Desde 1980, el Día del Maestro se transformó en México, de un día de fiesta, a un día de protesta, como señalan los y las integrantes de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). Movilizaciones masivas del magisterio de Morelos, Valle de México, Hidalgo, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Ciudad de México, Veracruz, y más entidades, exigiendo aumentos salariales, mejores servicios del ISSSTE, democracia sindical y defensa de la educación pública, se repiten año con año.
Durante años, el charrismo ejercido por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) —como sindicato corporativo, parte del aparato Estatal—, combatió estas protestas. Hoy, ese control se sacude, se acabó la etapa de estabilidad y control absoluto del magisterio por las mafias sindicales, primero con el cacicazgo de Carlos Jonguitud Barrios, y luego, con el de Elba Esther Gordillo, que concluye en 2013 cuando el presidente Enrique Peña Nieto la encarcela, para poder instrumentar, sin negociación alguna, su Reforma Educativa.
Reforma que no sólo buscaba destruir la organización magisterial democrática, sino también a la CNTE. Desconocía el carácter de profesión de Estado del maestro normalista, eliminando la incorporación automática de los egresados de las normales públicas, a la docencia en escuelas públicas, imponía normas punitivas para el Ingreso, promoción y permanencia.
En el sexenio peñista, se mantuvieron activos en el país contingentes de la CNTE y nuevos movimientos a nivel nacional, todos, en torno a una demanda: abrogación de la reforma educativa.
Como presidente electo, AMLO prometió abrogar la reforma educativa punitiva de Peña, y acabar con el charrismo sindical, lo cual generó entre los trabajadores y las trabajadoras de México una gran expectativa y confianza en un verdadero cambio.
De la reforma educativa de EPN, se eliminó la evaluación para el despido, pero se mantuvo el esquema de ingreso y promoción.
Del combate al charrismo, se estableció una Reforma Laboral Nacional que en sus objetivos enunciados busca garantizar la libertad sindical y la democratización de las organizaciones, pero son los charros quienes mantienen el control de los procesos de elección. No hay Libertad sindical, ni democracia posible.
Tenemos un instrumento de legitimación de las burocracias sindicales de siempre, en el caso específico del SNTE, a decir del maestro Lev M. Velázquez, las burocracias institucionales no sólo se están legitimando, se reacomodan y hacen relevos generacionales familiares dentro del SNTE. Mientras al exterior, “se refuerza su vocación corporativista y progubernamental, ahora con la 4T”.
La democratización de los sindicatos es una tarea de las y los trabajadores, y es condición indispensable para la mejora de las condiciones laborales, ante una precarización brutal, particularmente en educación media superior y superior, donde privan los bajos salarios, el pago a destajo —por hora pizarrón impartida— y la inestabilidad laboral como formas de control.
Que no nos sorprenda el próximo día del maestro una marcha multitudinaria, con un fuerte componente de profesores y profesoras precarias. De nuevo será un día de protesta.