Claudia Sheinbaum llega a los 100 días con gran aceptación por los programas sociales, la percepción de que se está trabajando para disminuir las violencias y la imagen tener una mayor formación que su antecesor. Sin embargo, entre los dichos y los hechos hay un gran trecho. Las violencias no se resolverán ni rápido ni con retórica. La estrategia funcionará cuando Morena deje de usar la inseguridad para fines políticos.
En su discurso del domingo, la Presidenta dedicó escasos minutos al tema de mayor preocupación: la inseguridad. Su intervención se limitó a unas cuantas frases; entre ellas, afirmar que entre septiembre y diciembre pasado los homicidios dolosos disminuyeron 16% gracias a su estrategia. Sin embargo, comparar meses dentro del mismo año incurre en problemas metodológicos que distorsionan el entendimiento del fenómeno criminal. Factores como la estacionalidad pueden generar la falsa impresión de reducciones. La violencia crónica y multifactorial, requiere análisis serio, no triunfalismo basado en fluctuaciones mensuales.
Si, como dice la Presidenta, no se pueden esperar resultados inmediatos, ¿por qué presumir disminuciones que no afectan la tendencia general del crimen en México? Minimizar las violencias ignorando problemáticas como desapariciones y desplazamientos forzados es un error grave. Peor, cuando la 4T protege a figuras como Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, quien ha sido señalado por presuntos vínculos con el narcotráfico.
Mientras tanto, regiones enteras permanecen bajo control criminal y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) está prácticamente hueca, sin personal ni recursos tecnológicos ni instalaciones adecuadas. Debería ser un escándalo que a casi cuatro meses de la Reforma de la Guardia Nacional (GN), la Sedena no ha cumplido con la devolución de los policías como lo exige la reforma al artículo 21 constitucional, ni del equipo ni las instalaciones. Sin estas herramientas, el prometido camino a la paz es inalcanzable.
De los 8 mil expolicías federales que deberían reincorporarse a la SSPC, solo mil han sido transferidos. El resto permanece en instalaciones de Sedena, “almacenados” y sin funciones claras. Además, la SSPC cuenta con 5,700 empleados de confianza, de los cuales unos 3 mil fueron contratados en el sexenio pasado sin experiencia en seguridad. Esto plantea dudas sobre corrupción y posibles “aviadores” o Siervos de la Nación en la nómina.
En cuanto a recursos tecnológicos e infraestructura, la SSPC no ha recuperado material clave como equipo y personal especializado; laboratorios forenses, vehículos blindados y academias; aeronaves de ala fija y rotativa y 250 instalaciones estratégicas. Estas instalaciones acumuladas en décadas de desarrollo policial permanecen bajo control de la Sedena. Incluso el secretario Omar García Harfuch y su equipo trabajan en “oficinas prestadas” del complejo de Constituyentes, lo cual retrata lo que está sucediendo entre las dependencias.
Otro punto crítico es el armamento. A la SSPC apenas le aprobaron su licencia colectiva para portar armas y las pocas disponibles están en préstamo temporal por parte de la Sedena. Se espera que las armas lleguen entre abril y mayo, pero, por lo pronto, se deja a los policías en una situación de desventaja operativa frente a los criminales.
Si el interés de Sheinbaum y Morena realmente radica en la seguridad de la ciudadanía, es urgente que Sedena devuelva el personal, equipo e instalaciones a la SSPC. Solo así esta Secretaría podrá operar conforme a las poderosas facultades y responsabilidades constitucionales que se le otorgaron y generar resultados tangibles a mediano plazo. De lo contrario, el vacío operativo y los conflictos políticos continuarán perpetuando las violencias en el país.
La retórica triunfalista no solo es inútil, sino peligrosa. Sin reconocer la magnitud de las violencias ni fortalecer a las instituciones encargadas de combatirlas, los avances serán superficiales. La seguridad no puede seguir siendo rehén de intereses políticos. (Colaboró Fernando Escobar Ayala)
Presidenta de Causa en Común