La figura del presidente Trump, firmando decretos u órdenes ejecutivas a diestra y siniestra, mostrando su poder, dando explicaciones y mostrando su cinismo por ser él mismo un convicto de la justicia de ese país, lo hacen ver como aquel simio -perdón al simio, por la comparación-, atrapado en una cabina espacial, que dispara y dispara una pistola de rayos, creyendo dañar a sus interlocutores humanos, sin darse cuenta de que los tiros le rebotan por todos lados, hasta que se le acaba la fuerza y termina vencido y víctima de su propia mentira: la supremacía de su especie.
Lo primero que hay que saber para domar al León es entenderlo: su momento, su circunstancia y su anhelo de ser nuevamente reconocido como el verdadero rey de la selva, es decir, del planeta, ante el asedio del Oso Panda chino y el retador regreso del tradicional Oso Ruso, que ha vuelto por sus fueros a tomar revancha de todos aquellos que pensaron, se había extinguido. En este caso, el León Trump enfrenta una grave crisis local, donde los principios y valores del reino han sido o están siendo transformados por meros bajos instintos animales, representados todos por él mismo, quien ha encontrado la manera de sacar todo lo malo de la sociedad, en su intento de conservar y ejercer el poder supremo.
En su gran soberbia, el León Trump no entiende que el poder tiene que ser compartido con la comunidad de panteras negras, el águila real mexicana, el quetzal guatemalteco y el cóndor sudamericano que representan a toda la comunidad latina e, incluso, con toda la variedad de especies orientales y de otras latitudes, que ya habitan en su territorio y que también claman por su inclusión. La posibilidad de un nuevo pacto animal está a la vista para recuperar el equilibrio interno, pero el León insiste en el poder unipersonal, en la exclusión, en la amenaza y el chantaje para seguir gobernando.
En segundo lugar, y una vez entendida su circunstancia, no hay que contradecirlo, no hay que pelear, por lo menos no México; eso hay que dejárselo a los verdaderos rivales globales del León Trump: el Oso Panda chino y el Oso Ruso. Para México y América Latina no es el objetivo pelear, sino mantenerlo tranquilo. Tampoco se trata de obedecer las necedades del magnate, sino utilizarlas para beneficio propio, con acciones inteligentes, que parezcan ordenes cumplidas, pero que en realidad fortalezcan nuestra posición, especialmente como socio comercial, potencia media y líder regional. Ese es el objetivo estratégico. Y creo que así lo ha entendido la presidenta Claudia y su equipo.
En el caso concreto de las órdenes ejecutivas relacionadas con México, más que tomarlas como amenazas, deben ser consideradas oportunidades, tanto para fortalecer la unidad nacional y cerrar filas, como para consolidar una frontera común segura y combatir eficazmente el traslado de drogas, fentanilo y armas, además de derrotar a la delincuencia organizada y carteles del narcotráfico de manera coordinada y en pleno respeto a la soberanía nacional. Estoy seguro de que eso se puede hacer sin contravenir las exigencias del León Trump, es decir, convertir esas exigencias en cooperación y coordinación entre ambos países, como también parece haber sucedido en la llamada entre Trump y Sheinbaum.
Entonces, la mejor manera de mantener tranquilo al León Trump es que trague todo el día, kilos de carne y ego, huesos de halago y trozos de poder traídos de todo el mundo, que lo mantengan recostado en la grama, sin necesidad de ir de caza. Ahí Claudia tiene una gran ventaja, ella es la única hembra visible de la selva, entre tantos machos, cuyo instinto es la disputa del poder de manera frontal, mientras que ella guarda nuevas armas, tales como el diálogo, la razón y el convencimiento de género para doblegar al mismísimo rey de la selva. Hace bien en no sacar la bandera y la matraca nacionalista para hacerle frente; es mejor la bandera blanca de paz y negociación y la música clásica para calmar a la fiera.
Finalmente, ya también tranquilo el León, la estrategia de México tiene sus costos: uno, verdaderamente atacar los temas de la agenda de la frontera común donde la migración indocumentada tiene que ser reformulada, pues no podemos seguir dejando que el desorden, la impunidad y el dolor de la gente, sean los factores que expliquen este fenómeno. México tiene que construir su propia política de migración, pues se ha convertido en la nueva pesadilla americana.
Dos, el ingreso de droga y fentanilo a EU, y de armas a México, es una realidad innegable que tiene que ser superada, tanto en el terreno, como en la teoría, pues EU ha regresado a la vieja idea de culpar a la oferta de droga y, ahora, de fentanilo, de sus males internos, como si la demanda no tuviera nada qué ver. Mismo caso podríamos decir nosotros de sus armas, que potencian la violencia en México. El momento es ahora, cuando tendremos 10 mil elementos de las fuerzas armadas en la frontera común para -nuevamente- desmitificar este hecho y ser realistas en cada caso, para que cada país tome sus precauciones.
Tres, la designación de los carteles mexicanos de drogas como Organizaciones Terroristas Extranjeras (OTE) hay que entenderla como una decisión unilateral de Estados Unidos, que busca, fundamentalmente, incluirlos en la lista negra para obtener financiamiento del congreso, que sólo reconoce al TERRORISMO -y NO/NO a la delincuencia o crimen organizado- como concepto y actividad para enfrentarlos dentro y fuera de su territorio. Sin la declaración de terroristas, no habría financiamiento ni reconocimiento del congreso de ese país para actuar en consecuencia. La intervención en México sólo sería posible con el consentimiento de su gobierno.
Entonces, el reto del gobierno de México en estos 4 años o menos, es salir fortalecido en cada uno de estos temas: una nueva política migratoria; una frontera segura y ordenada, que permita su pleno desarrollo; una disminución a puntos mínimos de tránsito de droga y fentanilo, que normalice el equilibrio entre oferta y demanda; y retomar el control territorial país sobre los diferentes grupos del narcotráfico.
Cuando el León Trump vea el desastre interno que ha causado por sus decisiones, que ahondarán la crisis y menguarán su poder en el planeta, se levantará con muchos problemas de obesidad –por todo lo que ha tragado durante esos 4 años de reinado frívolo-, ahora convertido en una especie de elefante rojo, para -probablemente- dejar su lugar al burro azul, que calladamente ha construido en ese tiempo otra narrativa para que el reino vuelva a florecer y reestablecer así el orden.
Politólogo y exdiplomático