A casi cuatro años de la boda que lo mandó a la congeladora, César Yáñez regresa al gabinete presidencial de la mano del íntimo colaborador de Andrés Manuel López Obrador : su paisano, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López , quien se sabe y siente presidenciable.
De entrada, el político colimense sale de la banca para intentar contener una crisis que el gobierno enfrenta con los grupos religiosos, la cual puede poner en riesgo la sucesión y la continuidad del proyecto de la autollamada Cuarta Transformación.
El tamaño del problema no es para menospreciarse. El poder que tiene el clero y la religión sobre el grueso de los votantes mexicanos debe tomarse con seriedad. Por eso se recurre a medidas inmediatas en un escenario en el que cada vez más liderazgos religiosos manifiestan que el gobierno de la 4T es un fracaso en materia de seguridad.
López Obrador tiene claro que es momento de tender puentes con las órdenes religiosas, o bien de buscar la manera de presionarlas para que se queden en el terreno de la colaboración, tal como sucedió en 2018 cuando iglesias evangélicas y católicas apoyaron el avance del Morena.
En términos estructurales y jurídicos, la Secretaría de Gobernación es la encargada de esas relaciones, a través de la Subsecretaría de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos, la cual se encuentra, a partir de ayer, bajo la responsabilidad de Yáñez.
Si bien no podría decirse que el experto en comunicación ha acompañado a López Obrador en toda su carrera política, sí ha estado a su lado en la etapa más destacada de su trayectoria: desde 1997 en la presidencia del PRD, en la jefatura de Gobierno del desaparecido Distrito Federal y en las tres campañas presidenciales que enfrentó el tabasqueño.
Su pecado fue no apegarse a los principios de austeridad, además de permitir que su boda se convirtiera en un producto para los medios de comunicación, con detalles de lujos que no se encuentran al alcance de cualquier mexicano y de favores que solo pudo haber recibido un prominente integrante de la clase política.
Pero la coyuntura amerita echar mano de personajes probados, que construyeron en su momento a un candidato y a un gobernante local, pero que fueron privados de dirigir la comunicación y mensajes del Presidente en funciones, con resultados que vemos todas las mañanas como uno de los peores ejemplos de la comunicación gubernamental.
Yáñez no sustituye, como se espera desde hace tiempo, a Jesús Ramírez al mando de la comunicación gubernamental. El enroque ordenado por AMLO representa una elegante salida para Rabindranath Salazar del gabinete presidencial. Una boda elegante o extravagante es un pecado minúsculo frente a los negocios que Salazar intentó hacer durante su paso por el Banco del Bienestar, donde quiso destinar 10 mil millones de pesos para la compra de cajeros coreanos en alianza de Carlos Cabal y Alejandro Del Valle .
Tampoco podría decirse que el relevado subsecretario de Gobernación tuvo mucho contacto con las órdenes religiosas. La operación que se le reconoce es la relacionada con la promoción de la Consulta de Revocación de Mandato y la colaboración con algunos gobernadores que entregaron sus estados en las pasadas elecciones, aunque esas medallas casi se las podría colgar cualquier militante de Morena.
En César Yáñez hay confianza de antaño, por lo que sale de la Coordinación General de Política y Gobierno de la Presidencia de la República, como se le conoce ahora a “la congeladora”, y toma su lugar en ese espacio el morelense Rabindranath.
Posdata 1
El mensaje de Palacio Nacional a los gobernadores de Morena y aliados ha sido el siguiente: No dejen de ver por Claudia (Sheinbaum) , pero apoyen a Adán.
Posdata 2
Por el escritorio de Adán Augusto López han pasado todos los relevos de los superdelegados y los consejeros estatales de Morena. Con esto, quien por ahora se ubica en tercer lugar en las encuestas de “corcholatas” presidenciales asegura una verdadera operación política nacional. Veremos si levanta.
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