Todo el año, las mujeres nos desdoblamos en responsabilidades personales y de cuidados. Aunque ya haya Presidenta y cada vez más mujeres en el ámbito público, en el privado todavía se da por hecho que las tareas familiares son deberes femeninos.
Las fiestas decembrinas no son noches de paz para las mujeres en rol de anfitrionía y cuidados; el agotamiento físico y mental se acentúa y puede ser lo único que encuentren bajo el árbol. Es un hecho para tomar en cuenta en este tiempo de pensar en las y los demás y desear su bien: con empleos formales o sin ellos, según ONU Mujeres, alrededor del mundo las mujeres hacen tres cuartas partes del trabajo de cuidados sin recibir pago alguno, lo cual empeora por todo lo agregado durante el Maratón Guadalupe-Reyes.
La escritora Judith Shulevitz ha propuesto un término en inglés que en Ola Violeta AC hemos adaptado como “preocupona”. Shulevitz encontró que aun en sociedades donde parece haber una distribución más equitativa del trabajo doméstico entre hombres y mujeres, siguen siendo todavía las mujeres quienes administran la casa. Por supuesto, este injusto reparto del trabajo es todavía peor en algunas circunstancias: según Oxfam, las mujeres de comunidades rurales en países de bajos ingresos dedican hasta 14 horas al día a tareas de cuidados.
Pero el fenómeno no es exclusivo de esas comunidades; de acuerdo la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares en México, del INEGI, con datos de 2024, la mayor prevalencia de estas labores no retribuidas en el país sucede en primer lugar en el Estado de México y en segundo lugar en la Ciudad de México. Sea en el campo o las urbes, el problema se mantiene. Es, claramente, un problema estructural.
En nuestro país, son mujeres 3 de cada 4 personas dedicadas a cuidar a infancias, personas adultas mayores o con discapacidad, familiares y, en estas fechas, hasta a las visitas que llegan a pasar las fiestas decembrinas en casa. Cerca de la mitad de ellas deben dormir menos tiempo para cumplir con toda la expectativa y casi un tercio declaran estar agotadas. Esto significa que las mujeres dedicadas -- atrapadas, más bien-- en ejercer cuidados están seriamente limitadas para aceptar un empleo, estudiar, descansar o simplemente hacer actividades de su interés más allá de la atención de sus familias.
Ser administradoras y cargar injustamente con múltiples tareas lleva a que las mujeres experimenten constantemente más presión y ansiedad y por eso, hayan elegido libremente el rol doméstico o no, las mujeres se ven condenadas al papel de preocuponas al grado de acercarlas a burnout que, combinado con el Trastorno Afectivo Emocional detonado mayormente a inicios de un nuevo, se vuelve un cóctel de alto riesgo para la salud de las jefas de familia.
En 2019, la socióloga Allison Daminger propuso el término “trabajo cognitivo”, que significa anticiparse a las necesidades de los demás, identificar opciones para satisfacerlas, tomar decisiones y supervisar el progreso en cubrir esas necesidades. Arlie Hochschild acuñó un término semejante también a partir de sus investigaciones: “trabajo emocional”, que es más amplio pues abarca incluso tareas como pedir disculpas cuando las cosas salen mal y, como todos sabemos, cualquier cosa sale mal en los festejos, desde retrasos hasta lomos quemados o ensalada de manzana demasiado dulce.
Adoptar prácticas equitativas y compartir las responsabilidades son pasos esenciales hacia la verdadera paz y justicia social durante estas festividades, aunque a mamá o a la abuela le quede buenísimo el pavo. Este puede ser el año en que la tradición de que ellas sean las últimas en sentarse a la mesa por estar atendiendo a todo mundo por fin se rompa. Corresponsabilidad es un gran regalo de Navidad.
BIO
La autora fundó y preside Ola Violeta A.C. Es Doctoranda en Historia del Pensamiento por la UP, Maestra en Desarrollo Humano por la Ibero y egresada del
Programa de Liderazgo de Mujeres en la Universidad de Oxford, Inglaterra. X: @MaElenaEsparza