La elección del nuevo líder del sindicato petrolero cobró mayor importancia para el presidente Andrés Manuel López Obrador en los últimos días, no por el personaje en sí mismo, sino por los recursos escondidos que hay en los fideicomisos de los trabajadores a los que podría acceder Pemex.
El nuevo secretario general del sindicato que monopolizó Carlos Romero Deschamps tendrá la posibilidad de acceder a unos 50 mil millones de dólares que están depositados en los fideicomisos de los trabajadores, recursos que ayudarían a reducir a la mitad la deuda de Pemex —de 106 mil millones de dólares—, o bien destinarse a la habilitación y rehabilitación de refinerías, e incluso a proyectos inviables como el de Dos Bocas.
Entre los petroleros que han sido evaluados por la Secretaría de Gobernación para ocupar el cargo se encuentran algunos excolaboradores cercanos del otrora líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, mejor conocido como La Quina, quienes aseguran tener acceso a las firmas para liberar los fideicomisos que el extinto dirigente resguardó en diversas instituciones bancarias nacionales, como Bancomer y Banamex –hoy BBVA y CitiBanamex–, y en bancos del extranjero.
El grupo de trabajadores petroleros, perseguido durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y durante el periodo neoliberal, podría poner los recursos de esos fideicomisos en las manos de la dirección general de Pemex, a cargo de Octavio Romero Oropeza, a cambio de que los 120 mil empleados de la empresa se conviertan en socios corporativos de la misma, con sus riesgos y beneficios, y con salarios complementados con sus ganancias como accionistas.
La propuesta ya se hizo oficial mediante una carta enviada esta misma semana al presidente de la República, con copia a los funcionarios que han intervenido en el análisis de la situación sindical de los trabajadores de Pemex, entre ellos Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación; Rocío Nahle, secretaria de Energía; Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo; Irma Eréndira Sandoval, de la Función Pública, y Octavio Romero de Pemex.
“Se pone a consideración un proyecto de colaboración entre trabajadores y empresa que garantice la recuperación financiera y operacional del sector petrolero, a la vez que extiende el compromiso pleno para coadyuvar al cumplimiento del plan que se ha propuesto por Pemex”, dice el documento firmado por el secretario general del Sindicato Nacional de las Empresas Productivas del Estado, Eliel Flores Ángeles, también impulsado por diversas corrientes para dirigir el STPRM.
De acuerdo con la misiva, el gremio petrolero estaría dispuesto a destinar recursos a los programas para el bienestar que ha puesto en marcha el gobierno de AMLO, en especial al de Sembrando Vida, a través del rescate y el resguardo de tierras para el desarrollo de actividades agropecuarias y el impulso a pequeños emprendedores del campo mexicano.
Flores Ángeles se encuentra, según un análisis elaborado por la Secretaría de Gobernación, entre los perfiles más adelantados para dirigir al sindicato de Pemex, junto con Rubén Choreño Morales, exdirector jurídico del STPRM, y el actual encargado del sindicato, Manuel Limón, quien estaría negociando con personajes de Morena para intentar perpetuar su administración.
El asunto deberá resolverse en un par de semanas. Sin embargo, se anticipa un encontronazo entre los legados de los dos dirigentes más emblemáticos y longevos que ha tenido el gremio petrolero: Joaquín Hernández Galicia y Carlos Romero Deschamps, marcados ambos, aunque de diferentes maneras –uno encarcelado y otro encumbrado–, por el régimen del salinismo.
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