados internacionales representa actualmente ingresos mensuales superiores a los 3 mil millones de dólares, debido a la colocación de más de un millón de barriles de petróleo.
En materia de importación, la labor de las empresas integrantes de PMI Comercio Internacional permiten dar cobertura a alrededor del 40% de la demanda de combustibles del mercado interno –otro 20% se abastece también con importaciones privadas–. Este año se están importando unos 300 mil barriles diarios de gasolina y alrededor de 80 mil barriles de diesel a través de estas filiales de Pemex, indispensables para mantener la movilidad en un país que consume diariamente casi un millón de barriles de estos derivados del petróleo.
Así que, si va en serio la desaparición de la filial internacional de Pemex, México no podría abandonar las operaciones de exportación e importación de petrolíferos, como lo dijo el presidente durante su anuncio. Ni con la entrada en operación de la Refinería Olmeca podría alcanzarse la idílica autosuficiencia energética. La pregunta es a quién le corresponderá acudir al mercado internacional del petróleo para satisfacer las demandas energéticas.
La versión que empieza a correr en los pasillos de Pemex es que el beneficiado con este cambio de comercializador es un grupo de exfuncionarios cercanos al director general, Octavio Romero Oropeza, quien tiene los ojos puestos en la gubernatura de Tabasco, en 2024, y necesita recursos financieros.
Sus asesores de cabecera, Elvira Daniel Kabbaz, exdirectora del Cenagas, y Pedro Haas, director de PMI durante todo el salinismo, acompañaron a Octavio Romero en un costoso proceso de contratación de coberturas petroleras en el 2020. Asimismo, habrían estado involucrados en la decisión de adquirir la refinería Deer Park a la angloholandesa Shell.
Asumir las operaciones comerciales de Pemex en el exterior, con proyecciones de obtener comisiones de hasta 20 centavos por barril colocado, hacen el negocio muy atractivo. Los procesos de venta ya están aceitados, por lo que no se requiere de un esfuerzo adicional. Sería un negociazo, como dijo el presidente López Obrador, para unos cuantos particulares.
Posdata
Otro posible ganador con la desaparición de Pemex Internacional es el secretario particular del presidente, Alejandro Esquer, cuya hija es la directora de otra de las principales filiales de Pemex: Pemex Procurement International (PPI), responsable de las compras en el extranjero, la cual podría quedarse con las funciones que realiza hoy PMI.
Carmelina Esquer Camacho se asentó en Houston desde el inicio del sexenio, muy cerca del lujoso barrio The Woodlands, pese a no tener experiencia en las compras de productos de importación de la petrolera.
Reciben un salario mensual cercano a los 20 mil dólares y ejerce un presupuesto anual en compras que promedia el medio billón de dólares al año.
En el sexenio de Felipe Calderón, Esquer Camacho fue representante de la compañía de mensajería en licitaciones del sector público, es decir que gestionó los servicios de paquetería que requirió el último presidente panista en Los Pinos.
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