Son normas no escritas, invisibles pero palpables en la dificultad que enfrentan las mujeres para acceder a cargos altos en las diferentes instituciones. Son límites que injustamente definen la posibilidad de avanzar, crecer y alcanzar éxitos profesionales a partir del género. Esto, conocido como el techo de cristal, es un reto más a enfrentar para las mujeres por el simple hecho de serlo; pero cada vez más, muchas están rompiéndolo, convirtiéndose así en un orgullo y un ejemplo a seguir.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, una vez que hombres y mujeres se incorporan a una organización, sus trayectorias profesionales van por caminos distintos, siendo ellas las que usualmente desempeñan funciones de apoyo y poco participan en puestos de liderazgo. No obstante, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo es necesaria para el crecimiento económico y para la integración de otras perspectivas y herramientas en las instituciones.
Como evidencia, el Fondo Monetario Internacional analizó dos millones de empresas de 34 países de Europa y descubrió que aquellas en las que había más mujeres en puestos directivos presentaban de 8 a 13 puntos más rentabilidad sobre los activos. Además, una investigación publicada en Harvard Business Review detectó que, a mayor diversidad de género en las organizaciones, aumenta su inteligencia colectiva al integrar diversas formas de pensamiento.
Suena muy bien. ¡Pero! En México, de octubre 2020 a 2021, 21.7% de mujeres padeció discriminación laboral y 10.8% se quejó de tener menos oportunidad que un hombre para ascender, según el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública. Y, aunado a esto, el INEGI afirma que 27.9% de las mujeres ha experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida profesional.
Para cambiar esa realidad se necesitan pioneras y por eso me parece tan importante destacar historias como la Mariana de la Cruz, designada por la Presidenta Claudia Sheinbaum y la Defensa como la primera mujer titular de la Defensoría de Oficio Militar. Es egresada de la Escuela Militar de Enfermeras con el grado de Subteniente es también licenciada en Derecho por la Universidad del Valle de México, cuenta con dos maestrías y tres especialidades, y es ya la responsable de velar por las y los militares que no cuenten con abogado privado. Más vale que nadie le diga “Marianita”.
En otro polo del mundo, material y simbólico, Simona Brambilla se convirtió en la primera mujer en la historia en ser nombrada Prefecta del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, una de las principales instituciones religiosas del Vaticano. Este es el mayor cargo alcanzado por una hermana en la Iglesia y ahí tendrá como misión supervisar todas las órdenes religiosas así como la relación de estas con sus fieles. Su nombramiento da cuenta de la voluntad expresa del Papa Francisco abrir espacio a las mujeres en las posiciones de liderazgo en la Iglesia católica, sobre todo considerando que, según el Anuario Estadístico de la Iglesia de 2022, hay un 47% más mujeres religiosas que sacerdotes en el mundo.
Los logros de la Generala y la Prefecta se expanden hacia otros ámbitos, sea como inspiración para otras profesionistas, como ejemplo de la ruptura del techo de cristal, como reconocimiento de grandes trayectorias e incluso como un llamado a las instituciones de abrirse a los cambios que las enriquecerán social y económicamente. Sus historias, una desde la milicia asociada a la guerra y otra desde la iglesia vinculada con la paz, son prueba de un cambio global incipiente pero en franco avance. El techo de cristal no se va a caer, lo vamos a romper.
Fundadora de Ola Violeta A.C.
@MaElenaEsparza