La política educativa de la 4T en el gobierno de AMLO fue una política sin estrategias y sin horizonte de una gran transformación en el mediano y largo plazo. Excepto la eliminación de la evaluación punitiva para las y los maestros de educación básica, se dejó intocado el dispositivo institucional que estableció el gobierno neoliberal de Enrique Peña Nieto, manteniendo los procesos de ingreso y promoción, fuera de la negociación bilateral. La Nueva Escuela Mexicana, se encuentra en una etapa inicial, sin que logre que las y los maestros se la apropien y la instrumenten plenamente.
En educación media y superior, poco se avanzó en mejorar las condiciones de los procesos de enseñanza aprendizaje, y disminuir la precarización de las y los docentes, particularmente de la gran masa de profesores de asignatura, que son pagados a destajo (por hora pizarrón impartida) y no tienen estabilidad laboral. Pero tampoco se hizo realidad el derecho constitucional al acceso universal y gratuito a educación para niños y jóvenes del país.
Avanzar en las universidades, y en todo el sistema educativo en el desmantelamiento de la meritocracia, la simulación, el individualismo y el menosprecio al saber y a una formación científica, humanista, que nos heredó el neoliberalismo, ha sido poco atendido y poco valorada su importancia para lograr una verdadera transformación social. Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología, son compartimentos estancos desde el organigrama del gobierno Federal
El triunfo de la Dra. Claudia Sheinbaum, y la derrota de las propuestas educativas de la oligarquía representada por Claudio X González, y empresarios como Salinas Pliego, por las luchas de la CNTE, abrieron una coyuntura favorable a un verdadero cambio en la educación. Lo sabe la derecha mexicana.
En este contexto llama la atención el nombramiento de Mario Delgado en la SEP.
El nuevo secretario, es un político que ya ha mostrado sus dotes camaleónicas, para transitar de la aprobación de la reforma educativa peñista de Claudio X González y los organismos internacionales como OCDE, BM, a impulsar la nueva reforma con AMLO que suprimió la evaluación para el despido. En ambos casos era legislador,
Pero también ya mostró que su práctica política se alimenta de adhesiones corporativas: al día siguiente de su nombramiento en la SEP, en sendos desplegados de una plana en diarios de circulación nacional, los rectores de la mayoría de las universidades públicas del país y el charrismo sindical del SNTE, aplaudieron su llegada poniéndose a sus órdenes, lo mismo hizo la ANUIES, Organización No Gubernamental, en donde convergen universidades públicas y privadas.
En rechazo se han manifestado académicos, grupos estudiantiles, sindicales y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)
Estamos en un momento histórico, con una mujer presidenta avalada por 35 millones de votos; toda esa fuerza permite avanzar en muchas de las utopías y los derechos que durante décadas muchas mexicanas y mexicanos han defendido y por las que han luchado. Alimentar y exacerbar las tensiones en el sector educativo desde el propio gobierno, es un error, y concitará la respuesta del magisterio democrático de la CNTE y de los grupos universitarios (académicos, estudiantes y trabajadores administrativos). La disputa por la educación continúa.
Fac. Economía UNAM / CACEPS. caceps@gmail.com