Aeroméxico no acaba de salir de una crisis, originada por la debacle del turismo en 2020 a causa del Covid-19, y ya está por estallarle un nuevo escándalo relacionado con la venta de acciones presuntamente con información privilegiada a través de una casa de bolsa en la que sus principales directivos y consejeros tienen fondos de inversión.
La historia, que investigan las autoridades financieras por denuncias de accionistas minoritarios y con el visto bueno de la Secretaría de Hacienda, comenzó a finales de noviembre del año pasado, cuando las acciones de Aeroméxico en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) empezaron a perder valor. La línea aérea se encontraba en un proceso de reestructura financiera y a días de anunciar la llegada un nuevo inversionista a través de la compra de sus títulos en circulación a un centavo.
Aeroméxico inició su reestructura en Estados Unidos a mediados de 2020, tras el duro golpe que provocó la pandemia y luego de que no encontrara apoyo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En 2021, sus acciones cotizaron en un promedio de entre 5.5 y 7 pesos. Sin embargo, en la última semana de noviembre cayeron 8.5% a 5.2 pesos: los accionistas principales comenzaron a deshacerse de sus papeles.
El 3 de diciembre, el precio de su acción cayó debajo de los 5 pesos y para el 15 de ese mes ya valía 3.7 pesos. Al día siguiente Aeroméxico hizo público el acuerdo para capitalizar a la aerolínea previo a una oferta de adquisición de acciones a un centavo. Ese 16 de diciembre sus títulos se desplomaron otro tanto, para cerrar a un peso por acción.
Según registros financieros, la casa de bolsa que operó más de 80% de las ventas masivas de acciones previo al anuncio del 16 de diciembre fue GBM, donde algunos de los principales directivos y accionistas de Aeroméxico tienen fondos de inversión y la usan como family office.
Antes de la corrida de accionistas, los traders operaban un promedio de 500 mil acciones diarias. El 3 de noviembre aumentaron a 1.5 millones, a 4.9 millones el 13 de diciembre y a 26.5 millones el día del anuncio de la llegada de un nuevo inversionista.
Entre el 3 y 15 de diciembre se vendieron 92.5 millones de pesos en acciones de Aeroméxico, de las cuales GBM operó 76.5 millones, el 84%.
De alarmarse la forma en que al regulador del sector, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), le pasó de noche esa fuga de información que alertó a los accionistas mayoritarios a que vendieran sus acciones antes del anuncio de que un tercero llegaría a comprarles a un centavo de dólar.
El nuevo titular de la CNBV, Jesús de la Fuente Rodríguez , tenía menos de un mes en el cargo, tras la destitución de Juan Pablo Graf . Quizá eso explica por qué no reaccionó ante lo que se presume fue una fuga de información privilegiada.
De acuerdo con Aeroméxico, previo al anuncio del 16 de diciembre se dio aviso a la CNBV, pero no lo hizo a través de un evento relevante a sus accionistas. Resulta increíble que la aerolínea tuviera una oferta de compra a un centavo del precio de su acción, estando 500 veces más cara 15 días antes, y que la CNBV no supiera siquiera el nombre del supuesto comprador y no le exigiera que lo informara a sus inversionistas.
En Aeroméxico confluyen lo mismo el exdirector del Fobaproa, Javier Arriguana , actual presidente del Consejo, que Andrés Conesa , sobrino del excandidato presidencial, Francisco Labastida , como director general. También tuvieron participación Roberto Hernández –el “villano favorito” de López Obrador– y Alfredo Harp Helú . El actual presidente del Consejo de CitiBanamex, Valentín Diez Morodo , y Claudio X. González también forman parte. Otros de los accionistas principales son Eduardo Tricio Haro y su familia, dueños de Lala, así como Antonio Cosío y Jorge Esteve.
mario.maldonado.padilla@gmail.com