Hablar con la verdad siempre incomoda a los gobiernos. Sin embargo, a partir del sexenio anterior, presentar una "realidad alterna" se convirtió en una obsesión. Quizá no solo es una manía, sino la aplicación de una máxima atribuida a Joseph Goebbel, propagandista de Adolf Hitler: "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente una y otra vez... si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad". Esta estrategia comunicativa les ha permitido mentir deliberadamente sin enfrentar consecuencias políticas ni sociales.
Estas mentiras además son acompañadas por una manipulación intencionada de los datos públicos, como las cifras de incidencia delictiva. Lo más preocupante es que, en lugar de corregir esta práctica, el actual gobierno la sigue utilizando. En Causa en Común (https://rb.gy/i1sxcz) hemos detectado diversas formas de manipular las cifras delictivas, una es la reclasificación de delitos de alto impacto.
Los delitos registrados en las Carpetas de Investigación de las fiscalías (que representan solo el 7% de los delitos que se cometen en el país) son reportados al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Desde 2015, esta clasificación se organizó en tres grandes categorías para evitar fraudes en el registro: delitos contra la vida y la integridad, delitos contra la libertad y delitos contra la sociedad.
Los delitos contra la vida y la integridad se subdividen en homicidio doloso, homicidio culposo, lesiones dolosas, lesiones culposas, aborto, feminicidio y “otros” delitos contra la vida y la integridad. Cada uno de estos delitos está perfectamente definido por lo que no debería haber confusión al clasificar los casos.
Sin embargo, la "magia" ocurre cuando deliberadamente colocan los delitos en cajones equivocados, esto para aparentar reducciones en los delitos que más preocupan a la gente. Por ejemplo, los homicidios dolosos (cometidos con intención de matar) son clasificados como homicidios culposos (muertes accidentales, como por accidentes de tránsito). Así, crean la falsa impresión que la violencia ha disminuido.
Un caso revelador es el Estado de México, donde los homicidios dolosos disminuyeron 48% pero los homicidios culposos crecieron 40% entre 2019 y 2024. ¿Cómo se explica que los criminales dejaron de matar, pero las muertes accidentales se dispararon?
Otro truco consiste en clasificar homicidios dolosos en el cajón de "otros”. Esta categoría incluye delitos como inducción o ayuda al suicidio, peligro de contagio o inseminación artificial no consentida, pero no homicidio doloso. Sin embargo, las cifras muestran incrementos inusitados en esta clasificación. Por ejemplo, en 2024 Baja California reportó 3,020 víctimas de “otros delitos contra la vida y la integridad” en contraste con 2,368 víctimas de homicidio doloso.
Si analizamos la evolución entre 2018 y 2024, el cambio de cajón de homicidios dolosos a culposos y a “otros” se hace más evidente. En 2018, el SESNSP, reportó 33,742 víctimas de homicidio doloso; 17,339 de homicidio culposo; y 8,064 de "otros". En 2024, reportó 30,057 víctimas de homicidio doloso; 19,245 de homicidio culposo; y 16,331 de "otros”. Es decir, entre 2018 y 2024, las víctimas de homicidio doloso bajaron 11%, las de homicidio culposo aumentaron 11% y las de "otros", aumentaron 102%. Según estas cifras oficiales, México estaría experimentando un incremento importante de muertes accidentales y un alarmante crecimiento en delitos como inducción al suicidio o inseminación no consentida. De no ser tan grotesco, resultaría risible.
Las consecuencias de esta práctica son graves. La falta de reconocimiento de delitos de alto impacto, como el homicidio doloso, dificulta el diseño de políticas públicas efectivas. Además, erosiona la confianza en las instituciones de seguridad y justicia. Lo más trágico es que profundiza la deuda con las víctimas, incluso negándoles el reconocimiento de serlo. (Colaboró Asael Nuche)
Presidenta de Causa en Común