En el mundo, y en México, la agenda de paridad entre hombres y mujeres ha ido avanzando en los espacios de decisión política; en las empresas aumenta la conciencia acerca de las ventajas de que más mujeres ocupen puestos directivos; cada día un mayor número de mujeres se incorporan al trabajo remunerado, asisten a las universidades, demandan espacios en la cultura, el arte, el periodismo, la vida pública, y reclaman el derecho a decidir sobre su vida y su salud.
A la par de estos avances está surgiendo un creciente fenómeno de violencia hacia las mujeres, en la familia y en la calle, así como en el entorno laboral. Por este motivo es indispensable analizar lo que está sucediendo en la sociedad mexicana. Por una parte, más mujeres van dejando atrás los estereotipos de subordinación. Sin embargo, por la otra, la violencia sexual, los asesinatos de mujeres por razón de género —perpetrados por hombres—, se han incrementado en forma considerable.
Este fenómeno social requiere ser investigado con rigor científico. Planteo una hipótesis, sujeta a comprobación, acerca de lo que sucede actualmente: una gran mayoría de hombres no se han adaptado a vivir en una sociedad más igualitaria; a dejar atrás la idea de que la mujer sólo debe estar en el hogar; a reconocer que, en muchos casos, ellas son las proveedoras principales; a que son independientes económicamente. Este cambio cultural está teniendo un costo social muy alto: la violencia hacia las mujeres; diversos delitos, divorcios, conflictos familiares, y otras manifestaciones de descontento. Había que analizar las causas.
Dicha hipótesis se basa en que el cambio cultural relacionado con la equidad de género ha logrado que muchas mujeres se sitúen en espacios de mayor libertad; de mayor capacidad de decisión. No obstante, dicho cambio se ha llevado a cabo más lentamente en el caso de los hombres. Las políticas públicas se han dirigido al empoderamiento de las mujeres; se han promulgado leyes y se han ratificado tratados internacionales para evitar la violencia y la discriminación de las mujeres. A través de la sociedad civil, existen colectivos —a nivel nacional e internacional— que asesoran y defienden los derechos de las mujeres; la formación y la capacitación para la igualdad de género está dirigida principalmente al sector femenino; miles de mujeres, de varias partes del mundo, asisten a los eventos anuales que se realizan en Nueva York para conmemorar el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), pero la participación de los hombres, en todo ello, ha sido marginal: los vemos en los presidiums de actos, pero pocos en los cursos de formación. Es decir, se ha trabajado más en el cambio cultural de las mujeres —menos en el de los hombres y una nueva masculinidad—, que se corresponda con una nueva realidad más equitativa y justa.
El desafío consiste en que tanto los hombres como las mujeres compartan —en igualdad de circunstancias— el objetivo de lograr igualdad de derechos y oportunidades; que el cambio cultural ocurra en forma simultánea tanto entre las mujeres como entre los hombres. De lo contrario, la colisión continuará generando violencia.
Por ahora, el incremento de la violencia de género debe ser un tema de seguridad, procuración e impartición de justicia, con la finalidad de atender sus efectos.
Simultáneamente, es necesario trabajar con mayor intensidad en las causas de la violencia, mismas que se encuentran en los estereotipos cultural y jurídicamente aceptados: la subordinación de la mujer al hombre. Hay que generar conciencia de los beneficios de una sociedad con equidad de género. Por ello se requiere promover un diálogo con la niñez, la juventud y los adultos a fin de lograr un cambio cultural en el que se reconozca que una sociedad sin estereotipos generará familias más felices. Los países con más calidad de vida, se caracterizan por un reconocimiento pleno a la igualdad entre mujeres y hombres.
Tanto en la vida pública como en la familia, en el campo y en la ciudad, habrá equidad de género el día en que hombres y mujeres, por igual, compartamos una visión de equipo.
Magistrada Numeraria del Tribunal Superior Agrario